Lectura orante del Evangelio: Lucas 2,16-21
“Padre mío, me pongo
en tus manos” (Carlos de Foucauld).
Los pastores fueron
corriendo y encontraron a María y a José y al Niño, acostado en el pesebre. La lentitud en el esfuerzo es
contraria al Espíritu. Comenzamos el año buscando,
corriendo hacia el Misterio. El amor nos espera. Tenemos prisa por fijar la
mirada en Jesús, verdad entera y alegría desbordante para el ser humano. María
y José, cuyas vidas están totalmente orientadas hacia Jesús, nos muestran el
camino. Sin ellos nos perdemos. José y María enriquecen nuestra vivencia
cristiana, nos llevan siempre a Jesús. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la paz.
Todos los que lo oían
se admiraban de lo que decían los pastores. José y María, oyentes de la Palabra,
oyen también lo que dicen los pastores, lo que proclaman, admirados, los pobres.
Tienen el oído abierto para oír relatos de salvación gozosa que ha provocado el
nacimiento de Jesús. José y María nos enseñan hoy a compartir en grupo la fe y
el amor a Jesús, nos invitan a ser discípulos misioneros. Nuestra fe se recrea
escuchando la fe de los demás, compartiendo. Jesús, José y María, bendecid al mundo con el
diálogo.
Y María conservaba
todas estas cosas, meditándolas en su corazón. José y María, que guardan el amor
a Jesús en el corazón, son quienes mejor cuidan nuestra fe para que ésta no se
apague. Si las huellas de la fe se han borrado de nuestro corazón, José y María
son los llamados a encender de nuevo el fuego del amor a Jesús. Es hora de
acogerlos en nuestra vida, de contar con ellos. Jesús, José y María, bendecid al mundo con la
unidad.
Los pastores se
volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído. Después de abrirse y compartir, vuelven
los pastores a sus majadas dando gloria a Dios. El encuentro con Jesús, José y
María nos colma la vida de alegría. No es para menos. La bondad de Dios ha
aparecido en su Hijo, en Él se ha mostrado cercano, entrañable, desbordante de
ternura, humano. Jesús, José y
María, bendecid al mundo con la alegría.
Y le pusieron por
nombre Jesús. José y María ponen a su hijo el nombre de Jesús. José y María son padre y
madre de todos los creyentes. Nos dan su fe. Al darnos a Jesús, nos regalan la
vida. En este nombre, en Jesús, está significado todo
lo que Dios regala a la humanidad. En Jesús somos salvados, bendecidos, amados,
hijos, hermanos. Podemos vivir como Él, amar como Él, ponernos el delantal para
servir como Él, trabajar por la paz. Con Jesús, todo es posible. ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!
¡Feliz Año! Vuestros amigos del CIPE – enero 2017