Lectura orante del Evangelio: Marcos 10,46-52
“Dichoso
el corazón enamorado que en solo Dios ha puesto el pensamiento; por
Él renuncia todo lo criado, y en Él halla su gloria y su contento. Aún de sí mismo vive descuidado, porque en su Dios está todo su intento, y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso” (Teresa de Jesús, Poesía 5).
Él renuncia todo lo criado, y en Él halla su gloria y su contento. Aún de sí mismo vive descuidado, porque en su Dios está todo su intento, y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso” (Teresa de Jesús, Poesía 5).
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos
es el Reino de los Cielos. Apoyadas/os en la palabra de Jesús, esperamos un
final feliz para todas/os las/os pobres de la tierra. Ya era hora de que la
historia diera un vuelco.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la
tierra. Confiados en la palabra de Jesús, sabemos que quienes han resistido en
el sufrimiento encontrarán una tierra donde danzarán de alegría.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán
consolados. Siguiendo a Jesús, confiamos que quienes han llorado de mil maneras,
aquí en la tierra, encontrarán un consuelo pleno y una salud total. Dios es sorprendente
y grande en sus designios.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados. Esperando en la promesa de Jesús, creemos que la
bondad inagotable del Padre colmará la sed de justicia que se ha quedado sin
saciar en tantos corazones.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Con los ojos puestos en Jesús, esperamos que quienes
han mirado con misericordia las heridas de la humanidad se encontrarán con la
mirada misericordiosa y con el abrazo lleno de ternura del Padre de Jesús y de
todas/os.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios. Con la transparencia de las/os niñas/os confiamos que quienes han andado
en verdad en esta vida contemplarán un día, cara a cara, el rostro de Jesús, la
Verdad en quien no hay engaño.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos
se llamarán los Hijos de Dios. Haciendo nuestra esta palabra de Jesús, esperamos
que todas/os quienes que han sido artesanas/os de paz, amando en el anonimato
de la vida cotidiana, serán llamadas/os hijas e hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. Confiados en Jesús, esperamos que,
un día, coronas de triunfo adornen las cabezas de todas/os quienes han sido
perseguidas/os, refugiadas/os, abandonadas/os a su suerte.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan,
y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Aunque nos
tengan por tontas/os aguardamos que se cumpla la dicha en todas/os quienes han
sido menospreciadas/os por ser amigas/os de Jesús.
Estad alegres y contentos. Hacemos fiesta
grande al celebrar el triunfo de todas y todos los santos. Con Jesús, y con ellas/os, optamos por vivir alegres y contentas/os,
porque esa es nuestra vocación y nuestro futuro. Gloria al Padre, al Hijo y al
Espíritu.
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