Lectura orante del Evangelio: Juan 16,12-15
Gracias a
Gonzalo, misionero carmelita descalzo, que entró en la VIDA en las tierras y
gentes de Angola. ‘Mi corazón está siempre con Jesús y con la gente’, decía.
Gracias a los
contemplativos y contemplativas, ¡centinelas del misterio y la belleza de Dios en el ser humano!
‘Muchas cosas
me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora… Cuando venga
él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena’.
‘Yo he tenido relaciones bastante buenas con el
Señor. Le pedía cosas, conversaba con Él sobre los problemas, dificultades y
sufrimientos, cantaba sus alabanzas, le daba gracias… Pero Él prefería que yo
le mirara a los ojos, cosa que yo no hacía. Yo le hablaba, pero miraba a otro
lado, cuando sentía que Él me estaba mirando. Yo siempre miraba a otra parte,
porque tenía miedo; pensaba que en los ojos de Él iba a encontrar una mirada de
reproche por mis pecados… Pensaba que en sus ojos iba a descubrir una llamada
exigente a seguirle por el camino del discipulado, igual que a Pedro y a los
otros apóstoles.
Al fin, un día, reuní el valor suficiente y miré: y
con sorpresa y asombro vi que no había en sus ojos reproche ni exigencia… Sus
ojos se limitaban a decir: TE QUIERO. Y me quedé mirándole fijamente durante
largo tiempo… Y allí seguía el mismo mensaje: TE QUIERO.
Así que, amigos, no es momento de mirar a otra
parte, sino de mirar derecho y fijo a los ojos de Jesús, que es nuestro Dios
encarnado, y decirle con todo el corazón: TE QUIERO, JESÚS y quiero
comprometerme contigo.
Jesús, el Padre y el Espíritu ponen las palabras y
la música, mientras tú pones el corazón y el compromiso” (Mons. Gonzalo López
Marañón).
Jesús, miramos
tus ojos, tan cálidos y suaves como el sol de la mañana; tan claros y francos
como el azul sin nubes del cielo; tan amables, tan puros, ojos pensados y
hechos para nosotros.
‘Lo que hable
no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir’.
‘Solo la palabra y la persona de Jesús pueden
adentrarse en las fuentes profundas de nuestros sueños y quitarnos el temor. Hay
que huir de lo gris, de las medias tintas, de las presentaciones lacias, ante
lo que merece ser afirmado y propuesto de manera convincente. Esta es la razón
y el por qué a los cristianos verdaderos se nos pide intensidad, claridad,
rigurosa verdad y hasta brillantez e imaginación. ‘Entre las cosas, hay una de
la que no se arrepiente nadie en la tierra: esa cosa es haber sido valiente’
(Borges)” (Gonzalo López Marañón).
Dios hace
hermoso cuanto besa
¡FELIZ
FIESTA DE LA TRINIDAD! Desde el CIPE – Mayo 2016