sábado, 12 de noviembre de 2016

Trigésimo tercer Domingo del Tiempo Ordinario



Lectura orante del Evangelio: Lucas 21,5-19

“Acércate a Jesús con fe y amor” (Santa Isabel de la Trinidad).
‘Tendrán ocasión de dar testimonio’ Cuando llegan tiempos difíciles, ¿en quién confiar? Cuando las seguridades sobre las que nos apoyábamos se tambalean, ¿qué hacer? Buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos, eso es lo que tenemos que hacer. Cuando suceden esas cosas, es la hora del testimonio, de ser testigos humildes de Jesús, de sacar la cara por Quien nos ha mirado tantas veces con amor. Los tiempos difíciles son ocasión de testimonio, y el testimonio se prepara en una oración intensa y confiada. La prueba es una oportunidad para ahondar en nuestra condición de hijos/as del Padre y sacar a la luz los ojos del Amado que llevamos dibujados en las entrañas, afrontando la crisis con la solidaridad de quien parte el pan. La verdad se abre paso. “Mira cada prueba como un testimonio de amor” (Isabel).  
‘Hagan propósito de no preparar su defensa: porque yo les daré palabras y sabiduría’. El ruido nos desconcierta, las amenazas nos dan miedo, la sensación de que ya nada es lo que era nos hace temblar. Cuando suceda esto no perdamos la calma, contamos con la ayuda de Jesús, Él camina con nosotras/os. Sus manos, seguras, nos sostienen. Su palabra de amigo nos acompaña siempre, también en el corazón de la noche, en medio de la prueba. Atentas/os a su voz, no tememos aunque tiemble la tierra, porque a la sabiduría de Jesús no le puede el mal. En la oración, como espacio de comunión y encuentro con Jesús, su palabra y sabiduría nos dan los reflejos necesarios para tomar opciones en medio de las situaciones difíciles. “Jesús, con una sola palabra, sabe calmar todas las angustias” (Isabel de la Trinidad).
‘Y todos les odiarán por causa de mi nombre’. Jesús llama al realismo; no cultiva el triunfalismo ni alimenta nostalgias de grandezas. Hay persecución por seguir a Jesús; vivir su evangelio suscita rechazo. No es hora de esconder nuestra identidad, paralizados por el miedo, sino de mostrar abiertamente nuestra verdad más profunda y bella: somos del Señor, único Señor de nuestras vidas; no queremos seguir a quien nos separa de Él. La oración nos ayuda a permanecer fieles en el amor de Jesús. Cuando Sabel y Odette están en brazos de su querida mamá, no creo que les preocupe mayormente que haga sol o que llueva. Imitemos a estas queridas chiquitinas y vivamos en brazos de Dios con esa misma sencillez” (Isabel).
‘Con su perseverancia salvarán sus almas’. ¡Cuánto necesitamos la paciencia y tenacidad! “Nada te turbe… La paciencia todo lo alcanza… Quien a Dios tiene nada le falta”. Si en el momento presente, por difícil que sea, perseveramos en el amor de Jesús, nada nos podrá vencer. Si ponemos a Jesús en medio de todas las dificultades que se desatan a nuestro alrededor, nos mantendremos en pie y seguiremos trabajando por la humanidad nueva con la experiencia de la paz. Con Jesús en nuestro interior, los dolores nunca serán de muerte, serán de parto. “¡Qué bueno es ir a hacerse salvar por Él en esas horas en que solo se siente la propia miseria!” (Isabel de la Trinidad).
¡Feliz Domingo! Desde el CIPE – noviembre 2016