Lectura orante del Evangelio: Lucas 21,5-19
“Acércate a Jesús con fe y amor” (Santa
Isabel de la Trinidad).
‘Tendrán ocasión de dar testimonio’ Cuando llegan tiempos difíciles, ¿en
quién confiar? Cuando las seguridades sobre las que nos apoyábamos se
tambalean, ¿qué hacer? Buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos, eso
es lo que tenemos que hacer. Cuando suceden esas cosas, es la hora del
testimonio, de ser testigos humildes de Jesús, de sacar la cara por Quien nos
ha mirado tantas veces con amor. Los tiempos difíciles son ocasión de
testimonio, y el testimonio se prepara en una oración intensa y confiada. La
prueba es una oportunidad para ahondar en nuestra condición de hijos/as del
Padre y sacar a la luz los ojos del Amado que llevamos dibujados en las
entrañas, afrontando la crisis con la solidaridad de quien parte el pan. La
verdad se abre paso. “Mira cada prueba
como un testimonio de amor” (Isabel).
‘Hagan propósito de no preparar su
defensa: porque yo les daré palabras y sabiduría’. El ruido nos desconcierta, las amenazas
nos dan miedo, la sensación de que ya nada es lo que era nos hace temblar. Cuando
suceda esto no perdamos la calma, contamos con la ayuda de Jesús, Él camina con
nosotras/os. Sus manos, seguras, nos sostienen. Su palabra de amigo nos
acompaña siempre, también en el corazón de la noche, en medio de la prueba.
Atentas/os a su voz, no tememos aunque tiemble la tierra, porque a la sabiduría
de Jesús no le puede el mal. En la oración, como espacio de comunión y
encuentro con Jesús, su palabra y sabiduría nos dan los reflejos necesarios
para tomar opciones en medio de las situaciones difíciles. “Jesús, con una sola palabra, sabe calmar
todas las angustias” (Isabel de la Trinidad).
‘Y todos les odiarán por causa de mi
nombre’. Jesús llama al
realismo; no cultiva el triunfalismo ni alimenta nostalgias de grandezas. Hay
persecución por seguir a Jesús; vivir su evangelio suscita rechazo. No es hora
de esconder nuestra identidad, paralizados por el miedo, sino de mostrar
abiertamente nuestra verdad más profunda y bella: somos del Señor, único Señor
de nuestras vidas; no queremos seguir a quien nos separa de Él. La oración nos
ayuda a permanecer fieles en el amor de Jesús. “Cuando Sabel y Odette están en brazos de
su querida mamá, no creo que les preocupe mayormente que haga sol o que llueva.
Imitemos a estas queridas chiquitinas y vivamos en brazos de Dios con esa misma
sencillez” (Isabel).
‘Con su perseverancia salvarán sus almas’. ¡Cuánto
necesitamos la paciencia y tenacidad! “Nada te turbe… La paciencia todo lo
alcanza… Quien a Dios tiene nada le falta”. Si en el momento presente, por difícil que sea, perseveramos
en el amor de Jesús, nada nos podrá vencer. Si ponemos a Jesús en medio de
todas las dificultades que se desatan a nuestro alrededor, nos mantendremos en
pie y seguiremos trabajando por la humanidad nueva con la experiencia de la
paz. Con Jesús en nuestro interior, los dolores nunca serán de muerte, serán de
parto. “¡Qué bueno es ir a hacerse salvar
por Él en esas horas en que solo se siente la propia miseria!” (Isabel de la
Trinidad).
¡Feliz Domingo! Desde el CIPE – noviembre
2016