lunes, 30 de enero de 2017

Domingo cuarto del Tiempo Ordinario


Lectura orante del Evangelio
“Atrévanse a ser felices” (Papa Francisco).   
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Nos pueden robar todo, Señor, pero la alegría de tu reino, sostenida en tu autoridad humilde, ¿quién nos la quitará? En el abrazo que Tú, Señor, das a las/os pobres de espíritu y a las/os sencillas/os de corazón, encontramos nuestra identidad y alegría. .
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Perseverar con esperanza en las horas difíciles sostenidos por tu abrazo, estar cerca de los que son desposeídos de su tierra y dignidad, nos hace seguidores tuyos, Jesús, que fuiste despojado de todo en la cruz, eres Señor y das señorío y libertad a quienes a ti se acercan.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Tú nos consuelas en nuestros pesares. Purificas esas risas nuestras, indiferentes al llanto de los que lloran. Nos invitas a abrir la puerta para consolar a los que están necesitados. ¡Qué alegría!
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Donde hay hambre y sed de justicia, allí estás tú, Jesús. Donde las condiciones de vida son tan duras que parece que nunca se dará un futuro de libertad y de paz, allí estás tú, Jesús. Conviértenos a tu plenitud. Enséñanos a trabajar por una vida más justa y digna para todas/os.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Cuando la misericordia vence a la condena, cuando la acogida se impone a la dureza de corazón, cuando la comprensión y el perdón ante los errores de los demás llegan más lejos que el juicio, entonces tu misericordia, Jesús, nos abraza; se hace presente tu Buena Noticia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Tu dicha nos inunda y nos lleva a elegir un estilo de vida verdadero, transparente, sencillo. La limpieza de corazón nos hace ver tu rostro, nos enseña a amar.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Pensar bien, hablar bien, hacer el bien, apreciar a las/os otras/os, tender puentes… son caminos para la paz. ¿Por qué no comenzamos ahora mismo esta aventura?
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Conocer tu cruz, Jesús. Estar junto a la cruz de las víctimas. Unir nuestra cruz a tu triunfo. Alegrarnos contigo. Saber que Tú te alegras con nosotras/os. Queremos mostrar tu rostro de alegría a los hombres y mujeres de hoy. Gracias por tanto.
Dichosos ustedes cuando les insulten, y les persigan, y les calumnien de cualquier modo por mi causa. Estén alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo. Frente a la tristeza, tu danza, Señor. Frente a la amargura dañina, tu bendición repartida a manos llenas. Frente al amor propio que seca las fuentes, tu risa que libera. Frente al miedo ante las/os fuertes, la valentía de tu Espíritu. Gracias.
CIPE – Enero 2011