Lectura orante del Evangelio
“Atrévanse a ser felices” (Papa Francisco).
Dichosos los pobres en el espíritu, porque
de ellos es el Reino de los Cielos. Nos pueden robar todo, Señor, pero la
alegría de tu reino, sostenida en tu autoridad humilde, ¿quién nos la quitará?
En el abrazo que Tú, Señor, das a las/os pobres de espíritu y a las/os sencillas/os
de corazón, encontramos nuestra identidad y alegría. .
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la
tierra. Perseverar con esperanza en las horas
difíciles sostenidos por tu abrazo, estar
cerca de los que son desposeídos de su tierra y dignidad, nos hace seguidores
tuyos, Jesús, que fuiste despojado de todo en la cruz, eres Señor y das señorío
y libertad a quienes a ti se acercan.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán
consolados. Tú nos consuelas en
nuestros pesares. Purificas esas risas nuestras, indiferentes al llanto de los
que lloran. Nos invitas a abrir la puerta para consolar a los que están
necesitados. ¡Qué alegría!
Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos quedarán saciados. Donde hay hambre y sed de justicia, allí estás tú, Jesús. Donde
las condiciones de vida son tan duras que parece que nunca se dará un futuro de
libertad y de paz, allí estás tú, Jesús. Conviértenos a tu plenitud. Enséñanos
a trabajar por una vida más justa y digna para todas/os.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Cuando la misericordia
vence a la condena, cuando la acogida se impone a la dureza de corazón, cuando
la comprensión y el perdón ante los errores de los demás llegan más lejos que
el juicio, entonces tu misericordia, Jesús, nos abraza; se hace presente tu
Buena Noticia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios. Tu dicha nos inunda y
nos lleva a elegir un estilo de vida verdadero, transparente, sencillo. La
limpieza de corazón nos hace ver tu rostro, nos enseña a amar.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Pensar bien, hablar
bien, hacer el bien, apreciar a las/os otras/os, tender puentes… son caminos
para la paz. ¿Por qué no comenzamos ahora mismo esta aventura?
Dichosos los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Conocer tu cruz, Jesús. Estar junto a la
cruz de las víctimas. Unir nuestra cruz a tu triunfo. Alegrarnos contigo. Saber
que Tú te alegras con nosotras/os. Queremos mostrar tu rostro de alegría a los
hombres y mujeres de hoy. Gracias por tanto.
Dichosos ustedes cuando les insulten, y
les persigan, y les calumnien de cualquier modo por mi causa. Estén alegres y
contentos, porque su recompensa será grande en el cielo. Frente a la tristeza, tu
danza, Señor. Frente a la amargura dañina, tu bendición repartida a manos
llenas. Frente al amor propio que seca las fuentes, tu risa que libera. Frente
al miedo ante las/os fuertes, la valentía de tu Espíritu. Gracias.
CIPE –
Enero 2011