23 abril
2016
Lectura orante del Evangelio: Juan 13,31-35
“Voy a la luz, al amor, a la vida” (Beata Isabel de
la Trinidad).
‘Ahora es glorificado el Hijo del
Hombre y Dios es glorificado en él’. Jesús se hizo el
último de todas/os por compasión hacia el ser humano desvalido. Se despojó de
su gloria para vestirse y vivir como nosotras/os. Mostró con su vida, con sus
gestos y parábolas, el rostro del Padre, siempre compasivo y misericordioso.
Salió cada mañana a invitar, a los que estaban en las cunetas del mundo, al
banquete de bodas. Se hizo nuestro amigo y nos comunicó la gozada de Padre que
tenemos. Hizo suyos nuestros fallos, curó nuestras heridas con su amor
crucificado. Se atrevió a soñar un mundo nuevo con mucha ternura y compasión en
sus entrañas. Embelleció nuestras vidas cansadas, todo lo llenó de su pascua
liberadora. Ahora es el momento de darle gloria con la gloria que Él nos ha dado.
Ahora es el momento de unirnos, con el corazón ensanchado, al Padre y al
Espíritu y danzar para Jesús. Ahora es el momento de descubrir su gloria en
nosotras/os, para gloria del Padre. Ahora es el momento de vestir de gloria y
dignidad a las/os desnudas/os, de compartir el pan con quienes pasan hambre, de
dar visibilidad a quienes no cuentan. ¡Ahora! Gloria a ti, Señor, Jesús.
‘Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen unas/os a otroas/s’. Jesús nos deja, para hoy,
la alegría del amor, como don y tarea. Nos regala el don del Espíritu, que es
la fantasía del amor, para que nos guíe a la verdad completa: al amor compasivo
y misericordioso. ¿Nos atrevemos a vivir así? Dios es amor y se muestra como
Dios amando con ternura. Nosotras/os, por puro don, somos amor; esta es nuestra
identidad más profunda. Si nos amamos, Jesús está con nosotras/os. En un
escenario de cansancio, el amor es riqueza de pensamiento, creación nueva,
experiencia de Dios en esta hora, compasión ante todo sufrimiento. Gracias, Jesús, por la música del amor.
‘Como yo les he amado’. Nos acercamos a Jesús para mirar su corazón roto y descubrir cómo nos ha
amado. Jesús es un enamorado de cada una/o de nosotras/os. Sale a buscarnos, se
alegra cuando nos encuentra, goza alentando en nosotras/os las semillas de
bondad que le recuerdan al Padre. Jesús ama dándose hasta el extremo para que
tengamos vida; ama para levantar nuestra esperanza caída. Su amor, hecho
servicio y lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir al ser humano, es
digno de fe. Su amor alegra el corazón del Padre y el nuestro. Espíritu Santo, enséñanos a amar.
‘La señal por la que conocerán
que son discípulos míos, será que se aman unos/as a otras/os’. La señal de que somos amigas/os de Jesús está en el amor que damos y
recibimos unas/os de otras/os. Nuestra mentalidad no nos lo pone fácil, pero
solo el amor rompe la cadena del odio y la indiferencia. Si hoy nos decidimos a
amar como Jesús, brillará la luz en la oscuridad y habrá alegría, quienes
sufren ya no sentirán solas/os. Jesús nos llama a extender por el mundo este
perfume. Cuando amamos, nada se pierde, ningún/a pobre se pierde, ninguna
dignidad humana queda pisoteada. No hay tiempo que perder: el amor nos espera
ahora. El amor es la lengua que todo el mundo entiende. Jesús, hemos conocido tu amor y hemos creído en él.
¡Feliz Pascua de Resurrección! CIPE – Abril 2016