"Si Dios me pone esto, es que me da capacidad
para ello"
Gonzalo López Marañón OCD
Lectura
orante del Evangelio: Mateo 15,21-28
“El
conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en
definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa
abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona,
que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer
toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia
de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo
al hombre abierto a la acción de Dios, que se deja interpelar por la Palabra
del Señor y abre su propia vida a su Amor” (Benedicto XVI).
‘¡Señor, socórreme!’ Una mujer
pagana, que pide para su hija, abre puertas y rompe fronteras; lleva fuego en
las entrañas. Su petición expresa el gemido del Espíritu. Dios no es propiedad
de un pueblo, ni el bienestar pertenece solo a los países ricos, ni la salud o
la educación son coto privado para adineradas/os, ni la crisis justifica que se
cierren las puertas a quienes ‘no son de aquí’. A pesar de la violencia. Por la
valentía y la audacia de tantas mujeres en su lucha a favor de la vida,
comienzan las cosas más insospechadas y vitales para el ser humano. Una mujer
es modelo del diálogo libre y amistoso, verdadero, de frente, con Jesús. Te buscamos, Señor. Pero tú nos buscas más. Tu
amor es para todos
‘No está bien echar a los perros el pan de los
hijos’. Jesús tiene claro que el pan es para todas/os y que
en el corazón del Padre hay sitio para todas/os; sabe que el lenguaje del
cariño de Dios se entiende en todas las lenguas. Jesús desea que se haga la
tierra cielo, pero quiere romper los estrechos límites de una religión que
margina, de una oración que se apropia de Dios, de un corazón que juzga. Quiere
ir más allá y sacar el mejor tú del ser humano. `Cristo se mostraba indiferente
hacia ella, no por rechazarla, sino para inflamar su deseo` (San Agustín). La
oración es atreverse a amar, pide audacia y entrega total. Gracias, Señor.
‘Tienes razón, Señor; pero también los perros comen
las migajas que caen de la mesa de los amos’. La cananea no
ora de mentira; en su grito orante le va la vida. Su diálogo con Jesús no es un
juego ni una costumbre. No quiere soltar al que puede salvar a su hija.
Insiste, persevera, se arriesga. Así se prepara para recibir al que nunca se
cansa de dar. Así nace una fuente en la estepa: Dios es para todas/os, y el pan
y la dignidad también lo son, y la salud y la palabra también. La solidaridad
es necesaria. Siempre hay más de lo que necesitamos. Jesús, enséñanos a vivir a tu manera.
‘Mujer,
qué grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas’. Jesús se rinde al amor. Se alegra y
agradece la humanidad de la mujer cananea, que se ha dejado guiar por el
Espíritu. Esta mujer es para Jesús y para nosotras/os modelo de fe y de
oración. Vivir y expresar así la fe pone al ser humano a la altura de Dios.
Dios se pone al servicio del ser humano y a éste se le cambia la impotencia en
omnipotencia, la estrechez de miras en grandeza de corazón, la inhumanidad
cerrada en comunión con todos los pueblos. La tierra ha dado su fruto, Dios se
hace entendible. El Padre bueno está por encima de las barreras que trazamos
los humanos. Gracias, Jesús. En los
testigos entendemos el Sí incondicional que das a la humanidad.
Feliz verano. CIPE – Agosto 2017