Lectura orante del Evangelio: Lucas 11,1-13
“El amor está siempre naciendo” (Pascal).
‘Guardaos de toda clase de codicia’. No es ésta una palabra menor de Jesús; es una
palabra necesaria para ponernos en verdad, desenmascarar la insensatez y no
correr en vano por la vida. El vacío y la inseguridad no se curan con la
codicia. La vida no depende de los bienes; la vida se recrea en otra fuente: la
del amor gratuito e incondicional de Dios. Jesús, mientras va con nosotros de
camino, nos invita a salir de la codicia. El ambiente que nos rodea nos hace
propuestas contrarias a las de Jesús, nos lleva a una insolidaridad cruel. ¿Qué
voz escucharemos? La oración, no pocas veces, es un tiempo de lucha. Escuchamos
tu voz, Jesús.
‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la
cosecha’. Se agrandan los graneros, pero no el corazón. Los grandes almacenes, donde se guarda lo
que sobra, manifiestan la estrechez del corazón humano. Las reservas acumuladas
no alivian la experiencia interna de escasez ni dan de comer a los pobres. La
crisis que sufrimos es una crisis de ambición. Jesús dice que vivir de esa
manera es un simulacro de vida. La alegría va por otros caminos. Entra
en nuestro corazón, Jesús, y cámbianos.
‘Tienes bienes acumulados para muchos
años: túmbate, come, bebe y date buena vida’. Esta es la mentalidad reinante en nuestra
sociedad, disfrutada por unos pocos, deseada por muchos. Jesús no envida esta
manera de vivir, al revés, le parece insensata, un fracaso. El ego ocupa el
espacio, se aísla, todo es poco para él. ¡Qué manera tan egoísta de plantear la
vida! No hay corazón, ni solidaridad, ni alegría. ¿Dónde están los otros:
pobres, inmigrantes, pequeños de la tierra? Todos han sido descartados. ¡Qué
injusto! Lo de Jesús es de otra manera: las necesidades disminuyen –puedo vivir
con menos-, la austeridad compartida es una fiesta, los otros existen, hay
espacio para la ternura. Enséñanos, Jesús, a plantear nuestra vida a tu
manera.
‘Esta noche te van a exigir la vida. Lo
que has acumulado ¿de quién será?’ La insensatez tiene consecuencias; lo ve quien sabe
mirar. Vivimos en la contingencia, no podemos olvidarlo. ¿Quién puede llenarnos
la vida? ¿Por qué no comenzamos otro camino? Las distancias más largas se acortan
cuando damos un paso. Estamos a un pensamiento de cambiar la vida. ¿Optamos
por ello? Libéranos, Jesús, de la falsedad que no deja vivir.
‘Así será el que amasa riquezas para sí y
no es rico para Dios’. El ego no es el centro de todo. Es un engaño acumular méritos ante Dios,
también eso es un atajo equivocado que no conduce a la plenitud. ‘Sal fuera y
gloríate en tu gloria’, allí donde se escuchan los susurros más hermosos de la
vida. La verdadera vida está en el encuentro con Jesús, en sabernos amados
gratuitamente por Él. Jesús es nuestra riqueza. Si caminamos con Él y con
todos, ya somos ricos para Dios. Es hora de escuchar al corazón, ahí nos habla
Jesús, ahí los pobres tienen sitio. Una nueva humanidad es posible. Jesús,
tú eres mi riqueza.
¡FELIZ
DOMINGO! Desde el CIPE – julio 2016