miércoles, 15 de abril de 2015

2016 AÑO DE LA MISERICORDIA





Como había sido anunciado el pasado 13 de marzo con motivo de la Jornada “24 horas para el Señor”, la tarde del sábado 11 de abril, víspera del II Domingo de Pascua conocido como el Domingo de la Divina Misericordia, el Papa Francisco convocó oficialmente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con la publicación de la Bula "Misericordiae vultus".

 Al ingreso de la Basílica de San Pedro, el Obispo de Roma entregó la Bula a los cuatro cardenales arciprestes de las basílicas papales de Roma. Francisco se preguntó: "¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia?", y respondió "Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios". "Éste no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial", El Papa pidió a la Iglesia redescubrir su misión de "ser signo e instrumento de la misericordia del Padre".

Por ello, animó a "descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre". Un Año "para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia".

"Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos el camino del perdón y de la reconciliación", concluyó el Papa.

El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción y día de aniversario de nuestro Vicariato Apostólico, y concluirá en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016.

Gran ocasión para nuestra Iglesia de Sucumbíos para volver al Padre misericordioso que nos mostró Jesús. El de la parábola del Padre misericordioso (Lc. 15, 11 – 32), que está con los brazos abiertos y llenarnos de besos para acogernos y no para condenarnos. 

“La misericordia y la fidelidad e encuentran,
La justicia y la paz se besan” Salmo 84, 11

Conozcamos la Bula de convocación