martes, 13 de marzo de 2018

Las comunidades de Sucumbíos piden al Nuncio que vuelvan los carmelitas


Querido Sr. Nuncio: Reciba nuestro saludo y agradecimiento sincero por su visita, ya que por más de 10 años no hemos tenido esa oportunidad, y por la importancia que tiene en sí misma, según lo que el Papa Francisco pide a la diplomacia vaticana: que  "sea un constructor de puentes, de paz y de diálogo entre las naciones" y pueblos.

Al dirigirnos a Ud., nos animan también las palabras que Mons. Celmo Lazzari dijera en la rueda de prensa sobre la finalidad de su visita: oportunidad para que usted nos conozca y nos escuche.
Queremos hablarle con el corazón, desde nuestra identidad y misión dentro de la Iglesia Local de Sucumbíos.

Desde 1928, los Carmelitas Descalzos iniciaron su andadura misionera en el Nororiente Ecuatoriano, hoy Sucumbíos, abriendo caminos, ayudando a formar poblados, atendiendo la educación, la salud y espiritualmente a los pobres. A partir de 1970, cuando empieza la explotación petrolera y fueron llegando a esta región miles de migrantes de todas las provincias del país, comienza una intensa búsqueda eclesial que fue gestando poco a poco un nuevo modo de ser Iglesia, animada por el espíritu renovador del Concilio Vaticano II y al ritmo de las Conferencias de los Obispos del Continente, en Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y, finalmente, en Aparecida (2007). Todo esto con la animación y acompañamiento de nuestro pastor, profeta y misionero hasta el final: Mons. Gonzalo López Marañón OCD.

¿En qué consistió ese "nuevo modo de ser Iglesia"? Ante todo hemos buscado ser fieles al Señor Jesús y su Evangelio; hemos querido vivir también las orientaciones de la Iglesia Latinoamericana; hemos intentado, además, llevar a la práctica las "Opciones pastorales" de la Iglesia del Ecuador; por otra parte, nos esforzamos por el aprecio y valoración de la religiosidad popular y las culturas; al tiempo hicimos el esfuerzo de pasar de una Iglesia clerical, a una Iglesia con creciente participación de las comunidades y del laicado; y, finalmente, tratamos de vivir junto al pueblo, sus alegrías y sus problemas.

El resultado fue una Iglesia sencilla y cercana a la gente, comunidad de comunidades, ministerial, encarnada en las culturas, participativa, que "camina con los dos pies" (La fe y la vida), que da importancia a los laicos y de manera especial a las mujeres.

Así hemos recorrido 40 años en la "novedad del Espíritu", que siempre está inspirando lo nuevo, lo mejor, lo que trasforma radicalmente. No sin deficiencias, omisiones y errores, como constan por escrito en nuestras asambleas anuales.

Coincidiendo con la salida de Mons. Gonzalo, por límite de edad, el Dicasterio Vaticano de la Propagación de la Fe intervino nombrando un Administrador Apostólico y prohibiendo siquiera la visita de nuestro obispo jubilado, con el mandato de "cambiar toda la pastoral". Para nuestra Iglesia esto supuso un fuerte "shock", se generó un conflicto cuyo nivel creció hasta causar "conmoción social" en nuestra provincia, lo que motivó la intervención del Estado Ecuatoriano.
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas: Como consecuencia, Mons. Gonzalo nunca pudo regresar a su querido Sucumbíos, a los PP. Carmelitas se les exigió la salida inmediata del Vicariato, y, lo más grave: nuestra Iglesia dividida y perseguida.

Ante lo sucedido han ido surgiendo incontables interrogantes: ¿Dónde quedó el mandamiento del Amor, la "corrección fraterna" y el rostro misericordioso de Dios?; ¿Por qué no nos han dicho claramente, cuál fue el gran error que cometimos, para corregirlo y, si es necesario, pedir perdón?. ¿Qué ha hecho la Iglesia para promover la reconciliación y la reparación? ¿Su visita puede ser la oportunidad para reparar a nivel eclesial y superar lo que nos divide e impide darnos la mano como hermanos/as?.

La gente sencilla, con su capacidad de resiliencia, nos ayudó a resignificar estas preguntas, de modo que, para nuestra Iglesia Local la experiencia de estos siete años se ha convertido en un kairós: una oportunidad para morir y resucitar que va floreciendo y madurando en el silencio, un fluir vital que va generando sabiduría y esperanza en la comunidad, una danza del Espíritu que continúa comunicando alegría a su pueblo peregrino en Sucumbíos:

Tenemos el Plan Quinquenal de Pastoral en marcha

Hay cientos de servidores/as y ministerios que se han afirmado en su compromiso con sus comunidades

Como Iglesia Local siempre estuvimos promoviendo la reconciliación y lo hemos conseguido

Hemos celebrado 25 años de la Escuela de Ministerios: gente del pueblo que, desde su pobreza, sigue ofreciendo el testimonio irrefutable de una vida entregada sin reservas
 

Y acabamos de inaugurar la Escuela de Teología Pastoral, para profundizar la formación permanente de los discípulos/as misioneros/as de Jesús

Y ahora que usted ha venido, Sr. Nuncio, aprovechamos para hacerle algunos planteamientos de cara al futuro:

Si el Papa Francisco dijo expresamente a Mons. Gonzalo que "lo que pasó en Sucumbíos no debería volver a pasar en la Iglesia", creemos que una forma de sanación y recuperación sería, con su valiosa gestión diplomática, lograr que quede abierta la posibilidad del regreso de los PP. Carmelitas OCD a Sucumbíos

Quitar los impedimentos que están obstaculizando "Retomar el Proyecto del Centro de Espiritualidad Monte Carmelo, como centro dinamizador de nuestra Iglesia", como consta en el Plan Quinquenal, orientado desde la familia Carmelita teresiana.

Por nuestra parte, Sr. Nuncio, nosotros ya hemos perdonado, y sentimos que ante los nuevos y grandes desafíos, el Señor alienta y fortalece nuestro sueño común de Iglesia en salida a las periferias, apasionada por el Reino de Dios.

Y ya que no hemos logrado hasta ahora ir a ver al Papa Francisco, como ha sido y sigue siendo nuestro deseo, le rogamos que Ud. sea nuestro mensajero ante Él, para testimoniarle nuestro inmenso cariño y nuestra firme adhesión a su ministerio que nos ayuda a ser una Iglesia comprometida, una Iglesia pobre, para los pobres.

Rece por nosotros, que también nosotros rezaremos por Ud., para que sea bendición para nuestro país y de manera especial para nuestra Iglesia. Atte.