miércoles, 30 de enero de 2013

ECOS DE MEDELLIN - ficha 1



  FICHA 1  

Medellín, 1968. Su eco llega hasta nosotros en forma de intuiciones vividas y experimentadas en el momento presente y el tesoro de un camino recorrido en ISAMIS. Los “Ecos de Medellín” son esos rumores que reconocemos en nuestra tradición eclesial. También es una realidad de la que formamos parte. 

  Queremos recoger algunos “ecos”  porque son MEMORIA  VIVA de lo somos y compartimos hoy.  En este año de la fe, queremos celebrar el Concilio Vaticano II desde la experiencia de Medellín, que nos ha dado a luz y que nos sigue  alentando en nuestras luchas. 

Con los “Ecos de Medellín” queremos proporcionarnos también una herramienta para seguir generando vida y espacios de formación permanente  en las distintas comunidades. Queremos en lo posible acoger el esfuerzo interpretativo que supuso la Conferencia de Medellín, su análisis y su propuesta y recoger para el momento presente aquellas intuiciones que pueden colaborar a una “nueva evangelización” desde nuestro contexto y desde nuestra identidad eclesial.

MEDELLÍN, EL “PRESENTE DEL PASADO”
La Conferencia de Medellín es el punto de partida de otros encuentros e inspiraciones que tenían su fuente de inspiración en el Concilio Vaticano II. Es una realidad presente aunque ya forma parte del pasado. Es un proceso profundo – según palabras de Gustavo Gutiérrez- que tiene callejones sin salida y retrocesos, pero también logros importantes y está en pleno vigor hoy. Uno de sus valores es que ha querido concretar el mensaje de Jesús desde su aspecto liberador y humanizador. Por eso no pierde creatividad. Humanizar el presente desde el espíritu de Jesús sigue siendo la tarea esencial cristiana. 

MEDELLÍN, UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL
Experiencia espiritual[1] que tiene en el Concilio Vaticano II y en la situación latinoamericana sus ejes motivadores. Muchos cristianos sintieron la llamada a la promoción de la justicia, al testimonio del Evangelio y en la reflexión teológica en el contexto anterior a la Conferencia.  Sin estas experiencias, en las que el Concilio Vaticano II fue decisivo,  no puede explicarse lo que sucedió en Medellín. Esa experiencia espiritual tuvo unos fundamentos y bases que hoy  podemos recrear en las comunidades. 


Fundamentos de la experiencia espiritual: 

1. LA PREPARACIÓN: “VER” Preparar la Conferencia de Medellín partiendo de la realidad humana del pueblo en medio del cual la Iglesia debía ser signo visible del Reino. Lo fundamental era “VER” los sufrimientos, las alegrías y los sueños y hacer un discernimiento de los signos de los tiempos en consonancia con el llamado de Juan XXIII. Medellín tuvo la osadía también de valorar los gérmenes de vida que había en el continente americano en los años setenta, analiza las causas de la pobreza y denuncia la “violencia institucionalizada”. Hace una opción clara para tratar de eliminar las causas que generan esa pobreza y estado de cosas, que parecen intocables y que perpetúan la opresión. La experiencia espiritual de Medellín se arraigaba también en el diálogo con sectores de población invisibilizados: poblaciones afroamericanas e indígenas y mujeres.

2. EL RETO- “JUZGAR” Descubre la pobreza no sólo como una lacra social sino como un reto mayor para el anuncio del Evangelio.  Juan XXIII habló por primera vez de la “Iglesia de los pobres” y que una iglesia así,  estaría en condiciones de anunciar el evangelio. La pobreza para Medellín es contraria a la voluntad de Dios. Así la opción por los pobres es una opción de evangelio. 

3. EL CAMINO- “ACTUAR”: Hay una relación estrecha y total entre el anuncio del evangelio y la promoción de la justicia. De modo que todo proceso evangelizador incluye la promoción humana y la denuncia de injusticias. 


Para nuestra reflexión y compartir:

1. Compartimos en nuestras comunidades recuerdos de aquellos años de la Conferencia de Medellín, qué clima había, qué nos impactó, qué recuerdos tenemos de la Iglesia de esos años.

2. ¿Podemos identificar los rasgos de nuestra experiencia espiritual como Iglesia de San Miguel de Sucumbíos?
a) ¿Qué vemos? (sufrimientos, alegrías, esperanzas…)
b) ¿Qué retos se nos presentan en la actualidad?
c) ¿Qué caminos debemos seguir tomando para garantizar el anuncio del evangelio y la promoción de la justicia?


[1] GUTIÉRREZ, G: Medellín, una experiencia espiritual. www.memoriayprofecia.com

sábado, 26 de enero de 2013

No perder el sentido

Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

De leer a leer va mucho.

Se puede leer la Palabra de Dios desde un púlpito, y se puede leer en el campo, en medio de las tareas cotidianas. Tan accesible y tan esquiva al mismo tiempo, Dios se da a través de ella: algo de sí mismo, algo de nosotros mismos y algo de lo que pasa.

Jesús de Nazaret se encuentra con ella en medio de su pueblo. Ahí experimenta a un Dios cercano que a través de la Palabra, le dice cuál es su misión en el mundo.

En ella no descubre doctrinas morales, tampoco recetas mágicas para seguir viviendo, ni siquiera argumentos que le dan la razón. Jesús lee a los profetas y siente un gran alivio que le confirma en lo que ya el Padre le ha revelado en lo secreto y en lo cotidiano: que su misión en este mundo es liberar a los oprimidos por el mal. Y que debe reunir cuantas fuerzas tenga para hacerlo realmente efectivo.

Pero no sólo se trata de una experiencia personal que tiene que guardarse en la intimidad. Todos están fijos en él en la sinagoga. Todos esperan que diga algo. Algo moralmente correcto, algo supuestamente sabido, algo escuchado tantas veces. Pero no, Jesús se atreve a decir: Hoy se ha cumplido esta Palabra, es decir, los tiempos mesiánicos están aquí. Nada se ha perdido, al contrario, todo se realiza hoy. Y se hace realidad en  mis propias manos.

Jesús rescata la memoria del profeta Isaías. El fundamentalismo religioso pretende acabar con ella y la sustituye por otra basada en cumplimientos y rituales, sacrificios y holocaustos que acallan la injusticia, verdades a medias que dejan las cosas como están.   La verdad y honestidad para poder decir “esta Palabra se cumple hoy” se corrobora en la mirada profunda que Jesús tiene sobre sí mismo y sobre lo que está pasando,  en la denuncia de los crímenes y atrocidades que se hacen en nombre de Dios y en su actuación decidida liberando a la gente del mal.

El fundamentalismo religioso que amenaza a la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, también pretende acabar con la memoria de Jesús que se ha ido encarnando a lo largo de los años como un germen de novedad y vida en las comunidades. El fundamentalismo no atiende a razones ni a diálogos, no tiene propuestas, simplemente ejerce violencia en nombre de lo sagrado. Tampoco hace análisis, ni profundiza. Pero es siempre estridente y hace ruido lanzando al aire medias verdades y grandes mentiras, confunde los ánimos, atemoriza y luego dice: aquí no ha pasado nada. Todo sigue igual. Jesús se atreve a decir cuando es alcanzado por la Palabra de Dios: aquí sí ha pasado algo, aquí se ha producido un milagro, aquí en este momento Dios sigue actuando en favor de los oprimidos.

La tenacidad que vence al fundamentalismo no está en la violencia sino en el seguir creyendo en Dios que a través de su Palabra que alienta a ser la memoria liberadora de Jesús.

jueves, 24 de enero de 2013

CONCILIO VATICANO II: UNA IGLESIA VERDADERAMENTE UNIVERSAL

Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el Sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo. (Unitatis Redintegratio, n.1)
 
La palabra “católico” significa universal. El Concilio Vaticano II releyó la identidad de la Iglesia católica desde esta llamada a la universalidad. Ello significó la ruptura de las fronteras ideológicas y reales que mantenían a la Iglesia en pugna y controversia con el mundo actual. Y seguimos año tras año celebrando la semana de oración por la unidad de los cristianos.
¿En qué sentido el Concilio Vaticano II es inspirador? ¿Podemos dejar pasar el año de la fe sin hacer una reflexión, sin meditar al menos qué queremos decir cuando oramos por la unidad de los cristianos?
Tenemos algunas pistas. Hay un trabajo por hacer desde dentro de la Iglesia católica. Así lo reconoce el Concilio cuando exhorta a todos los fieles católicos a que contribuyan eficazmente en la tarea ecuménica.  Este trabajo interno tiene un camino: reconociendo los signos de los tiempos, cooperen diligentemente en la empresa ecuménica.(UR 4)
a) RECONOCER LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS Y COOPERAR CON DILIGENCIA AL PROYECTO ECUMÉNICO.
Jesús permanentemente en el evangelio instaba a que sus discípulos y discípulas reconocieran los signos de los tiempos y el Concilio, queriendo ser fiel al espíritu evangélico, hace este gran descubrimiento: que el tiempo presente se muestra como oportunidad y como reto, que hay que discernir para decidir lo que más se acerque a Jesús.
En segundo lugar, se trata de cooperar con diligencia. No con buenas palabras e intenciones, sino con diligencia. Tendríamos que preguntarnos qué cosas logran que pongamos todas nuestras energías y diligencia hoy en la Iglesia: hay cosas que pasan y a las que no prestamos atención. Ésta del ecumenismo implica diálogo, participación, disposición a ciertas renuncias, visión, horizonte… ¿Dialogar? ¿Para qué? Está claro que para tener un mayor y más profundo conocimiento y una mayor estima mutua entre las diversas confesiones religiosas. El diálogo es una poderosa arma para la autenticidad y la libertad.
b) DAR LOS PRIMEROS PASOS DE CERCANÍA Y RENOVAR Y CORREGIR LO QUE HAY DE RENOVABLE EN EL SENO DE LA IGLESIA CATÓLICA
El esfuerzo del diálogo que supone una salida fuera de sí, irá implicando una vuelta reconciliada hacia dentro de la Iglesia Católica. Así lo expone el Concilio cuando afirma que: Los fieles católicos han de ser, sin duda, solícitos de los hermanos separados en la acción ecumenista, orando por ellos, hablándoles de las cosas de la Iglesia, dando los primeros pasos hacia ellos. Pero deben considerar también por su parte con ánimo sincero y diligente, lo que hay que renovar y corregir en la misma familia católica, para que su vida dé más fiel y claro testimonio de la doctrina y de las normas dadas por Cristo a través de los Apóstoles. (UR 4)
La disposición a renovar lo que tiene que renovarse dentro, en estructuras, modos de pensar, funcionamiento, funciones… es decir, una disposición permanente a la autocrítica como proceso totalmente necesario para la unidad: Puesto que toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación, por eso, sin duda, hay un movimiento que tiende hacia la unidad. Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad hasta el punto de que si algunas cosas fueron menos cuidadosamente observadas, bien por circunstancias especiales, bien por costumbres, o por disciplina eclesiástica, o también por formas de exponer la doctrina —que debe cuidadosamente distinguirse del mismo depósito de la fe—, se restauren en el tiempo oportuno recta y debidamente. (UR 6)
El campo para esta renovación perenne es cotidiano. En la catequesis, en la liturgia, en la predicación de la Palabra, en la renovación bíblica y litúrgica, en la espiritualidad del matrimonio, en la vida religiosa y en la vocación laical y en todos los ámbitos de la actividad eclesial.
c) LA FORMACIÓN
 Es necesario que las instituciones de la sagrada teología y de las otras disciplinas, sobre todo, históricas, se expliquen también en sentido ecuménico, para que respondan lo más posible a la realidad. (UR 10)
Formarse sin polémica, con sumo cuidado, afirma el Concilio. Porque el modo de expresar la fe tiene que obedecer al verdadero sentido si es que se quiere sembrar algo positivo en el corazón de la humanidad. Esto implica también evitar los prejuicios y una búsqueda humilde y auténtica. (cf. UR n. 24)
Han pasado cincuenta años desde que el documento conciliar sobre el ecumenismo fue promulgado el 21 de noviembre de 1964. Se ha reflexionado mucho dentro y fuera de la iglesia católica. Se han dado pasos interesantes relativos a la unidad. Esos pasos deben seguir profundizándose y dando sus frutos en unas sociedades cada vez más complejas, diversas, divididas y segmentadas por los postulados del mercado. La unidad no es sólo buena voluntad, sino que implica un conocimiento de los mecanismos de la injusticia estructural y una tarea decidida por la concienciación.  Por eso, el Espíritu nos llama a orar como conviene. No podemos conformarnos con sólo decir al Padre Dios: danos la unidad. Orar desde la consciencia absoluta del momento presente, trabajando con paciencia, humildad, perseverancia por erradicar la violencia que nos envilece, por analizar las causas y por buscar alternativas sostenibles al sistema de mercado neoliberal, por buscar en nuestra tradición eclesial las fuentes que nos nutran y nos impulsen, por estar totalmente dispuestos a la renovación y la reforma eclesial. Celebremos la unidad, vivamos la unidad, queramos la unidad y la unidad nos hará libres.
 
 

martes, 22 de enero de 2013

PRIMER TOMO DE LAS REFLEXIONES DEL CONGRESO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA. BRASIL -OCTUBRE 2012

 
Queridos hermanos y hermanas, que la Paz del Señor Jesus y la bendicion de su Madre amada, compañera del caminar de los pueblos en la busqueda de la liberacion: que es el Reino de Dios entre los hombres, sea siempre con ustedes.
 
Ponemos a disposicion de todos este PRIMER TOMO de las reflexiones del Congreso Internacional de Teologia que se realizo en San Leopoldo- Brasil en octubre pasado.
 
La riqueza excepcional que este trabajo contiene, habla por si sola, seria inprocedente el abundar en presentaciones.
 
Luego de consultar y recibir la autorizacion correspondiente de la Coordinacion de Amerindia en Ecuador, hemos visto adecuado que se lo publique en la pagina de ISAMIS, pues entre otras delegaciones del paìs ella fue objeto de especial cariño y admiracion en aquel magnifico evento.
 
Que todos aprovechemos de tan valioso material.
 
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sábado, 19 de enero de 2013

… se celebraba una boda en Caná de Galilea…


De la mano del Evangelista Juan vamos a iniciar el Camino.

Qué Camino, se preguntarán.

Pues el Camino que nos lleva al Reino, el Camino que Jesús propuso al grupito de amigos y amigas que se animaron a seguirle. Lo encontramos en el capítulo primero del Evangelio de Juan. Luego de la presentación de la Encarnación, así sin preámbulos, sin detalles que nos puedan confundir, si había mula o si había buey…, en directo, pero también en profundo: “y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros” (Jn 1,14).

Jesús escoge a sus colaboradores y colaboradoras. A los “ministros/ministerios” del Nuevo Reino. “Dónde vives, Maestro? Vengan y verán”… y Andrés y el otro discípulo de Juan “se quedaron con él aquel día”; luego llegaría también Pedro, y Felipe el de Betsaida y Natanael…

Y comienza la primera catequesis con el grupo. Juan nos quiere dejar claro desde el principio la propuesta de Jesús. Por supuesto la primera catequesis se da en la vida. No va al templo [lugar sagrado], ni siquiera a la sinagoga… ni busca a los sacerdotes [personas sagradas] para que la den… ni se preocupa si es sábado [tiempo sagrado] o no.

Lo segundo que quiere dejarnos claro Juan es que se trata de un SIGNO. Juan no quiere hablar de milagros, que pueden confundir e identificar con el poder. Y claro tratándose de un signo del Reino… nada mejor que una boda. Porque era un signo que los discípulos conocían muy bien. Y es que en el Antiguo Testamento el matrimonio fue uno de los símbolos más usados para hablar  del amor y de la alianza de Dios con su pueblo.  La boda lleva inseparablemente unida la idea de banquete; símbolo de tiempos mesiánicos. El vino era un elemento inseparable del banquete. En el AT, era signo del amor de Dios a su pueblo. La abundancia de vino era la mejor señal del favor de Dios.

Para Juan no importan los detalles. Quiénes eran los novios? Si era una boda importante, cómo es que el mayordomo comete el error de no prever el vino necesario? Esos detalles no son importantes… En cambio queda muy bien resaltado el contraste entre lo Antiguo, caduco y sin vida (“Sucedió que se terminó el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino”),y lo Nuevo, lleno de vida, (“has dejado el mejor vino para el final”). Pero esta vida no viene de la ley, representada en las tinajas de piedra, como las tablas de la ley, llenas de agua para la purificación.  La vida aparece cuando el agua está ya fuera de las tinajas y se convierte en el vino nuevo.

Y Jesús es el centro y eje de esa nueva vida.  Se acabó la Antigua Alianza. Ya no da más de sí. Ahora comienza la Nueva Alianza. Eso es lo que quiere comunicarnos Juan con este signo. Hay que romper ya con la Antigua Alianza. El vino nuevo es el signo de la nueva relación entre Dios  y su pueblo, es el signo de la Nueva Alianza. No es la ley, ni el templo, ni lo sagrado… lo que salva. Eso es el Antiguo Testamento. Ahora es lo nuevo, el vino de las nuevas bodas, el encuentro y la comunión con Jesús y su Reino… Quién es capaz de descubrir esa novedad… simplemente María, la mujer (“mujer, por qué te metes en esto?), la representante de los anawin, del  resto de Israel.

Seremos capaces de aceptar esta novedad? El domingo pasado veíamos cómo los escribas y los sacerdotes no fueron capaces de ir al encuentro de Jesús a Belén. No será que  queremos purificarnos con el agua de las tinajas y no nos arriesgamos a beber el  vino nuevo de la Nueva Alianza?

martes, 15 de enero de 2013

100 DÍAS DE VIGILIA PERMANENTE EN SUCUMBÍOS, ECUADOR


“ÉSTA ES LA LUZ DE CRISTO, YO LA HARÉ BRILLAR”

10 DE ENERO 2013

100 DÍAS DE VIGILIA PERMANENTE EN SUCUMBÍOS, ECUADOR

Este jueves 10 de enero se cumplieron 100 días de la Vigilia Permanente de oración y reflexión en nuestra Iglesia de Sucumbíos, Ecuador y lo celebramos con mucha sencillez y significado.

La vigilia es la actitud cristiana y evangélica tomada por ISAMIS ante la situación de intervención a la que se ha sometido a nuestra Iglesia, desde el 10 de octubre del 2010. Hasta el día de hoy nadie se hace responsable por esta intervención realizada desde los escritorios y las lejanías de las curias correspondientes, pero la ceguera y sordera intencional impiden que consigamos el proclamado sueño de que volvamos a ser la “Casa y Escuela de Comunión” que se vivía hasta ese momento en Sucumbíos. 

Hemos querido fortalecer nuestro encuentro con Jesús de Nazaret, el Cristo Señor de la Vida, en la oración personal y comunitaria, para encontrar la paz y la no violencia que se requieren para enfrentar la agresión. Seguimos profundizando nuestra espiritualidad del seguimiento de Jesús y su Evangelio, bebiendo del propio pozo de la experiencia de oración que hunde sus raíces en la vida, aprendida en el caminar de nuestra Iglesia, de la Eucaristía con Jesús presente hecho Sacramento, la Koinonía de la vida de comunidad en el compartir, la convivencia, las enseñanzas de la Palabra de Dios, las enseñanzas del Concilio Vaticano II, los documentos del Magisterio Latinoamericano.

Es la segunda vez que activamos comunitariamente la Vigilia, porque permanecemos constantemente vigilantes y, la primera experiencia de 139 días, vivida del 7 de enero al 25 de mayo del año 2011, nos dio luces para entrar de nuevo en esta actitud comunitaria de oración.

Sin embargo, esta segunda vez, la Vigilia Permanente está marcada por algunas situaciones muy especiales y diferentes a la primera. Así, la Vigilia comenzó, como inicio de la Novena de preparación, con motivo del Año de la Fe, invitados/as por el Santo Padre Benedicto XVI, a conmemorar los 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II. Dada la experiencia de fe vivida en nuestra Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, guiados/as por nuestro Obispo Emérito Mons. Gonzalo López Marañón, en estas cuatro décadas postconciliares, en fidelidad al espíritu de abrir las puertas de la Iglesia y, movidos por las contradicciones al espíritu conciliar, que se quieren implementar en nuestra Iglesia, asumimos responsablemente esta invitación. La Eucaristía de inicio fue también en acción de gracias por la vida de Mons. Gonzalo, recordando a la distancia el 3 de octubre, su célebre cumpleaños. Las condiciones eclesiales por las últimas medidas implementadas, no iban en coherencia con las decisiones tomadas en las Asambleas Diocesana Ordinaria y Extraordinaria, según lo recogió la Carta Abierta del 29 de septiembre de 2012, Día de la Iglesia Local por la Fiesta del valiente Arcángel San Miguel. Por estas y otras situaciones muy delicadas, se tomó la firme decisión de buscar recuperar, actualizar, recrear y vivir el espíritu del Concilio Vaticano II para celebrar su Jubileo y no queriéndolo enterrar en el olvido.

El lugar de la Vigilia es la Parroquia del Divino Niño, en la ciudad de Nueva Loja, Cantón Lago Agrio, a donde todas las noches acuden devotamente los y las fieles vigilantes de diversas comunidades, barrios, parroquias y sectores de la ciudad. Con frecuencia se unen a la celebración litúrgica hermanos y hermanas de comunidades de la pastoral campesina de otros cantones, de la pastoral negra y visitantes solidarios/as de otras provincias y de otros países. Las celebraciones litúrgicas son ricas en su simbolismo. La Luz y la Cruz siempre están al centro significando la presencia de Jesús que está en medio de la comunidad. Todas las noches los y las participantes encienden el cirio principal y enseguida cada quien toma la luz en una velita que mantiene en sus manos hasta que se lee la Palabra de Dios. La oración es compartida y animada por diferentes equipos cada día. La reflexión de la Palabra de Dios es meditada, reflexionada y compartida ampliamente por los y las participantes. La riqueza de las reflexiones brota de la experiencia de la vida del caminar en la Iglesia Comunidad ministerial al servicio del Reino. Es la alegría de la Palabra que ilumina nuestra vida, es la alegría que el Vaticano II nos devolvió la Palabra de Dios a las manos del Pueblo de Dios para leer e interpretar lo que Dios quiere de nosotros. El compartir igualmente no puede faltar. Cuando llegan por primera vez representantes de nuevas comunidades o hermanos y hermanas a la Vigilia, se hace la entrega de la luz con mucha alegría al son del canto “Ésta es la Luz de Cristo, yo la haré brillar”, y así la Luz sigue aumentando y propagándose cada día.

Durante estos 100 días han ocurrido importantes eventos, como la celebración del Día de la Iglesia Comunidad Ministerial al servicio del Reino, el pasado 30 de octubre, la visita de un grupo de católicos/as alemanes de KLB, la visita de Mons. Paolo, el pasado 14 de diciembre, entre otros más hermanos y hermanas.

Los tiempos litúrgicos del Adviento y a Navidad nos prepararon para recibir a Jesús que con ayuda del material de la Novena, profundizamos en que “Jesús viene como Luz”. El pasado 6 de enero en la Epifanía, celebramos alegremente la manifestación de Dios en la Fiesta de la Infancia Misionera. Y ahora celebramos el Bautismo de Jesús, que ilumina nuestro bautismo, cuando asumimos la opción de seguirle a Jesús y se les dio la luz a nuestros padres y madres, para hacerla crecer. Ahora nosotros y nosotras la estamos haciendo crecer porque somos hijos e hijas de la Luz, y conscientes de la dignidad de nuestro bautismo.

Ya pronto nos espera la Madre de todas las vigilias, la Vigilia Pascual. Cuando la Luz vence a las tinieblas, con la victoria de Jesús resucitado sobre la muerte y el pecado. Nos preparamos desde ya, en este Año de la Fe, en la fuerza de nuestra fe viva en el Resucitado que fue crucificado.

¿Hasta cuándo será la Vigilia? ¿Serán otros 100 días o más? Ya se verá, iremos discerniendo los acontecimientos a la luz de la Palabra. Ya Jesús nos dijo  “…estén alertas, estén vigilantes, porque no sabemos el día ni la hora”. Así que toda la vida hay que mantener la lámpara encendida de nuestra fe en el Dios de Jesús de Nazaret, el Hijo del Dios Vivo.

“NO SE PUEDE SEPULTAR LA LUZ

NO SE PUEDE SEPULTAR LA VIDA

NO SE PUEDE SEPULTAR A UN PUEBLO

QUE BUSCA LA LIBERTAD”

 

sábado, 12 de enero de 2013

OJOS QUE VEN



 Miren a mi siervo.
Isaías 42, 1-4. 6-7;
Lucas 3, 15-16. 21-22

Miren al siervo, dice Isaías. Parece que Dios MIRA y se complace en un anónimo defensor de la justicia y el derecho. Esta persona es sostenida, elegida y preferida de Dios por su condición siervo, es decir, por su arduo trabajo interior para analizar la realidad, dejarse iluminar por ella y actuar para y por la transformación de la opresión.

Esta persona tiene muy claro que lo suyo es implantar el derecho y la justicia. Y lo hace de una manera inédita: no grita, no clama, no vocifera, no vacila en la defensa de esa justicia. Tampoco es alguien dominado por el fanatismo  ni el fundamentalismo,  porque la cañada cascada no la rompe, anima lo que tiene riesgo de apagarse y siente dentro de sí el llamado a ser luz de gentes y pueblos. No viene al mundo para dividir sino para crear unidad y amistad. No viene para destruir sino para crear un modo nuevo de relaciones y de vida.

Esa conciencia de sí es la de Jesús de Nazaret. Por eso, las comunidades cristianas,  releen su muerte y resurrección desde el Siervo de Isaías y consolidan la fe en el Dios que se manifiesta de semejante manera a la humanidad.

Jesús en el Bautismo experimenta algo que resulta ser fundamento de su vida y misión: un Dios que elige y sostiene. Un Dios que lo llama ser luz del mundo dando alivio a quienes están oprimidos. También Jesús tiene que hacer ese trabajo interior sobre su “modo” de estar en el mundo, sobre su propia visión de la realidad, sobre su manera de juzgarla y actuarla.

Las comunidades cristianas de todos los tiempos somos invitadas a MIRAR AL SIERVO. Y mirándolo, encontrar nuestras propias fuentes de vida y liberación. Miren al Siervo nos vuelve a sugerir el Espíritu. Miren en esas personas anónimas que buscan la justicia y el derecho en Sucumbíos. No gritan, no claman, no hacen grandes aspavientos y no tienen el favor de los poderosos. Pero son luz de las gentes por su vida sencilla, por su perseverancia y humildad, por su capacidad de diálogo, por su insistencia y lucha por la justicia, por su lucidez, por el esfuerzo en la erradicación de la violencia de género, por su trabajo cotidiano para la consolidación de la organización popular, por su trabajo para que se genere una conciencia crítica y cambio de mentalidades, por su lucha por el cambio de estructuras injustas y opresivas allá donde se encuentren, por esa tenacidad para la reconciliación... Miren al siervo, dice nuestro Dios, de múltiples rostros y circunstancias. Mírenlo indígena y negro, pobre y cotidiano. Y miremos al Siervo en todos esos siervos para que teniendo ojos que ven, tengamos corazón que siente y manos que actúan.