ISAMIS SEMBRANDO VIDA
Nuestra
Iglesia de San Miguel de Sucumbíos sigue “sembrando vida”, sigue llevando el
mensaje de Jesús, el Maestro, el Señor. Y es necesario hoy especificar, porque
el mensajero era el otro Jesús, el de Isamis, el del Vicariato de San Miguel de
Sucumbíos.
Los
que participamos en la celebración de despedida, el día 2 de julio, vivimos
sentimiento encontrados. Se quebraba la voz por la emoción, aparecían las
lágrimas que expresaban el dolor, la pena… el hermano, el amigo, el compañero…
que se iba y nos dejaba tristes.
Pero
al mismo tiempo había alegría y esperanza, porque “ya teníamos un santo propio,
nuestro”. A algunos les puede sonar a herejía, pero era el sentimiento que
afloraba en muchos de los presentes. Sentíamos a Jesús presente, con su
alegría, con su sonrisa contagiosa, con su espíritu animoso invitándonos a
vivir el momento con alegría y esperanza. “Además de tu cara, cuál es tu
problema?”, nos decía. No hay motivo para la tristeza, tenemos que estar
alegres y vivir intensamente cada momento.
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda
solo; pero si muere da mucho fruto” (Jn 12,24).
Y
qué bonitos frutos han ido apareciendo en estos días, en torno a la vida y la
muerte de nuestro hermano Jesús.
Esa
red de amistad, de fraternidad y de oración que ha surgido. Esas nuevas
relaciones que se han creado.
”Una red de cariño, solidaridad, fe,
esperanza y amor que hemos ido tejiendo con sueños, semillas y huellas de
Reino, con Gonzalo, con nuestro Arroyo y con tantas personas que hoy queremos
vivir esta Pascua definitiva del Padre Jesús, para que nos conforte y nos
sintamos arropados entre nosotros/as y por la Trinidad a la que
ofrecemos el testimonio de nuestro ser y sentir comunitario”.
“Se han multiplicado los hijos, las hijas,
los hermanos, las hermanas, los padres y las madres. Y en este último tiempo
con persecuciones hasta la muerte. Ojalá podamos morir como ha muerto él ya que
hemos compartido vida y esperanzas con él. Esta Iglesia pierde un gran hombre,
un hombre de Dios y por serlo, un hombre de los pobres que no ha sucumbido al
mal, no ha terminado abandonándola, se ha quedado en ella, como Juan de la
Cruz, como Teresa de Jesús. Y esto es un motivo de consuelo, satisfacción. Ese
testimonio es la muestra más grande de que Dios nos quiere mucho. Sabemos que
va por delante y está con nosotras”.
Estos testimonios
recogen algo de lo que hemos vivido estos días en torno a nuestro hermano
Jesús. Una vida intensa, llena de Dios, que al romperse ha derramado esa suave
fragancia y esa luz brillante que nos ha llenado de vida y de esperanza y que
ha llegado a todos los rincones. “Una
vida con un profundo amor a esta tierra de Sucumbíos, y con un alto nivel de
espiritualidad”, como nos recordaba Mons. Mietto en la invitación a la
celebración de su Pascua en Lago Agrio el día martes 3 de julio.
ISAMIS SIGUE SEMBRANDO VIDA.