¡Que difícil describir lo vivido en
esta entrañable Eucaristía, por tantas y tan variadas personas, (campesinos, indígenas, negros, urbanos, organizaciones
populares, misioner@s,…) que allí nos congregamos! ¡La catedral se nos quedó
pequeña! Todas teníamos algo en común: ¡El Señor nos había regalado la amistad
del P. Jesús Arroyo!, DISCÍPULO DE JESÚS y MISIONERO carmelita, que por muchos
años trabajó incansablemente en el ANUNCIO DE LA PALABRA en nuestra querida
Iglesia de San Miguel de Sucumbíos.
El P. Jesús una vez más nos había
congregado en una acción de gracias, en una fiesta de la Pascua por su vida, o
mejor, por la VIDA del Señor Jesús en él, por él, y con él en Sucumbíos.
Los
ritos iniciales consistieron en una memoria agradecida
por la Historia de Salvación del P. Jesús. Una breve reseña de su biografía y
una ¡preciosa! escenificación por parte de un grupo de jóvenes, nos ayudaron a
centrar el misterio de fe que nos congregaba: “Jesús nos ha convocado para
hacer memoria de nuestro amigo, hermano y compañero Padre Jesús Arroyo y para
dar gracias por toda la vida que él ha compartido con nosotros y nosotras en
esta Iglesia de San Miguel de Sucumbíos… Las personas que le hemos conocido
y compartido con él, la mesa, los caminos, las búsquedas, los sueños, y sobre
todo la fe, sabemos que su muerte es una
entrega que se une al ayuno, que en su día realizó Mons. Gonzalo, en la tarea de RECONCILIAR
ESTA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE SUCUMBÍOS. ¡Su muerte no es un final! El amor que
nos tuvo dará frutos de paz, perdón y reconciliación”
Cuando en el rito del perdón tomamos
conciencia de las veces que somos sordos, mudos, ciegos, o nos lavamos las
manos ante el dolor, la injusticia,…¡en fin, no oímos el clamor del Pueblo!, el misionero
Jesús Arroyo se nos presentaba como JESÚS el carpintero de Nazaret que tanto
padeció por denunciar la injusticia, la maldad, el error, …
La
Liturgia de la Palabra nos
dio luz para poder vivir desde la fe la pérdida. El Siervo doliente del profeta
Isaías 50, la poesía de Santa Teresa de “Vuestra soy para Vos nací”, la lectura
de Romanos 8, y el Evangelio del grano de trigo que cae en tierra, muere y da
mucho fruto (Jn 12), nos abrieron el corazón a la esperanza en la certeza de
que el P. Jesús sigue entre nosotros, desde una vida más plena en JESÚS. Porque
¡el Amor es más fuerte que la muerte!
Las peticiones, el compartir, las
ofrendas nos condujeron al gran misterio de la liturgia eucarística. Muerte y resurrección quedaron expresadas
en preciosas palabras que salían del corazón y de la experiencia de vida en la
relación mantenida con el P. Jesús. La luz, la tierra, las semillas, las
plantas que van brotando,… nos recordaron al Amigo de Dios que se comprometió
con su pueblo, militando la ternura.
En la
acción de gracias después de la Comunión tres testimonios: Poesía del P.
Pedro Tomás Provincial de Burgos (España) ante la muerte del P. Jesús; la carta fechada el 1 de julio 2012, de Tony el suizo amigo desde hace más de 25
años; y el testimonio del diacono D.
Humberto de la Vía Colombia, que conoció al P. Jesús en los inicios de su
experiencia misionera en Sucumbíos,
recogieron el sentir de los cientos de personas que también hubiéramos
querido transmitir nuestro testimonio.
Para concluir esta crónica deseo hacer
propias las palabras del poeta Benjamín
Glez. Buelta, y de este modo sintetizar lo nuclear de lo que fue la
Celebración Eucarística en Acción de Gracias por la Vida del discípulo
misionero P. Jesús Mª Arroyo o.c.d.
“Al morir mi amigo, algo de mi que ya era él se fue.
Algo de mí resucitó en él.
Al morir mi amigo algo de mí que ya era él se fue.
Al morir mi amigo algo de él que todavía es yo, se quedó.
Algo de él espera en mí, algo de
él espera en mí resurrección.
Al morir mi amigo algo de él,
que todavía es yo se quedó.
Algo de
mí resucitó en él. Algo de él espera en mí resurrección”
Todas
las personas allí congregadas terminamos con la sensación de que el P. Jesús
sigue vivo y presente en esta tierra que tanto amó, y en la que ya había
realizado su primer milagro: convocarnos a todos y todas de nuevo en torno a
Jesús el SEÑOR.
Pd:
La Eucaristia pascual de Jesus Arroyo, celebrada en Lago Agrio el martes
3 de julio, fue una experiencia tan intensa, enriquecedora y participativa -de
hecho duro cerca de tres horas - que la iremos reseñando poco a poco a lo largo
de los dias.