sábado, 29 de septiembre de 2012

Bienaventurados los limpios de Corazón

Al cumplirse el tercer mes de la partida de nuestro querido amigo y profeta el P. Jesús Arroyo, compartimos con ustedes un breve resumen de la homilía celebrada por Monseñor Nestor Rafael Herrera en la Misa del primer mes.
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En una de las bienaventuranzas Jesús nos dice: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo, 5,8). Creo que esta bienaventuranza la podemos aplicarla al Padre Jesús Arroyo, porque en su vida y en su ministerio como misionero carmelita descalzo mantuvo siempre la limpieza de corazón, la trasparencia en sus acciones y la fidelidad al Señor y a la Iglesia.
Del Padre Jesús recuerdo su sinceridad, su serenidad a pesar de las dificultades y su amor y espíritu de servicio a  las personas, familias y comunidades de Sucumbíos.

A pesar de todas las calumnias, de las falsas acusaciones y de los maltratos sufridos no perdió la confianza en Dios y en la Iglesia, mantuvo la limpieza de corazón y  de mente, superando las incomprensiones e injusticias que los misioneros carmelitas estaban sufriendo.

Los carmelitas descalzos, guidaos por Monseñor Gonzalo López  con la estrecha colaboración del Padre Jesús, en el Vicariato de Sucumbíos han tenido como objetivo  construir y hacer presente el Reino de Dios, anunciado y cumplido por el Señor Jesús,  a través de su tarea evangelizadora y de una acción social comprometida, siendo conscientes que el Evangelio y la fe deben vivirse en la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y en la práctica del amor a los hermanos. El amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos (1 Jn 2, 4),  prestando especial atención a los más pobres y olvidados.

Así lo entendió el Padre Jesús que, estando abierto a todos sin distinciones ni acepción de personas, tuvo como guía pastoral la  Palabra de Dios, el Concilio Vaticano II y los documentos de Medellín,  Puebla, Santo Domingo y Aparecida.

Su testimonio es su vida dedicada a la misión,  al compromiso y al trabajo con los pobres, con los indígenas, con las personas sencillas de Sucumbíos. En ellos y con ellos descubrió la salvación que viene de Cristo para liberar a la humanidad. 

Por eso hoy recordamos su pascua, muerte y resurrección, unida a la Resurrección de Cristo quien, sin duda, lo ha acogido ya junto a sí, porque  nuestro hermano Padre Jesús Arroyo fue una  persona limpia de corazón.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

ROMPER FRONTERAS, AMPLIAR LA VISIÓN

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

Una de las cuestiones que más nos afectan y nos afean en el mundo actual es el tema de las fronteras. Fronteras físicas que se justifican en todos los Estados y de múltiples formas. La gente nos “hemos acostumbrado” a  esas situaciones donde atravesar fronteras sin determinados papeles o requisitos “ilegaliza” y “criminaliza”. Tu carta de presentación es un documento, también lo es en muchos casos el aspecto físico. Determinadas características personales son sospechosas en aeropuertos o controles policiales.

¿Qué tiene que ver esto con Jesús de Nazaret? Este ser humano indagó profundamente en la condición humana y en la realidad. Y le presentan el caso de alguien que hace lo que él hace pero no está con Él. Cualquier persona se pone en guardia, le entra la curiosidad o establece un debate. Sin embargo, Jesús rompe las fronteras mentales producto de la inseguridad y los temores. Su libertad le lleva a alegrarse por quienes como Él hacen lo que Él hace. Dedicarse a echar demonios es una tarea tan necesaria, tan inusual y al mismo tiempo tan urgente, que es necesario acoger el bien de donde venga y de quien venga.  La respuesta es sabia e introduce un modo de actuar en la comunidad de discípulos-as  basado en la libertad y la falta de temores, en la acogida incondicional de lo bueno sin mirar si eso bueno de otros va a significar o no un prosélito más, un seguidor más, es decir, sin mirar si se aumentan o se disminuyen el número de los creyentes, que otorgaría nuevas seguridades.

Ese modo de pensar, sentir y actuar de Jesús es un permanente reto en la Iglesia. Las fronteras ya sean culturales, mentales, ideológicas o de fe, debieran ser las mínimas para que el bien discurra sin dificultad en el mundo. El bien no debe contenerse ni posponerse. El bien debe ser una fuerza incontenible y creativa y hacer que ese bien brote en todos los lugares es la tarea fundamental de quienes nos llamamos seguidores-as de Jesús.

Si miramos la realidad, y si no tenemos miedo a reconocer la evidencia, nos queda mucho por recorrer. Si miramos el mundo como lo quiere Dios, la preocupación por combatir el mal  a fuerza de bien ocuparía nuestro pensamiento y nuestras acciones. Las energías perdidas en pensamientos y preocupaciones por el futuro se canalizarían en una energía total para el bien. Entonces, las fronteras que parecen evidentes y a las que nos hemos acostumbrado, sean políticas, económicas, culturales o religiosas, empezarían primero a ser cuestionadas y después derrocadas por inservibles. Por ahora, detectemos como Jesús a quienes en su nombre luchan contra lo malo y hagamos con ellos y ellas comunión y fiesta.

lunes, 24 de septiembre de 2012

LAS CEBs: UNA IGLESIA DE COMUNIÓN.

Las CEBs, como expresión de la vivencia comunitaria de la fe en Jesús y el compromiso por el Reino de Dios, no son una novedad que  nos hemos inventado. Son la expresión más genuina y más primitiva de la Iglesia. En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos la historia de esa vida. Las vemos surgir desde la experiencia del encuentro con Jesús, primero. Y de la “enseñanza de los apóstoles” (Hech 2,42) después. Ellas son la expresión mínima de esa Iglesia que surge a partir de la predicación de Jesús y que comienza a estructurarse a partir de la Resurrección. La experiencia de la Resurrección y la vivencia de la presencia del Espíritu Santo en Pentecostés, son las experiencias fundantes de esta primera comunidad, experiencia que se debe repetir en toda comunidad que quiera ser Iglesia de Jesús.

Esta presencia del Espíritu en las comunidades hace surgir la comunión y la participación  de sus fieles, sacando de cada uno lo más rico y variado. Es por eso que encontramos tanta variedad de comunidades: Jerusalén, Antioquía, Efeso, Corinto, Roma, etc. No se trata de una uniformidad de vida, sino de una comunión desde la diversidad.

De estas pequeñas comunidades va surgiendo la vida de la Iglesia, surgen también los ministerios (cfr. Hech 7,2-4): Ministerio de la Palabra, Servicio de las mesas, Ministerio de la Coordinación (como servició de comunión no como ejercicio de poder) etc. ...

La Iglesia, sustentada en las Comunidades, vivió una etapa de profunda vitalidad. Una cantidad grande de mártires; una actividad misionera amplia y con sus mejores elementos (cfr. Hch. 13,2-3).

El cambio político que supuso la “conversión” del Emperador Constantino en el imperio romano, afectó también fuertemente a la Iglesia.

Javier Cantalapiedra, cantautor de los años 70, recoge muy bien ese cambio en su canción “la Casa de mi amigo”

 

La casa de mi amigo no era grande, su casa era pequeña.

En casa de mi amigo había alegría y flores en la puerta.

A todos ayudaba en su trabajo, sus obras eran rectas.

Mi amigo nunca quiso mal a nadie: llevaba nuestras penas.

 

 

Mi amigo nunca tuvo nada suyo: sus cosas eran nuestras.

La hacienda de mi amigo era la vida, amor era su hacienda.

Algunos no quisieron a mi amigo le echaron de la tierra.

Su ausencia la lloraron los humildes: penosa fue su ausencia.

 

La casa de mi amigo se hizo grande y entraba gente en ella.

En casa de mi amigo entraron leyes, y normas y condenas.

La casa se llenó de comediantes, de gente de la feria.

La casa se llenó de comerciantes: corrieron las monedas.

 

La casa de mi amigo está muy limpia, pero hace frío en ella.

Ya no canta el canario en la mañana no hay flores en la puerta.

Y han hecho de la casa de mi amigo una oscura caverna

donde nadie se quiere ni se ayuda donde no hay primavera.

 

Tiramos de la casa los abusos, en busca de sus huellas;

y ya estamos viviendo el Evangelio en esta casa nueva,

donde se come el pan y bebe el vino sin leyes ni comedias.

Y ya hemos encontrado nuestro amigo y seguimos sus huellas.

 
A partir de los años 60, en regiones donde la presencia de los sacerdotes era muy escasa, se comenzó a hacer una lectura de la Biblia desde el pueblo, desde su realidad y sus problemas. Nuevamente la “enseñanza de los apóstoles”, se convirtió en fuente de vida y de esperanza para los pobres. En torno a ella fueron surgiendo nuevamente numerosas comunidades que se regaron por toda América Latina. Posteriormente el Concilio Vaticano II y las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla, dieron un fuerte impulso a este modelo de Iglesia, que tuvo, igual que la Iglesia de las Comunidades Primitivas su etapa de esplendor y de grandes mártires, Mons. Romero, entre otros.

Esta Iglesia de Comunidad recoge, entonces, el espíritu y la esencia de las Primeras Comunidades. No se trata de un movimiento más, no se trata ni siquiera de un carisma, como pueden ser la Renovación Carismática o el Movimiento Juan XXIII, o incluso los carismas de la vida religiosa. Es la Iglesia en toda su esencia y en su mínima expresión. Pero una Iglesia que vive la Comunión y Participación de una forma plena, tal como nos invitaba la Conferencia de Puebla.

Lamentablemente este modelo de Iglesia que nace de la experiencia vivida por los apóstoles con Jesús, y por lo mismo plenamente evangélico, está queriendo ser eliminado y suplantado por otro modelo, la parroquia, ajeno a la vida de las primeras comunidades; pero más acorde con una estructura de iglesia poder como la que surgió luego de la “conversión” de Constantito, a que aludíamos anteriormente.

 

Queremos presentar un estudio que publicara el sacerdote brasileño José Marins, que viene  acompañando a las CEBs de toda América casi por cincuenta años. Es por lo mismo un estudio serio, y de una persona que conoce y quiere mucho a las CEBs. Como es un poquito largo lo daremos a conocer en varias entregas.

SUCUMBIOS TIERRA PARA VIVIR III

La historia nos dice:
Para dominar indios
Los españoles trajeron un dios blanco
Y curas que hablan de Dios
DE UN DIOS, DE UN INFIERNO, DE UN CASTIGO
De ¡muerte!
 
! Lo más cruel… ¡
Confiesan a los indios
Para conocer sus pensamientos
Y apoyar al patrón
Y COBRAR LOS DIEZMOS
Para dominar EN NOMBRE DE DIOS.
 
 Hermanos y hermanas…
 ¡DIOS  ES LIBERADOR  EN EL AMOR¡

Desde el corazón de la selva
 

domingo, 23 de septiembre de 2012

SUCUMBIOS TIERRA PARA VIVIR II



En Sucumbíos,
Tierra  de todos.

¡HOMBRES  DE OTROS LADOS
Llegaron camuflados
Con piel de oveja.
Y dicen  SER REPRESENTANTES DE  DIOS
Y ES MÁS…! SE CREEN DIOS!

El Evangelio lo dice, 
Ser mansos como  palomas
Y astutos como  serpientes.

¡Hermanos  hermanas
Cuidémonos de los lobos ¡

Desde el corazón de la Selva

¿Por qué lo olvidamos?



¿Por qué lo olvidamos?
Marcos 9, 30-37
José Antonio Pagola



Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que “no le entendieron y les daba miedo preguntarle”. En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: “¿De qué discutíais por el camino?”. Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado”.
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la enseñanza de Jesús. Pásalo.


viernes, 21 de septiembre de 2012

SUCUMBIOS TIERRA PARA VIVIR

Padre Mío
Tu amor a los pobres…,
No tiene medida
 
Hay hombres,
¡Como tú! Que dan todo y,
Por dar todo
Son acusados.
¡Sí!.. Acusados
¡Por el Sanedrín¡
 
Dios, Tú eres Padre
¡Padre de todos!

Desde el corazón de la Selva