Al cumplirse el tercer mes de la partida de nuestro querido amigo y profeta el P. Jesús Arroyo, compartimos con ustedes un breve resumen de la homilía celebrada por Monseñor Nestor Rafael Herrera en la Misa del primer mes.
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En una de las bienaventuranzas Jesús nos
dice: “Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo, 5,8). Creo que esta
bienaventuranza la podemos aplicarla al Padre Jesús Arroyo, porque en su vida y
en su ministerio como misionero carmelita descalzo mantuvo siempre la limpieza
de corazón, la trasparencia en sus acciones y la fidelidad al Señor y a la
Iglesia.
Del Padre Jesús recuerdo su sinceridad, su serenidad
a pesar de las dificultades y su amor y espíritu de servicio a las personas, familias y comunidades de
Sucumbíos.
A pesar de todas las calumnias, de las falsas
acusaciones y de los maltratos sufridos no perdió la confianza en Dios y en la
Iglesia, mantuvo la limpieza de corazón y
de mente, superando las incomprensiones e injusticias que los misioneros
carmelitas estaban sufriendo.
Los carmelitas descalzos, guidaos por
Monseñor Gonzalo López con la estrecha
colaboración del Padre Jesús, en el Vicariato de Sucumbíos han tenido como
objetivo construir y hacer presente el
Reino de Dios, anunciado y cumplido por el Señor Jesús, a través de su tarea evangelizadora y de una
acción social comprometida, siendo conscientes que el Evangelio y la fe deben
vivirse en la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y en
la práctica del amor a los hermanos. El amor a Dios es inseparable del amor a
los hermanos (1 Jn 2, 4), prestando
especial atención a los más pobres y olvidados.
Así lo entendió el Padre Jesús que, estando
abierto a todos sin distinciones ni acepción de personas, tuvo como guía
pastoral la Palabra de Dios, el Concilio
Vaticano II y los documentos de Medellín,
Puebla, Santo Domingo y Aparecida.
Su testimonio es su vida dedicada a la
misión, al compromiso y al trabajo con
los pobres, con los indígenas, con las personas sencillas de Sucumbíos. En
ellos y con ellos descubrió la salvación que viene de Cristo para liberar a la
humanidad.
Por eso hoy recordamos su pascua, muerte y
resurrección, unida a la Resurrección de Cristo quien, sin duda, lo ha acogido ya
junto a sí, porque nuestro hermano Padre
Jesús Arroyo fue una persona limpia de
corazón.