domingo, 27 de julio de 2014

Domingo XVI del Tiempo Ordinario



Lectura orante del Evangelio: Mateo 13,44-52
“Dios nunca se cansa de dar. Porque no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya unido a sí mismo, comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que la tiene por dar” (Santa Teresa, Camino 32,12).

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo. El tesoro no es otra cosa que Dios mismo, habitando nuestra interioridad, queriendo darse a conocer a su manera, amándonos siempre. Dios nos nace en los adentros, regando nuestra vida de posibilidades. Toda persona lleva dentro el secreto de Dios. A la esterilidad le sale al paso la fecundidad. A nuestro campo le nace el milagro de la vida. El tesoro oculto está al alcance de todos. No hay que ir lejos a buscarlo porque está escondido en el corazón de la vida. La oración, la humilde oración, sabe de estas búsquedas y de estos encuentros con Dios en la interioridad. Tú, Señor, dentro de nosotros ¡Qué maravilla! Quedamos sobrecogidos.  

El que lo encuentra, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. Dios es esa imprevisible novedad que llena de alegría nuestra vida. Para hacer experiencia de su amor se nos da una clave sorprendente para nosotros: vender. No tener nada, no llevar nada. Dios no es una propiedad más de los ricos y poderosos. A Dios lo compramos con nuestra nada. Dios es pura gracia. Más allá de nuestros ruidos están los sonidos de la vida. El resultado de este trueque de vender y comprar es la danza del Espíritu. En las entrañas resuena una música nueva: la del Dios desconocido y fascinante que se deja notar. Es alegría de enamorados. Es la hora del baile, de la risa libre, del servicio gratuito, de la entrega de la vida. La oración nos enseña a reír en medio de la pobreza. ¡Qué grande es nuestro Dios! ¡Con qué gratuidad nos entrega su gozo! Gloria a ti, Señor. Gloria, por siempre. Bailamos para ti.  

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas. ¿Dónde está naciendo la vida hoy? Hacia ahí encaminamos nuestros pies. ¿Dónde se oyen cantos? Hacia ahí orientaremos nuestros oídos. ¿Dónde se está celebrando la vida con los pobres? Hacia ahí va nuestro corazón. La oración es esto: Nuestras búsquedas más verdaderas y limpias al encuentro de Dios, la perla fina; sabernos abrazados e integrados en la fascinante aventura del reino. Dios sabe cómo engendrar vida en nosotros. Fascínanos, Señor. Enamóranos, Señor. Sorpréndenos, Señor.

Al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. La oración es un aprendizaje de alegría. El cielo de Dios no puede ser aburrido. Aprendemos a vivir cuando tiramos por la ventana lo que nos da una falsa seguridad, cuando nos desnudamos de los vestidos que no cubren nuestra desnudez, cuando nos reímos de las pequeñeces en las que apoyamos la vida, cuando desandamos caminos que no llevan a la fraternidad. ¡Fuera el yo posesivo! ¡Qué alegría rescatar la verdad, la sinceridad y la transparencia! ¡Qué alegría ser uno mismo y no otro! Cuanto más recibimos de Dios, más nos brota el deseo de amar. Amor saca amor. Los dones de Dios nos enamoran. Dios es un buen pagador, no defrauda. La oración nos ayuda a entender esto. Todo es gracia. Gracias, Señor. Por siempre. Gracias a ti.   

¡Feliz Domingo! CIPE - julio de 2014

domingo, 20 de julio de 2014

LA MUJER QUE MULTIPLICA, EL ÁRBOL QUE COBIJA Y LA SEMILLA QUE RESISTE. - Mateo 13,24-43


Tres grandes retos para la Iglesia en estos momentos: mujer, árbol y buenas semillas. Son retos de Reino de Dios. Jesús no habló de Iglesia, sí de Reino. El Concilio Vaticano II dijo que el para qué de la Iglesia es el Reino de Dios: ella tiene la misión tanto de anunciar el Reino de Dios como de ser germen y principio del mismo. ¿Y qué es el Reino de Dios? Es el mundo como Dios lo quiere. Entonces, para no hacernos lío, cristianos y cristianas, tenemos unos buenos oídos que oyen y ojos que ven.

Jesús dice que el mundo como Dios lo quiere es como una MUJER que amasa y sabe poner la medida a la harina para multiplicar el pan. La Iglesia, germen del Reino entonces debiera ser como una MUJER, que sabe poner y quitar de todos los recursos con los que cuenta para hacer que se multiplique el pan en este mundo, es decir, la justicia. Si la Iglesia tiene que renunciar a poderes, prestigios, prepotencias, moralismos, etc. porque no le ayudan a multiplicar el pan de la justicia, debe hacerlo. ¿Para qué? Para acrecentar y posibilitar el alimento a los-as pequeños-as. Eso es discernir.

Jesús dice que el mundo como Dios lo quiere es como un árbol que ha nacido de una pequeña semilla y ha encontrado su misión en cobijar. Esta conciencia del tiempo lento y necesario del crecimiento permite encontrar orientación y sentido. La humanidad como una pequeña semilla debe consentir esta siembra que tendrá fruto en el futuro. En este momento trágico de nuestro mundo se multiplican no las semillas sino las bombas, los atentados contra la justicia y la más cruenta impunidad. La Iglesia como germen del Reino de Dios no puede dejar de ser esa semilla de mostaza que tiene como única misión cobijar y albergar la vida en su seno.

Jesús dice que el mundo como Dios lo quiere tiene que ver mucho con una semilla amenazada por la cizaña del enemigo de la tierra. La resistencia viene de consentir al aprendizaje del discernimiento. Parece que esta imagen inquietó mucho a las primeras comunidades cristianas, necesitaban una explicación del Señor. Y la obtienen: lo bueno está constantemente amenazado, mezclado, invisibilizado por lo malo. La clave no está en pelear con lo malo intentando meterse en su mismo mecanismo de destrucción sino seguir creciendo, madurando para deshacer ese mal. Si la Iglesia es ya un germen del mundo como Dios lo quiere, debe ser maestra en discernimiento, empeñarse no tanto en que crezcan otros y otras como en el crecimiento, maduración y profundización del bien que le es regalado por el Resucitado, por pura misericordia. Menos moralismo entonces y más radicalidad evangélica.

Llegará un día y creemos que ya está aquí en que la Iglesia escuche con sus oídos y vea con sus ojos y reconozca que si quiere ser germen del Reino su rostro se debe parecer a mujeres que amasan, sus hijos e hijas a unos árboles que cobijan y sus instituciones, estructuras y acciones a semillas que persisten en crecer en medio de las plagas.

lunes, 14 de julio de 2014

Mamá Dolores


Este domingo 6 de julio de 2014 en la ciudad de Riobamba, falleció la mamita de nuestro querido Raúl Usca.  La Iglesia de San Miguel de Sucumbíos se hizo presente con el P. Obispo Celmo Lazzari a la cabeza y un nutrido grupo de sus comunidades cristianas; agradecemos al Dios de la vida, por el don que fue nuestra querida mamá Dolores y sabemos que su legado fructificará en su corazón.

domingo, 13 de julio de 2014

CORAZONES EMBOTADOS - Mateo 13,1-23


Parece que para Jesús el problema para no acceder a los secretos del Reino de Dios está en el corazón embotado. La palabra embotar significa debilitar y entorpecer. También se refiere a la acción de quitar los filos o puntas a ciertas armas e instrumentos cortantes.

¿Será que Jesús señalaba que los corazones estaban embotados refiriéndose a que las personas habían perdido el sentido y orientación de la propia misión? ¿Será que lo que afirmaba Jesús es que el pueblo de Israel entero a pesar de su Ley y su Templo, no podía ejercer la función para la que nació, es decir, ser pueblo de Dios?

En cualquier caso, las parábolas son una especie de revulsivo para despertar, para ver si la navaja vuelve a estar afilada y aquella sociedad puede volver a recuperar su capacidad profética y señalar dónde están los verdaderos problemas.

Parece que Jesús dedicó en aquella ocasión mucho tiempo a hablar en parábolas. Esa labor suya de conciencia debía tomarle muchas energías. Quizás con ella estudiaba más al ser humano, miraba con más profundidad las realidades y le ayudaba justamente a desarrollar una parte fundamental de su propia misión, ser una navaja cortante en medio de aquel pueblo.

En el mundo actual tenemos sed de que alguien se atreva a decirnos algo parecido a lo que Jesús dijo: que esta humanidad tiene el corazón embotado y que miramos sin ver y escuchamos sin escuchar. Y que necesitamos urgentemente recuperar la vocación y misión originarias.

Así las cosas nos las tendremos que arreglar para encontrar salida. Jesús nos propone un camino: enterrarnos como una semilla en la tierra y someternos a los procesos de crecimiento, maduración y transformación, sin violencias y sin sumisiones, en ese equilibrio difícil, sin opresiones y sin injusticias, esa utopía anhelada. Enterrarnos y fructificar como personas, como colectivos, como organizaciones, como regiones, como países, como territorios… En este abajamiento y desandar se juega todo. Ahora la pregunta: ¿Está esta semilla de Reino que es la Palabra hecha carne germinando en el corazón de la humanidad? Queremos creer que sí.

martes, 8 de julio de 2014

UDAPT Vs. CHEVRON/TEXACO - Las voces de las víctimas /Luis Yanza



El día 01 de junio, se llevó a cabo el lanzamiento del libro con este título, en los salones del FEPPP de Nueva Loja, Sucumbíos. Esta obra recoge los 20 años de lucha de los afectados/as del Nororiente ecuatoriano contra la petrolera CHEVRON/TEXACO, desde su inicio en 1993 hasta la actualidad. Se trata de un caso emblemático sobre el mayor crimen ambiental de la historia del planeta y la condena de la Transnacional que lo cometió.


Alguien afirmó que este caso y el de los "Once del Putumayo" ( 1993-1996), son victorias que hacen ver con optimismo el futuro del nororiente, por la lucha mancomunada y el significado que tienen.


Luis Yanza, el autor, es amigo y compañero de camino del pueblo de Sucumbíos, testigo y participante directo en tantos esfuerzos y luchas en estas tierras amazónicas.  Su preocupación al rescatar esta historia es que las nuevas generaciones conozcan, valoren el ayer y lo respeten, para que a su vez se conviertan en los nuevos protagonistas, no solamente en la ejecución de las medidas de reparación, sino en la toma  de conciencia de los derechos de las personas y de la naturaleza y en una acción consecuente con su defensa.


El libro, de 409 páginas, se lee con facilidad porque suscita el interés del lector.


Uno de los méritos del autor es presentar el caso como un "ESFUERZO COLECTIVO" y una "VICTORIA COLECTIVA", en la que participaron directa o indirectamente muchas comunidades, organizaciones populares y otros colectivos,  organizaciones no gubernamentales, personalidades públicas y no públicas, voluntarios, pasantes y colaboradores. Es un GRAN ESFUERZO COLECTIVO, liderado por los afectados y afectadas, que hizo posible algo que para muchos era imposible: condenar a la gigante petrolera Chevron por su crimen ambiental.


Luis Yanza no reduce el caso solamente a un PROCESO JUDICIAL, sino que lo relaciona íntimamente con un PROCESO SOCIAL que ya existía y al que se refiere en la Primera Parte de su libro titulada "Semillas que fructificaron". Allí rescata la vida y las luchas de las comunidades cristianas, de las organizaciones populares y otros colectivos, la mayoría constituidas gracias al trabajo pastoral de las Iglesias de San Miguel de Sucumbíos (ISAMIS) y de Aguarico (Vicariato de Aguarico-Misión Capuchina).


Al leer esas páginas, reviven como si hubieran sucedido ayer, las historias de la Jatun Comuna Aguarico (actual FONAQUISE), de APAFANO (Asociación de Padres de Familia), de la UCANO (Unión de Campesinos del Nororiente , y de la Federación de Mujeres de Sucumbíos (FMS); el camino de las Uniones Campesinas de Shushufindi (UCASH), Sacha (UCAJS) y Orellana (UCAO); el accionar del Comité de DDHHNO y de la Oficina de Derechos Humanos en Lago Agrio; las luchas lideradas por la Coordinadora Popular del Nororiente en tiempos del terremoto, etc.


En la Segunda Parte del libro, el autor se adentra en la creación y desarrollo del Frente de Defensa de la Amazonía (FDA) y luego la aparición de la Unión de Afectados y Afectadas por las Operaciones Petroleras de Texaco (UDAPT), núcleo formado por las comunidades campesinas y nacionalidades indígenas, verdadero protagonista de este caso.


Sigue luego el desarrollo detallado  del proceso judicial (Tercera y Cuarta Partes), de Napo y Sucumbíos a Nueva York y luego de Nueva York a Nueva Loja, donde la CHEVRON fue condenada, el 14 de febrero de 2011. Sin embargo, la lucha continúa hasta que la transnacional pague. Luego seguirán las tareas de la remediación.


Finalmente, en la VI Parte del libro, el autor hace una consideración sobre la "Era petrolera" y llama a evaluar los casi 50 años de explotación petrolera la luz de los daños producidos por la misma. Nos invita a todos y todas a realizar una reflexión profunda y comprometida sobre el llamado "progreso" y el futuro de la región.


Es muy interesante el planteamiento que hace Luis sobre el nombre de Lago Agrio (Sour Lake): nombre impuesto por la compañía TEXACO y que tenía que ver con un pozo perforado en Texas en 1903, ajeno a la historia y a los pueblos de nuestra región. El piensa que es posible debatir sobre el nombre de Lago Agrio.


Todo esto, en el fondo, tiene relación con lo que el Papa Francisco dice en su Exhortación "La Alegría del Evangelio", cuando afirma proféticamente sobre la "economía de exclusión" y la "idolatría del dinero":


"Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas…" (EG 53).


 "Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano" (EG 55).


Felicitamos a Luis Yanza por este libro que es una contribución importante a la historia de nuestro pueblo nororiental, vista desde los pobres, y una invitación a no perder nuestra tradición de organización y lucha para avanzar en la construcción colectiva del Buen Vivir, en el contexto del Reino que es la pasión de Jesús.

sábado, 5 de julio de 2014

DIOS EN LA GENTE SENCILLA - Mateo 11,25-30


En la experiencia de Jesús de Nazaret Dios no está en el Templo, no está con los potentados, no está con los cumplidores, legisladores y doctores de la Ley. Dios está revelando su rostro y su voluntad en la gente sencilla.

Jesús no busca explicación, ni razones para esta voluntad de Dios, sino afirma simplemente que “le ha parecido bien”, es decir, que ha querido que así sea. Hoy entendemos muy bien por qué los sencillos revelan el rostro de Dios y sabemos que tal y como está el mundo no podría ser de otra manera:

- Dios se revela en los sencillos porque quiere ser visto precisamente allí donde es más difícil mirar.

- Dios se revela en los sencillos porque encarnan y ponen el punto en la llaga de las injusticias padecidas y de las opresiones a las que están sometidos y así denuncia desde ellos el statu quo actual.

- Dios se revela en los sencillos porque en su condición de despreciados del mundo tienen una sabiduría misteriosa que debe recuperarse y conocerse para la liberación de todo el género humano.

Alguien pudiera leer este texto apelando a la dicotomía: ¿es que Dios no se revela a nadie más? ¿No se le puede revelar a los poderosos? ¿No sería éste un Dios parcializado e injusto? Y entrar en debates que no merecen la pena y que son en sí mismos estériles. Precisamente la alegría más grande que podemos tener los cristianos-as es esta voluntad divina de revelarse en el misterio de los excluidos-as. Porque es el único camino posible para reconciliar este mundo con Dios y para que todos y todas disfrutemos de una fiesta que no termina.

Así, quienes a lo largo de la historia han intuido algo de la verdad que encierra esta Palabra de hoy, han podido hacer experiencia de lo que Jesús vivió en propia carne y le dio una visión profunda de los acontecimientos y de la vida.

Si hoy queremos recuperar visión y ejercer la tarea de la reconciliación necesariamente necesitamos mirar a los y las sencillas y hacernos como ellos y ellas. Entonces, y sólo entonces gozaremos de paz verdadera. También hoy con el Papa Francisco podemos afirmar: Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse. (cf. EG 7)

Que el evangelio de Jesús nos conceda lo que pedimos.