sábado, 24 de mayo de 2014

LO QUE SABEMOS



Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17;  1Pedro 3,15-18; Juan 14,15-21

¿Qué es lo que en realidad conocemos y está en nosotros--as? ¿De qué tenemos experiencia real y honda?  Ésta podría ser perfectamente una pregunta de aquellas primeras comunidades cristianas que empiezan a creer de verdad en Jesús y su evangelio y que por los signos que realizan empiezan a ser perseguidas por los poderosos y alabadas por la gente sencilla. La misma dinámica del Reino que se dio en Jesús parece volver a repetirse en esta gente que está padeciendo la sinrazón de los mecanismos de la injusticia y de la violencia. En un momento así se tienen parar y hacerse preguntas vitales aquellas que les permitan caminar con sentido.

Quizás por esto, Juan en su evangelio plantea cómo mantenerse en la esperanza en medio de situaciones críticas:

1. SABERSE FORTALECIDAS: Si las comunidades cristianas quieren anunciar el Evangelio deben sentirse fortalecidas por la sencilla verdad de lo que son, de cómo están y de lo que hay. No deben maquillar las realidades para asegurarse, más bien deben evidenciarlas para que se acorten las distancias y se haga presente en ellas el Reino de Dios. Por eso el evangelista pone en boca de Jesús al final de su vida estas palabras: Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. Esa verdad con la que caminan es  la que les va a defender y asegurar. Reconocerla es un paso necesario para reconocer al Señor Resucitado y experimentarlo como compañero de camino.

2. MADURAR EL VER y el VIVIR: Las comunidades cristianas deben prestar atención a aquello que forma parte del sufrimiento y la dicha de sus contemporáneos.  Ven y desde lo que ven, se atreven a vivir. Aquí está una clave de su resistencia. Hay miradas que paralizan la vida, simplemente se quedan en el análisis. Sin embargo, hay un paso de crecimiento y maduración que sin duda tuvieron que hacer: a pesar de lo que vemos, nos reafirmamos en lo que nos da vida plena. Es decir, generamos miradas alternativas del pobre: donde otros ven un estorbo o un peligro, o una amenaza, nosotros vemos a un ser humano, un hijo-a de Dios.  ¿Y esto por qué? Porque hay una experiencia viva de la Palabra, la memoria permanente de Jesús: No les dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero ustedes me verán y vivirán, porque yo sigo viviendo.

3. ACTUAR EL AMAR: Desde este ver- vivir se adquiere la conciencia de la presencia del Señor Resucitado en medio de la comunidad. Y lo que se quiere en cada cosa que se emprende es actuar el amor recibido y gratuito: Entonces sabrán que yo estoy con mi Padre, y ustedes conmigo y yo con ustedes. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Y leyendo el evangelio de Juan parece que no hay otro camino seguro de entender-comprender-experimentar que Dios está presente en el mundo si no es atreviéndose a vivir viendo, a ver viviendo, a hacer amando y amar haciendo.

miércoles, 21 de mayo de 2014

RETIRO DIOCESANO 2014

La alegría del Evangelio

Así comienza la Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” (Evangelii gaudium) del Papa Francisco, que recoge el espíritu y la mística que lo han acompañado este tiempo de su ministerio e indica “caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”.

La centralidad de Jesús queda marcada desde el principio, con el encuentro personal y comunitario con él, que llena de alegría el corazón y la vida entera.

Con esta Carta el Papa Francisco, nos invita a todos los cristianos y cristianas, a una nueva etapa evangelizadora.


Esta nueva etapa se caracteriza por la alegría; la tristeza queda atrás porque el pecado y la muerte han sido vencidas por Jesús Resucitado.

La alegría del Evangelio llegó a Sucumbíos, no por casualidad, sino por seria responsabilidad con el Señor y su Evangelio, y nos ha inundado como Pueblo de Dios durante las décadas pasadas. Y ahora, “de la mano de Francisco” y con la firme decisión de Mons. Celmo Lazzari, nuestro Obispo, hemos retomado “esta marcha de la Iglesia en los próximos años”


Mons. Celmo, como Pastor de nuestra Iglesia de Sucumbíos, asumiendo esta invitación del Papa, convocó a los agentes pastorales a la Jornada de Retiro Diocesano anual, el mismo que se realizó del 12 al 16 de mayo del presente año, y cuya temática fue precisamente la Exhortación Apostólica Evangelli gaudium.

Y la alegría pascual sigue afirmándose con el regalo de la sabia decisión eclesial tomada al final del Retiro: entrar el próximo año pastoral, en un proceso diocesano que nos prepare a la nueva etapa evangelizadora de nuestra Iglesia Local durante los próximos años.

La próxima entrega daremos cuenta más detallada de este Retiro Diocesano.

sábado, 17 de mayo de 2014

CONTRA EL PECADO DE APRESAR A DIOS


QUINTO DOMINGO DE PASCUA: Hechos de los apóstoles 6,1-7; 1Pedro 2,4-9; Juan 14,1-12

Aquellas primeras comunidades cristianas empiezan a experimentar el conflicto. Parece algo tan sencillo como aprender a distribuir y administrar con justicia los bienes comunes pero la cosa es un poco más compleja. Tienen que ponerse a discernir porque el riesgo en realidad es otro: que se malogre la Buena Noticia de Jesús ya desde el comienzo.

En teoría todos y todas siguen al Maestro, en la práctica no han caído todavía en la cuenta de que la novedad que trae Jesús implica la desaparición y no mera modificación de ciertas estructuras sociales y culturales que apresan a Dios. Y esas estructuras están muy bien identificadas por Pablo en la carta a los Gálatas: estructuras de género – ni varón ni mujer- estructuras de etnia o cultura – ni judío ni griego- y estructuras de estatus social, económico y antropológico – ni esclavo ni libre. En el fondo de la queja de los de cultura griega de que no se atienden a sus viudas está toda esta cuestión que le costó la vida a Jesús y que sigue presente en las primeras comunidades.

Lo interesante es que el conflicto salta y eso evidentemente es una señal del Resucitado que acompaña a la comunidad y una llamada divina a no errar el camino. Toca evidenciar el problema y tratarlo en profundidad pero sobre todo descubrir qué parte de Jesús se ha instalado realmente en la vida de las comunidades y qué parte de Él no es asumida todavía, sino más bien diluida, negada o pasada a segundo plano. En este sentido, el reto de las primeras comunidades no es meramente funcional o administrativo. El reto fundamental tiene que ver con la capacidad de autocrítica frente a la cultura vigente y sobre lo que esos cánones culturales siguen pesando en las actitudes de la propia comunidad para vivir el evangelio. Quienes siguen a Jesús deben relativizar y hasta olvidar si son griegos o judíos, libres o esclavos, hombres o mujeres. Es decir, deben instaurar un modo de relación diferente en el interior de la comunidad, y por ende, en la vida toda. Si el ser judío significaba en virtud de ser raza escogida y nación santa poseer prebendas y privilegios sobre los griegos, bárbaros y gentiles, había que renunciar a toda una historia donde lo judío era la señal de identidad de pueblo de la alianza y desde esa ruptura provocar un acercamiento basado en la condición de hijos e hijas de Dios. Si el ser varón significaba establecer relaciones de poder o dominio y no de mutua interdependencia, había que romper con esa estructura para generar relaciones basadas en la equidad. Si la diferencia entre esclavo y libre fundaba el sistema del imperio, vivir la libertad se convertía en una seña de identidad nueva propia del cristianismo.

Es por este motivo por lo que el evangelio de Juan insiste en que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida y tiene como trasfondo el testamento de Jesús quien proclama: “no sea así entre ustedes”. Desde la experiencia narrada en Hechos de los Apóstoles, ése no sea así entre ustedes no se hace se realidad si no es a través de la instauración al interior de las comunidades de un modo de relación alternativa a los modelos vigentes. Para vivir ese otro modo de relación hay que mirarse no en narcisismo sino en relación a cómo ese mundo vigente incide y condiciona la propia fe en el Dios de Jesús. Y ésta fue la tarea fundamental del primer cristianismo. Parece ser que no lo lograron del todo al ver la historia de la Iglesia posterior y nuestras dificultades actuales para transformar las estructuras de poder. Sin embargo, en lugar de desesperanza, tenemos motivos para suponer que algo nuevo está naciendo viendo a tanta gente caminar en la dirección de esta renovación. Aquí son sugerentes las palabras del Papa Francisco:

Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación… (EG 26-27). Sigue siendo entonces necesario ponerse en discernimiento y tomar decisiones al interior como ya pretendió también Juan XXIII al convocar el Concilio Ecuménico.

Como Jesús no queremos actuar por cuenta propia, sino por aquello que el Padre nos va sugiriendo en el camino de la historia con tal de que no se malogre de nuevo en quienes hoy vivimos esa llamada de evangelio que lo transforma todo y por la que todo se transforma.

lunes, 12 de mayo de 2014

UN DÍA PARA EL OLVIDO


No deja de sorprender que una sociedad como la ecuatoriana donde los índices de violencia contra la mujer son tan elevados y silenciados, siga dedicando un día del año a celebrar el Día de la Madre.

¿Qué tiene de malo? En muchos lugares del mundo se hace… ¿No celebramos también el día del padre? – dirían algunos-. No hay que ser tan radicales, que es una oportunidad para festejar a las madres – dirían otros-. El caso es que a nadie le gusta que le agüen la fiesta subrayando la otra cara de la realidad.

Muchas madres, incluso aquellas más violentadas por sus propios compañeros y/o entornos, celebrarán gozosas este día y quizás miren al cielo pensando que al menos se acordaron de ellas y les festejaron por algo que sí deben hacer bien: traer seres humanos al mundo.

Sin embargo, las cosas tienen que cambiar y cambiarían para bien si la sociedad como sujeto colectivo reflexionara sobre las consecuencias tan nefastas para un verdadero desarrollo que tienen fiestas como el día de la madre, los quince años o los reinados.

Ningún político de turno, ninguna iglesia y mucho menos ningún comercio o medio de comunicación cuestiona en serio la celebración del Día de la Madre. Al contrario, el político no criticará que se las festeje, considerando que ante todo hay que generar seguridad y confianza en una situación social en sí misma frágil y crítica. Sólo queda que las madres se rebelen y acaben desestabilizando la estabilidad del sistema tomando conciencia y negándose a participar en una fiesta tan bien articulada como peligrosa para su salud. El religioso subrayará el valor, la abnegación y la ternura de las madres y las equiparará con modelos de mujeres silenciosas, serviciales y fecundas. Quizás las estériles se preguntarán con resignación por qué ese pequeño subrayado de la maternidad les sabe a discriminación. El comerciante animará a obsequiarlas y a consumir por ellas. Los medios de comunicación y la publicidad dirigirán con gusto la orquesta.

Y año tras año se repite el mismo círculo, la misma y testaruda pantomima. La pregunta es: ¿Qué tendrá que pasar para que esto acabe? ¿Bastará con una pérdida de los argumentos que ensalzan un día a las madres en pedestales para someterlas el resto del año? ¿O habrá que dirigir también los esfuerzos a derribar ciertos sistemas sociales, económicos y religiosos aparentemente bien establecidos?

Cuando en la práctica del político, del religioso o del comerciante dejen de ensalzarse los valores maternos como símbolos de lo que se quiere mantener y silenciar, quizás notemos que fluyen relaciones más equitativas, no por decreto, sino como consecuencia de haber abierto los ojos y comenzado la casa por el cimiento. Quizás lo que siga sea la desaparición del miedo y como consecuencia lógica se visibilizará la violencia cotidiana, se caerá en la cuenta de que todavía las mujeres a las que no se les considera que hagan trabajo digno de retribución, sean o no madres, no tienen siquiera seguro social, mucho menos un salario aunque ya esté estipulado en la Constitución. Entonces en muchas personas surgirá un sinsabor y no querrán hablar de días de la madre al menos mientras no sucedan muchas otras cosas que sí serían para celebrar y festejar. Y se unirán las fuerzas y los brazos, se hará examen de conciencia colectiva, se presionará a los responsables de semejante teatralidad y se pondrán de una vez las cosas en su sitio. Entonces, y sólo entonces notaremos que se respira un poco mejor.

domingo, 11 de mayo de 2014

PARA QUIENES LE CUESTA ENTENDER - Jn 10,1-10


A lo largo de la historia de la Iglesia Jesús experimentado como Buen Pastor ha posibilitado el surgimiento de familias religiosas, movimientos eclesiales y corrientes espirituales que subrayan el cuidado de Jesús por su rebaño como uno de los rasgos identificadores de su Persona y como una característica de quienes queremos seguirle. Aunque esta lectura ha dado buenos frutos, también ha generado importantes deformaciones al trasladar la imagen a los sucesores de los apóstoles, que como pastores guían el rebaño. Así en distintos momentos de la historia se han justificado poderes omnímodos de obispos sobre la grey, con la consecuente sumisión del pueblo de Dios a la voluntad de personas que dicen actuar en nombre de Dios. Este sistema entró fuertemente en crisis a partir del Concilio Vaticano II cuando los pastores son considerados parte del pueblo de Dios que camina en la historia y no se sitúan sobre o fuera de él. Sin embargo, este cambio de posición suponía un abajamiento evangélico que gran parte del clero no ha podido soportar aun habiendo tenido tiempo para procesarlo después de cincuenta años del Concilio Vaticano II.

Parece extraño pero en realidad todo sería mucho más fácil si entendiéramos adecuadamente la Palabra de Jesús, quien es verdadero Pastor de su pueblo. Este subrayado que hace el evangelista Juan quiere significar que Jesús saca a sus ovejas fuera del recinto del judaísmo para constituir un nuevo rebaño o comunidad mesiánica. Él es la puerta que da acceso a la salvación, el Buen Pastor que comunica vida en abundancia. Todas las ovejas son de Jesús, el Padre es quien se las ha dado para que las conduzca hacia la novedad del evangelio, todas deben ser llamadas por Él. En ese nuevo rebaño las relaciones también son nuevas. Se rompe toda relación de dependencia o dominio y aparece el mutuo conocimiento y la comunión entre Jesús Pastor y las ovejas como relación alternativa. Por eso dar la vida es lo evidente.

El Reino de Dios es el mundo como Dios lo ve y lo quiere. Esas nuevas relaciones están libres de estructuras de poder y de dominio y se instaura la reciprocidad en la equidad. Todas las democracias en la actualidad parecen haber leído este pasaje del evangelio cuando establecen en sus códigos particulares la igualdad de todas las personas y rechazan discriminaciones y desigualdades en las relaciones humanas. Sin embargo, la realidad nos muestra que todavía nos enfrentamos a grandes retos en las relaciones y que estamos lejos de vivir lo que las mismas leyes postulan.

En el evangelio tenemos el germen de una humanidad nueva. Poder instaurar esas nuevas relaciones en el seno de la comunidad eclesial sigue siendo un llamado impostergable de Jesús. Si queremos entender, entendamos.