GRAN FIESTA de
la IGLESIA DE SAN MIGUEL DE SUCUMBIOS. POSESIÓN de
MONS. CELMO
OBISPO DIOCESANO ( 7 de 10 )
SALUDO
Excelencia Rma.
Card. Raul Vela, E. Rma. Mons. Guido Otonello, Nuncio Apostólico en el Ecuador,
E. Rma. Antonio Arregui, Arzobispo de Guayaquil, Presidente de la Conferencia.
Mons. Fausto, Mons. Voltolini, Arzobispos de Quito y de Portoviejo. Querido
Mons. Paolo. Estimados obispos, sacerdotes. Religiosas de la CER Nacional,
religiosas, religiosos que actúan en este Vicariato. Líderes de Comunidad,
Coordinadores de pastorales. Amigos/as venidos de Napo. Queridos hermanos, mi
cuñada venida de Brasil. Queridos feligreses que viven y celebran su fe en la
comunidad de este Vicariato.
El amor de Dios que
se manifiesta en la presencia del Espírito Santo, que llena nuestros corazones,
sustenta nuestra fe y nos ha permitido estar aquí, en tan gran número en esta
celebración en que Dios ha manifestado sus designios para esta Iglesia de
Sucumbíos. El amor de Dios ha sido infinito muy grande más también bien
exigente.
Permítanme brevemente manifestarles un sueño: que, nuestra Iglesia de Sucumbíos,
podamos ser verdaderamente la Iglesia de Jesucristo.
Permítanme
brevemente manifestarles un sueño, un anhelo. El sueño, creo que sea el sueño
de Dios para nuestra Iglesia de Sucumbíos, que podamos ser verdaderamente la
Iglesia de Jesucristo viviendo en la comunión con sus pastores a nivel local, a
nivel nacional y en profunda comunión con nuestro pastor el Papa Francisco.
Una Iglesia abierta a todos
Una Iglesia abierta
a todos, acogedora de la diversidad, como manifestación de los dones del
Espíritu Santo. Y sobre todo una Iglesia fiel a su vocación de buscar a los
últimos que pueden estar en las periferias geográficas, pero también están en
los centros de la ciudad, en tantas periferias existenciales según expresión y
pensamiento del Santo Padre. Allí donde
viven muchas personas que perdieron el sentido de la vida y que sólo Jesucristo
les puede ayudar a redescubrir. Una Iglesia, que como nos pide el Santo Padre
misericordiosa, acogedora, libre y anunciadora con alegría de la grande noticia
que Jesucristo es nuestro Salvador.
El anhelo que les manifiesto es la de ser acogido como
su pastor. Y de poder acoger a cada uno cada una.
El anhelo que les
manifiesto es la de ser acogido como su pastor. Y de poder acoger a cada uno cada una con actitudes
semejantes a las del Buen Pastor Jesucristo. He tenido solo tres años para
conocer y amar a esta tierra amazónica del Ecuador y su amable gente que aquí
vive. Y aún mi portuñol pueda parecer extraño a muchos, les pide tengan
paciencia conmigo que ciertamente nos podremos entender. Creo que la lengua es
un detalle pequeño delante de la grandísima misión de anunciar con nuestra vida
que Cristo es nuestra única salvación, como nos pide el Papa Francisco en la
Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”. Pentecostés nos enseña que
para entender los misterios de Dios es necesario dar espacio al Espíritu Santo
en nuestro corazón y hacerse dóciles a sus inspiraciones.
El empeño que asumo
delante de ustedes, de esta Iglesia que Dios me confía hoy, es de buscar,
conocer en sus comunidades, para poder celebrar con ustedes la fe que nos une,
para poder compartir con ustedes sus luchas, sus esperanzas. No puedo concebir
división en esta Iglesia de Sucumbíos sino en el empeño de caminar con ustedes
aprendiendo y enseñando. Siendo hermanos de ustedes, porque como ustedes soy
hijo de Dios, y esta es nuestra gran dignidad compartida y nuestra gran alegría
como decía San Agustín. Pero no puedo renunciar a la tarea difícil que me fue
encomendada por Dios y por la Santa Iglesia de Dios que camina en este
Vicariato en la persona de nuestro Santo Padre Francisco.
La misión de ser
pastor de ser obispo de todo el Pueblo de Dios que peregrina en este Vicariato.
Del pueblo que camina veloz y feliz porque encontró el camino. Del pueblo que
se quedó cansado o herido al lado del camino. Del Pueblo de Dios que ya no
logra encontrar este camino, y sabemos que el camino es Jesucristo. Unidos en
torno a él, ciertamente no nos equivocaremos y superaremos nuestras
divergencias.
Tres años atrás,
cuando el Santo Padre me pedía para ser Obispo de Napo, no me fue muy difícil
elegir mi lema “unidos en Cristo para que el mundo crea”, con base en la
oración de Cristo en la víspera de su pasión, como hemos escuchado en el santo
Evangelio de esta celebración.
En el entusiasmo de
mis primeros años de sacerdote, poniendo más confianza en mis ideas y
proyectos, que en Aquel que hace germinar y crecer el Reino de Dios como la
semilla que una vez puesta en la tierra, crece sin que sepamos cómo, he vivido
gracias a Dios, algunos fracasos pastorales que me hicieron repensar mis
convicciones y mis actitudes. Poner Cristo en el centro de nuestras vidas de
nuestras comunidades de la Iglesia que queremos para nuestro Vicariato, es
condición para que nuestro trabajo y sufrimiento nos sea inútil.
Agradezco a los muchísimos que rezan y han rezado
mucho en este tiempo de preparación para este día.
Agradezco a cada
uno y cada una aquí presente, y a todos los muchísimos que rezan y han rezado
mucho en este tiempo de preparación para este día, han rezado por mí, sí, más
han rezado por ustedes, por nosotros Iglesia de Sucumbíos. Agradezco a los que
vivieron de rincones muy lejanos partiendo muy temprano. Agradezco a quienes de
aquí cerquita dejaron sus muchas actividades en sus hogares para poder celebrar
con nosotros.
Agradezco a ustedes señores obispos
Agradezco a ustedes
señores obispos, empezando por el Nuncio, representante del Papa a quién pido
que agradezca por esa confianza depositada en mí, al Card. Mons. Raúl Vela,
Mons. Arregui, Presidente de la Conferencia Episcopal, demás arzobispos y demás
obispos todos, ciertamente con muchas tareas, más quisieron estar aquí, para
testimoniar junto conmigo esta eclesialidad, esta fraternidad que nos une, y
les digo que desde primera hora que he estado con ellos, el día 19 de octubre
del 2010, cuando llegado de Brasil una semana de Obispo, llegué a la
Conferencia Episcopal, me marcó desde aquel momento esa fraternidad que he sentido,
he experimentado en la persona de todos
los obispos que no me conocían, a no ser Mons. Jesús y Mons. Paolo, me
he sentido acogido en esta familia de una forma que solo quién lo experimenta
no le es difícil de contar. Les agradezco por tanto señores obispos por este
apoyo, por esa presencia por esa fraternidad.
A los cristianos y amigos de Napo
A los cristianos y
amigos de Napo, mi especial gratitud, hemos vivido juntos una experiencia dura
de fe y obediencia. Les agradezco el apoyo, el cariño que me dedicaron,
continúen rezando por mí, por esta Iglesia, Vicariato de Sucumbíos, y nosotros
rezaremos para que Dios les conceda muy de prisa, un buen pastor en la persona
que Dios ya ha elegido para ser Obispo de Napo, pero que nosotros todavía no
conocemos.
Queridos
hermanos Asir, Nair, y mi cuñada Favia, presentes en esta asamblea
Queridos hermanos
Asir, Nair, presentes en esta asamblea y mi cuñada Favia, que representan no
solo mi familia numerosa es verdad. Mi Mamacita cumplirá de 97 años. Más
representan la comunidad de la Parroquia que el P. Pedro también ha trabajado,
la Diócesis entera, porque él está aquí como Fidei donum de la Diócesis de Caxias do Sul en la Iglesia del
Vicariato de Napo. Entonces la Iglesia de Caxias de Sul está aquí representada
y está rezando por este momento.
Sacerdotes,
religiosos, religiosas, líderes de comunidades, líderes de las pastorales,
ministerios instituidos, catequistas, animadores/as, a todos ustedes muchas
gracias por este momento compartido, que Dios los bendiga.
UNA IGLESIA COMUNIDAD EN CAMINO HACIA EL REINO …