domingo, 23 de febrero de 2014

NO REHUIR - Mateo 5,38-48



Una llamada: sean santos como yo soy santo. Una visión de Dios sobre la humanidad: son templos del Espíritu. Una posibilidad: amar y vivir de otra manera. Ahí está el hilo conductor de las tres lecturas del día de hoy.

Es difícil integrar esas palabras de Jesús de la “otra mejilla”, sobre todo porque en las relaciones cotidianas, poner la otra mejilla no tiene nada que ver con dejar de decir la palabra oportuna. La clave del amor al prójimo de la que habla Jesús no tiene que ver con esa humildad falsa que esconde temores y que prefiere huir en caso de conflicto.

Para Jesús la compasión de Dios por la humanidad va más allá de lo que entendemos por compasión en nuestras sociedades. Un Dios activo que sabe que lo malo convive con lo bueno, pero que lo bueno está permanentemente extendiendo sus hilos invisibles en las experiencias germinales de gente que trabaja inteligentemente por el bien común, en los deseos compartidos de otra cosa, en la confianza de transformación de las relaciones humanas excluyentes y violentas en otras donde predomine la fiesta inclusiva.

Empecemos por el prójimo, dice Jesús. Es decir, concretemos, no nos vayamos por las ramas. Empecemos en lo local, sintamos globalmente. Vivamos el fermento y soñemos a lo grande.

En nuestras sociedades actuales, donde las propuestas políticas, económicas y culturales sólo ven como camino la consolidación de la sociedad de mercado, atrevámonos a romper esos círculos de injusticia y violencia y trastoquemos ese modo naturalizado de ver y actuar por otro modo que nace de la recuperación de las personas, de las pequeñas economías campesinas, de las plataformas sociales sencillas. Todo eso es amar a los enemigos y no rehusar la responsabilidad presente.

La Iglesia de Sucumbíos sigue escuchando esta llamada y se obstina por alentar los lazos y redes de solidaridad de los excluidos-as. Que el Espíritu de Jesús nos siga dando fuerzas y ánimo para parecernos cada vez más a Dios, con esta perfección que nos hace perfectos en el amor.