miércoles, 30 de octubre de 2013

30 octubre 2013 – III Aniversario “DÍA DE LA IGLESIA COMUNIDAD PUEBLO DE DIOS AL SERVICIO DEL REINO”

El 30 de octubre del 2010 se dio inicio a una nueva etapa en la vida de nuestra Iglesia de San Miguel de Sucumbíos. Hoy, 30 de octubre, cumplimos 3 años de una experiencia nueva, rica en espiritualidad, marcada por el carácter martirial, como signo cristiano que conduce a la Pascua.
 
Somos un pueblo que tiene memoria, que tiene historia, por eso recordamos esta fecha, desde donde se va fraguando nuestra Historia de Salvación.
 
Damos sentido a toda esta experiencia de Iglesia, uniéndonos a la Iglesia Martirial de nuestra América Latina y del mundo entero, que asume esta historia como un Kairós, un tiempo de Dios y de gracia. Vivimos este tiempo como una grandiosa oportunidad, como hijos e hijas de Dios y parte viva de la Iglesia Católica, celebrando lo que somos: Iglesia Comunidad Pueblo de Dios, al servicio del Reino.
 
 
La “Vigilia Permanente” expresa cada noche nuestro espíritu de unión, que por 400 días ininterrumpidos, ha sido un signo del Dios vivo, presente en nosotros y en nuestra Iglesia Comunidad. Un signo de vida y de esperanza en la Justicia que viene de Dios, como la viuda del Evangelio que espera y confía en que el Juez escuche su clamor y se le haga Justicia.
 
Desde esta tierra amazónica del oriente ecuatoriano en la que el Seños nos ha dado el privilegio de vivir, tierra de pueblos ancestrales en donde hace solo poco más de 40 años vivían comunidades como los Cofanes; desde aquí expresamos los signos de la vida, la vida que vivimos y queremos vivir en plenitud: luz y cruz como expresión del Dios de la vida.
 
Es lo que somos, sabemos y hemos aprendido: “AMAR LA VIDA” en primer lugar, desde la VIDA que se expresa en Comunidad a ejemplo de la familia trinitaria de Jesús. Por eso, mantenemos la Comunidad y la Iglesia Comunidad al servicio del Reino para enfrentar el egoísmo que acecha el corazón humano y quiere implantarse como sistema globalizado para la humanidad.
 
Somos Comunidad Pueblo del Señor, Pueblo de Dios en camino y caminamos hacia el Reino de la Vida, el Reino proclamado por Jesús y expresado en la vida de cada persona, especialmente en aquellos en donde la injusticia se hace más fuerte, en una opción clara por los pobres entre los pobres, haciendo caso omiso al llamado evangélico de “Amar al otro como a nosotros mismos”.
 
En estos días corren nuevos y buenos aires por la Iglesia Universal y el mundo, desde que Francisco, humildemente pidió la bendición al Pueblo de Dios y asumió el ministerio petrino de la comunión universal. El Concilio Vaticano II ha sido retomado y lo que hemos impulsado en ISAMIS - Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, en estas últimas décadas, es la fidelidad a Jesús y su Evangelio, desde el Espíritu de conciliación en nuestra historia y para el tiempo actual.
 
Nuestra Iglesia Comunidad de San Miguel de Sucumbíos bendice la inspiración y acción del Papa Francisco; y todas las personas que la conformamos, agradecemos a Dios y pedimos al Espíritu por él, para que estos nuevos aires de esperanza lleguen a todos los rincones de la Iglesia en el mundo y al Ecuador:
 
Esperamos que Francisco, hoy Papa, que nos ha dado testimonio de humildad, compasión y misericordia tenga un espacio en su corazón para escuchar a esta pobre viuda de ISAMIS.
 
Esperamos que nuestro querido hermano mayor en la fe nos diga cuál es nuestro error para enmendar.
 
Esperamos a nuestro Obispo definitivo que “huela a oveja”, como dice el Papa.
 
Seguimos con la paciencia histórica y la madurez de estos tres años esperando, esperando y esperando.
 
Damos gracias a la Vida, por esta oportunidad de vivir el Evangelio. Creemos profundamente en Jesús, como Hijo amado de Dios, a quién hemos encontrado y seguido en su ejemplo; y en Iglesia Comunidad de los y las discípulos/as misioneros/as de Jesús.
 
En ISAMIS hemos vivido el mensaje evangélico con profundo amor; y desde la Paz que el Dios de la vida nos concede, nos unimos a Don Pedro Casaldáliga al decir que “todo es relativo menos el Reino y el hambre”, lo que importa es la VIDA.
 
Celebramos que somos hombres y mujeres de Comunidad y que somos la “Iglesia Comunidad” de San Miguel de Sucumbíos, Iglesia que confía y espera, desde la inspiración del Espíritu de Dios presente en la historia, como Pueblo de Dios.
 
Yo soy feliz en la Comunidad
en la Comunidad yo soy feliz

martes, 29 de octubre de 2013

TALLER DE MISIONER@S NUEV@S EN ISAMIS - 23 y 24 de octubre del 2013

Dos palabras nos convocaban: MEMORIA Y PROPUESTA.
 
Percibimos que tener MEMORIA de la historia vivida nos ayuda a comprender el momento presente y nos anima a seguir proyectando. Transitamos los caminos de una historia pequeña, apenas cuarenta años, pero una historia llena de densidad donde se concentra un germen de vida que sigue actuando en este momento histórico sacudido por tantas cosas.
 
Sabemos que conocer la PROPUESTA de Iglesia puede encender el fuego de la pasión por Jesús y sus cosas con el estilo peculiar que se vive en Sucumbíos. Una propuesta que se da como invitación a caminar juntos y acompañar a los misioneros que se incorporan al estilo y modo de Iglesia Local. Por esta razón, estos dos días fueron también una invitación a entrar en sintonía con la utopía de la liberación integral del hombre y la mujer desde los pobres por la causa del Reino recogida en el Plan Diocesano de Pastoral.
 
 
El pasado 23 y 24 de octubre, en el Centro de Formación ISAMIS se realizó el Taller de Misioner@s nuev@s, con la participación de 18 agentes pastorales, la coordinación del Equipo de Acompañamiento de Equipos Misioneros de Vida y la presencia de Mons. Paolo Mietto. De esta manera se concretaba esta actividad de la programación anual del Plan Diocesano de Pastoral de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos.
 
 
Los talleres de Misioner@s nuev@s surgieron como necesidad sentida después del primer plan diocesano de pastoral, EPPP, al detectar que uno de los grandes problemas en el propósito de la formación de la Iglesia Local era la inestabilidad de los misioner@s, sean estos religiosas, seglares o sacerdotes. Algunos llegaban por 3 años, 2 o pocos meses. Esto perjudicaba los procesos pastorales porque rompían la dinámica de las tareas asumidas. Se había superado la etapa del protagonismo de los misioneros, había que impulsar la participación del pueblo de Dios, tenían que crecer los agentes pastorales locales. Fueron los talleres de Misioner@s Nuev@s la alternativa a este problema, para inducir en la inserción de l@s nuevo@s misioner@s en nuestra Iglesia de Sucumbíos, que tiene sus propias peculiaridades. El misionero nuevo trae la carga de la motivación de su entrega y su servicio, y aporta con su novedad e inquietud. Pero su entrega se encauza en un proceso de Iglesia, porque no está trabajando para él sino para Iglesia y su misión evangelizadora.
 
La situación que se vive estos últimos 3 años, no ha sido ajena a esta realidad. La experiencia del discipulado misionero exige primero el aprendizaje de estar con el Señor para luego vivir el envío misionero. “…para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar…” Mc. 3, 14 b. Se requiere una etapa de aprendizaje, sin prejuicios, así es el camino junto al Señor y así es también el camino de la Iglesia. Registramos que varios misioneros han llegado en este tiempo de conflicto y ya no están. ¿Por qué será?. ¿Qué procesos pastorales se pueden hacer?. ¿Acaso la evangelización no requiere procesos?. ¿Qué seriedad y responsabilidad de los agentes pastorales está detrás?.
 
Al culminar el mes misionero, es significativo la realización de este Taller, por lo que es una gran ocasión para refrescar lo que nos dicen las encíclicas Redentoris misssio, Fidei donum y Evangelii nuntiandi, respecto a la actitud y espiritualidad misionera que requiere la Iglesia Misionera de Sucumbíos.
 
 
Cuando se entra en sintonía, enseguida bulle la colaboración, los deseos de aprender y también de ponerse manos a la obra. Los frutos de este encuentro se irán viendo, pero por lo pronto, nos dejamos llevar por el impulso que nos da ir a las raíces de nuestra identidad poderla compartir.

sábado, 26 de octubre de 2013

LOS GRITOS DEL POBRE ATRAVIESAN LAS NUBES


Eclesiástico 35, 12-14. 16-18; salmo 33; 2Timoteo 4, 6-8. 16-18; Lucas 18, 9-14

Una viuda que reclama el derecho a vivir sin miedo es una buena imagen para definir a Dios que no es neutral frente a la injusticia. Ella nos hace tomar nuevas fuerzas para aprender a reclamar la justicia debida a tantos abatidos, lastimados, amedrentados por tantas injusticias. El Eclesiástico está en esta misma conexión: el grito de los pobres atraviesa las nubes. No existe en Dios neutralidad. Nos engañamos con nuestras pretendidas “neutralidades” que a veces pueden ser un síntoma de cordura y sabiduría y otras veces esconder el necesario posicionamiento frente a lo que no puede callarse.

Jesús insiste: tengan cuidado con esa seguridad de quien se cree más allá del bien y del mal y desprecia a los demás. Ese desprecio religioso mata lo bueno. ¿Y qué es lo bueno? La posibilidad de vida allá donde esté. Por eso, tod@s podemos llevar dentro un fariseo en nuestro interior. Si buscamos seguridad en nuestras pequeñas parcelas de poder, nos vestimos de fariseo. Nuestro ser humano no se desarrollará plenamente si persistimos en esa seguridad y despreciamos la vida que quiere florecer más allá del cumplimiento de normas y preceptos.

Es difícil ver esto sin poner a prueba nuestras propias actitudes y sin reconocer la insensatez de nuestros planteamientos. No podemos entretenernos con golpes de pecho sino trabajar cotidianamente por derrocarnos.

¿Quiénes están en condiciones de acabar con ese fariseísmo? El contacto y la relación permanente con el pobre que nos enseña más allá de toda conformidad con la injusticia a colaborar para que este mundo cambie. Ahí van nuestras energías, ahí van nuestros anhelos y deseos. Donde quiera que surjan proyectos de vida y restauración ahí debemos estar. En Sucumbíos tenemos tantos retos y oportunidades para posibilitar esta Buena Noticia, que sería una enorme torpeza desgastarnos en otras batallas.

Es hermoso comprender que el grito de los pobres atraviesa las nubes. Qué fuerza interior recobramos cuando nos sentamos y soñamos nuevas formas de inculturar el evangelio, qué ánimo y sentido de la vida se nos regala cuando gastamos tiempo y energías en ver cómo profundizar el conocimiento de las realidades y buscamos conjuntamente cómo acoger, cómo ayudar a que otros y otras recuperen su dignidad maltrecha, cómo nos renovamos en una conversa con las personas que más allá de su credo religioso trabajan por la paz, cómo se acrecienta nuestra esperanza cuando nos sometemos al lento trabajo de reconstrucción del tejido social amenazado por el individualismo que no ofrece otro modelo de desarrollo que el de la propiedad solitaria, cómo se renuevan nuestras fuerzas cuando nos sentimos en amistad y alianza con mujeres indígenas excluidas y abatidas por la violencia de sus contextos.

Así, si entramos en contacto con nuestro pequeño fariseo interior y luchamos por acabar con él, estaremos en condiciones de disfrutar la bienaventuranza de los sencillos. Y Dios emergerá como un compañero a nuestro lado, alentándonos y descubriéndonos lo mejor.

miércoles, 23 de octubre de 2013

ENTREVISTA DEL PAPA FRANCISCO CON EL P. ANTONIO SPADERO S.J.

Por su importancia para la Iglesia Univeral, presentamos la reciente entrevista del Papa Francisco al P. Antonio Spadero, S.J. Director de la “La Cività Cattolica, y por ende a varias revistas jesuitas. Esta entrevista ha dado la vuelta al mundo porque nos presenta al Papa con mucha transparencia topando diferentes temas. Más que todo vemos a una persona muy humana y sensible, despojado de toda mundanidad, como invitó en Asís. Es el Pastor que se reconoce un pecador y acoge, no condena ni persigue, vive la misericordia. La frase del Papa: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”, recoge el carácter de esta entrevista. Como lo habíamos prometido ofrecemos en varias entregas esta importante entrevista.
 
¿QUIÉN ES JORGE MARIO BERGOGLIO?
 
 “No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”.
 
“Bueno, quizá podría decir que soy despierto, que sé moverme, pero que, al mismo tiempo, soy bastante ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro y siento más verdadera es esta: “Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos. Soy alguien que ha sido mirado por el Señor. Mi lema, Miserando ‘atque eligendo’, es algo que, en mi caso, he sentido siempre muy verdadero”.
 
“El gerundio latino miserando me parece intraducible tanto en italiano como en español. A mí me gusta traducirlo con otro gerundio que no existe: misericordiando”.
 
“Yo no conozco Roma. Son pocas las cosas que conozco. Entre estas está Santa María la Mayor: solía ir siempre. Bueno, sí, conozco Santa María la Mayor, San Pedro… pero cuando venía a Roma vivía siempre en Vía della Scrofa. Desde allí me acercaba con frecuencia a visitar la iglesia de San Luis de los Franceses y a contemplar el cuadro de la vocación de san Mateo de Caravaggio”.
 
“Ese dedo de Jesús, apuntando así… a Mateo. Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo. Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero, como diciendo: ‘¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!’. Esto es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada… Y esto es lo que dije cuando me preguntaron si aceptaba la elección de Pontífice. Peccator sum, sed super misericordia et infinita patientia Domini nostri Jesu Christi confisus et in spiritu penitentiae accepto”.
 
¿POR QUÉ SE HIZO JESUITA?
 
“Quería algo más. Pero no sabía qué era. Había entrado en el seminario. Me atraían los dominicos y tenía amigos dominicos. Pero al fin he elegido la Compañía, que llegué a conocer bien, al estar nuestro seminario confiado a los jesuitas. De la Compañía me impresionaron tres cosas: su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato. Pero su disciplina, su modo de ordenar el tiempo, me ha impresionado mucho”.
 
“Y, después, hay algo fundamental para mí: la comunidad. Había buscado desde siempre una comunidad. No me veía sacerdote solo: tengo necesidad de comunidad. Y lo deja claro el hecho de haberme quedado en Santa Marta: cuando fui elegido ocupaba, por sorteo, la habitación 207. Esta en que nos encontramos ahora es una habitación de huéspedes. Decidí vivir aquí, en la habitación 201, porque, al tomar posesión del apartamento pontificio, sentí dentro de mí un ‘no’. El apartamento pontificio del palacio apostólico no es lujoso. Es antiguo, grande y puesto con buen gusto, no lujoso. Pero en resumidas cuentas es como un embudo al revés. Grande y espacioso, pero con una entrada de verdad muy angosta. No es posible entrar sino con cuentagotas, y yo, la verdad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás”.
 
Y PARA UN JESUITA, ¿QUÉ SIGNIFICA SER PAPA?
 
“El discernimiento es una de las cosas que Ignacio ha elaborado más interiormente. Para él, es un instrumento de lucha para conocer mejor al Señor y seguirlo más de cerca. Me ha impresionado siempre una máxima con la que suele describirse la visión de Ignacio: Non coerceri maximo, sed contineri minimo divinum est. He reflexionado largamente sobre esta frase por lo que toca al gobierno, a ser superior: no tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño. Esta virtud de lo grande y lo pequeño se llama magnanimidad, y, a cada uno desde la posición que ocupa, hace que pongamos siempre la vista en el horizonte. Es hacer las cosas pequeñas de cada día con el corazón grande y abierto a Dios y a los otros. Es dar su valor a las cosas pequeñas en el marco de los grandes horizontes, los del Reino de Dios”.
 
“Esta máxima ofrece parámetros para adoptar la pos tura correcta en el discernimiento, para sentir las cosas de Dios desde su ‘punto de vista’. Para san Ignacio hay que encarnar los grandes principios en las circunstancias de lugar, tiempo y personas. A su modo, Juan XXIII adoptó esta actitud de gobierno al repetir la máxima Omnia videre, multa disimulare, pauca corrigere porque, aun viendo omnia, dimensión máxima, prefería actuar sobre pauca, dimensión mínima”.
 
“Es posible tener proyectos grandes y llevarlos a cabo actuando sobre cosas mínimas. Podemos usar medios débiles que resultan más eficaces que los fuertes, como dice san Pablo en la Primera Carta a los Corintios”.
 
“Un discernimiento de este tipo requiere tiempo. Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo del discernimiento.
 
Y a veces, por el contrario, el discernimiento nos empuja a hacer ya lo que inicialmente pensábamos dejar para más adelante. Es lo que me ha sucedido a mí en estos meses. Y el discernimiento se realiza siempre en presencia del Señor, sin perder de vista los signos, escuchando lo que sucede, el sentir de la gente, sobre todo de los pobres. Mis decisiones, incluso las que tienen que ver con la vida normal, como el usar un coche modesto, van ligadas a un discernimiento espiritual que responde a exigencias que nacen de las cosas, de la gente, de la lectura de los signos de los tiempos. El discernimiento en el Señor me guía en mi modo de gobernar”.
 
“Pero, mire, yo desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente.
Desconfío de mi primera decisión, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisión. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamente, tomarse el tiempo necesario. La sabiduría del discernimiento nos libra de la necesaria ambigüedad de la vida, y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificarán con lo que parece grande o fuerte”.

martes, 22 de octubre de 2013

LA MISIONARIEDAD, FRUTO DEL VATICANO II EN NUESTROS TIEMPOS. 2/5

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2013
 
En este octubre misionero, habiendo realizado las Misiones Diocesanas en Nueva Loja con abundantes bendiciones para nuestra Iglesia y nuestro Pueblo, animados por el espíritu misionero de Aparecida que pide una Iglesia en estado de Misión, asumimos un proceso misionero de Misión Permanente y esto lo celebramos el domingo 22, en el día del DOMUND en la celebración diocesana presidida por Mons. Paolo Mietto, Administrador Apostólico.
 
Volvamos a fijarnos en el Mensaje de la Jornada Mundial de las Misiones del Papa Francisco, cuyo texto reflexionamos los misioneros y misioneras estos días. En esta segunda parte, recordamos que en el primer punto el Papa Francisco nos animaba sobre el don precioso de la fe en el Señor de la Vida y nos alentaba a compartirlo como expresión de la madurez de la comunidad de los creyentes y de manera muy especial a la periferia de los que no conocen al Señor.
 
En esta ocasión, en el numeral 2, el Papa nos contextualiza en el Año de la Fe cuyo referente es el Concilio Vaticano II para renovar la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Esto imprimió el carácter de misionariedad de cada cristiano y cristiana y de la comunidad cristiana, como algo esencial de nuestra fe. Para aterrizar estas luces es fundamental el papel de los responsables en la Iglesia, ya que se trata de algo paradigmático y no simplemente programático.
 
Aquí el numeral 2 del Mensaje:
 
El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial cómo la tarea misionera, la tarea de ampliar los confines de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de “dar testimonio de Cristo ante las naciones”, ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

domingo, 20 de octubre de 2013

DÍA DE LA IGLESIA COMUNIDAD PUEBLO DE DIOS AL SERVICIO DEL REINO - I Aniversario de la Vigilia Permanente


INVITACIÓN

El miércoles 30 de octubre (2013) cumplimos 3 años del inicio del conflicto eclesial en nuestra Iglesia de Sucumbíos debido a una intervención creada desde fuera, con la evidente intención de destruir el proceso de esta Iglesia Comunidad, trabajada por 40 años, bajo la luz del Espíritu Santo que irradió el Concilio Vaticano II, del cual con la experiencia del Año de la Fe, celebramos 50 años de haberse iniciado.

En Sucumbíos hemos vivido este Año de la Fe en actitud vigilante, porque por los acontecimientos vividos, fue necesario activar la Vigilia Permanente, coincidiendo con su inicio, y hemos vivido una profunda experiencia de fe en la constancia de la oración personal y comunitaria, en la lectura popular de la Biblia, el compartir y el compromiso en la acción pastoral. Agradecemos a Dios por este Año de la Fe que nos ha recuperado la memoria histórica volviendo a la fuente de la inspiración de estos tiempos nuevos, el Vaticano II.

En el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones que celebramos este domingo 20 de octubre, demostrándonos una vez más su gran capacidad de misericordia, el Papa Francisco nos dice que A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial”. Seguidamente nos invita a proponer con respeto el anuncio de Jesucristo y su Evangelio y a hacerlo con urgencia. Añade: “no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia”. Desde la experiencia que hemos vivido en nuestra Iglesia local decimos que nuestra debilidad es nuestra fuerza y animados por Francisco, nuestro hermano mayor en la fe, seguimos proponiendo VIDA, siempre hemos sembrado VIDA y seguiremos en ISAMIS SEMBRANDO VIDA.

Por eso, invitamos como el año pasado, a celebrar nuevamente el próximo 30 de octubre, el “Día de la Iglesia Comunidad Pueblo de Dios al servicio del Reino”. Celebraremos la Eucaristía de acción de gracias y en el programa tendremos también el habitual compartir, el lanzamiento del documental “Adiós padrecitos”, y de la Agenda de ISAMIS 2014, y la entrega de la LUZ de la Vigilia Permanente a las zonas campesinas. Empezaremos desde las 18h00 en la Iglesia del Divino Niño, en Lago Agrio.

Te esperamos. A personas y comunidades de otras provincias o países, solidarias con esta vigilia, les invitamos a prender su velita y enviar sus mensajes a:


VIGILIA PERMANENTE DE ISAMIS

sábado, 19 de octubre de 2013

¿DIOS ES ASÍ? Lc 18,1-8

Nuestras percepciones son equivocadas. Confiamos en apariencias. Jesús invita continuamente a profundizar la vida. Aparentemente parece que está animando a la oración insistente, pero en realidad, dice algo que tiene muchísima más hondura. Dice algo sobre Dios y dice algo sobre la vida y las relaciones humanas.
 
LA VIDA QUE VIVE
 
Jesús toca continuamente el sistema injusto de su tiempo a través de una división y una exclusión social insostenible. Terratenientes y clase sacerdotal frente a la masa de excluidos expulsados de la tierra sin piedad. Y todo un sistema legal que ampara dicha desproporción. Lo habitual entonces es encontrar a jueces injustos a quienes no les interesa la gente y que amparan dicho estado de cosas. Frente a esa situación, las respuestas habituales de los oprimidos son aguantar y soportar, callar, buscarse la vida como se pueda y sobrevivir o buscar alianzas que les permitan salir de situaciones tan penosas. Mientras tanto los poderosos se afianzan por todos los medios posibles a su alcance.
 
EL DIOS DE JESÚS
 
Pero Jesús ve a Dios. Y lo ve liberando continuamente a la gente. Dios no consiente la injusticia. Ha escuchado el clamor de los oprimidos y tiene que hacer algo. Moisés a quien ha sacado de las aguas será su voz, sus manos y sus pies. Amós, Isaías, Jeremías y todos los profetas siguen siendo su voz, sus manos y sus pies. Pero no sólo ellos. Para Jesús la memoria de Miriam, Ruth, Judith, Esther, Noemí, Sara, Agar, Tamar, Rebeca, Raquel, Dina y tantas otras son la voz, las manos y los pies de Dios que reclaman justicia. Y lo son en cuanto que por ellas sigue estando vigente su voluntad de crecimiento y fecundidad. Y lo son en cuanto a que ellas recuerdan continuamente que todo tiene que cambiar de manera radical: la exclusión que viven los pobres, lisiados, leprosos y viudas no puede sostenerse por más tiempo. Ellas viudas, estériles, prostitutas, excluidas reclaman el derecho a la vida plena de todos y todas.
 
El Dios de Jesús es una viuda que reclama justicia al opresor. Si Moisés lo vio abriendo el mar en dos y haciendo que los egipcios se hundieran en él, Jesús lo ve como una mujer que no duda en reclamar el derecho a la justicia desde su propia situación de excluida y postergada, sabiendo que no tiene nada que perder. Una viuda, una mujer con quien la sociedad y el sistema religioso están endeudados. La Ley de Moisés debe protegerla. Como no lo hace, Dios mismo tiene que tomar la palabra y encara al juez ajeno a lo humano. Así debe ser y todo estará bien.
 
El Dios de Jesús conoce muy bien la realidad violenta y opresora. El juez injusto encarna toda esa realidad que se mantiene ajena al sufrimiento de la gente y que ha perdido a Dios.
 
LA FE que debe encontrar Dios en la tierra no es una fe doctrinal sino precisamente ésta de la viuda. La fe de una mujer que se encara a la injusticia reclamando la vida plena. Jesús se pregunta si la fe de la viuda, que es la fe de Dios, es la misma de quienes le escuchan, si esa fe es la que actúa en el momento presente, en su tierra, en su gente.
 
Buena pregunta también para nosotr@s hoy. ¿Qué fe encuentra Dios en este pueblo de Sucumbíos? ¿Es la de la viuda que reclama hasta la saciedad la justicia sin miedo a perder? La historia de esta provincia habla de esta fe. Las luchas por conseguir la luz, el alcantarillado, la unidad de la gente por reclamar la justicia, la oposición a la Texaco, la defensa de la Amazonía… dicen mucho de la fe de la viuda. También el presente: el caminar paciente de organizaciones populares que siguen uniéndose frente a los nuevos retos y las nuevas amenazas.
 
Sin embargo, no hay tiempo que perder. Hay que recibir hondamente la pregunta de Jesús si es que queremos seguir adelante y dejarnos transformar. Hay que mirar y percibir al Dios que él percibe y estar donde él se sitúa para comprender. ¿Será?

viernes, 18 de octubre de 2013

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2013

 
En este mes de octubre marcado por las Misiones, animamos nuestro compromiso misionero realizando las Misiones Diocesanas y Populares en nuestra ciudad de Nueva Loja. Presentamos el Mensaje del Papa Francisco para la presente Jornada Mundial de las Misiones para celebrar el DOMUND este próximo domingo. El Mensaje del Papa, en este Año de la Fe, nos anima al compromiso misionero, partiendo de la experiencia de fe que vivimos, impulsada por el Concilio Vaticano II. En la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, esta experiencia de fe, está marcada por la experiencia de fe de la comunidad de creyentes, como insiste el Papa. Somos una comunidad adulta que comparte su fe.

A continuación presentamos la primera parte este Mensaje.

Queridos hermanos y hermanas:

Este año celebramos la Jornada Mundial de las Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, quisiera proponer algunas reflexiones.

1. La fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. Dios nos ama. Pero la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. «El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

 

jueves, 17 de octubre de 2013

TERESA, LA DE JESUS

Escribía Fray Luis de León: «Yo no conocí, ni vi a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra, pero ahora, que vive en el cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros».
 
También podemos decir en Sucumbíos que hemos conocido a Santa Teresa a través de sus hijos, los Carmelitas, y de sus Hijas, las Teresianas, las Carmelitas, y las huellas que han ido dejando en sacerdotes, ministerios y comunidades y en la vida de la Provincia.
 
Ha sido sin duda una rica experiencia poder compartir la dimensión humana de Mons. Gonzalo, del P. Jesús Arroyo y de los Carmelitas de Sucumbíos. Su sentido profundo de la vida, aprendido en la escuela de la Madre Teresa. Ese sentido profundo que nace de una experiencia profunda de Dios y de una intensa vida de oración; de una relación cercana con los pobres y de un sufrimiento asumido y superado.
 
Recorriendo la vida de la Santa encontramos montón de gestos y detalles, de anécdotas y de testimonios, que nos hablan de ese gran sentido humano de Teresa; el sentido común que, en múltiples ocasiones, es el menos común de los sentidos. En sus viajes por los caminos de Castilla y compartiendo en las posadas con los rudos y nobles arrieros; en los certámenes espirituales de la época, comentando con un fina ironía el aporte de San Juan de la Cruz: “Dios me libre de gente tan espiritual, que todo lo quiere hacer contemplación perfecta, dé do diere”; en su relación con las monjas, invitándolas más que a hacer grandes penitencias, a vivir relaciones profundas de amistad con las hermanas.
 
De hecho cuando consiguió que fray Juan de la Cruz se uniera a su proyecto de Reforma, para enseñarle el modo de vida carmelita que ella buscaba para sus monjas y luego para sus frailes, no lo llevó a rezar ni a estudiar, sino que lo invitó a compartir la recreación de sus monjas, donde se vivía la alegría y la fraternidad.
 
El gran sentido del humor que tenía Santa Teresa le ayudó a enfrentar los grandes problemas y contrariedades que le sobrevinieron. Su sentido irónico con que asume la situación de la mujer dentro de la Iglesia, “aunque soy mujer y ruin” le ayudará a no dejarse intimidar ni por la Inquisición que secuestró el Libro de la Vida, ni por el Nuncio Sega que la llamó: “...fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino i Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen."
 
El modelo de Iglesia/Comunidad, que se ha logrado establecer en Sucumbíos desde la espiritualidad teresiana, como una familia; la calidad y la calidez de las relaciones, la cercanía del Obispo y de los misioneros y misioneras, la participación en la vida del pueblo: celebrar con ellos, jugar con ellos, luchar con ellos, gozar con ellos, ser sus amigos y amigas… son huellas de esta presencia de Teresa de Jesús a través de sus hijos e hijas que han creado unos lazos y han hecho nacer un sentimiento de pertenencia, y una identidad como Iglesia.
 
La alegría de Teresa, su ironía, su sentido del humor le ayudaron, sin duda, a enfrentar las actitudes autoritarias de la Iglesia, de nuncios y de frailes que no podían asumir que una mujer pudiera incursionar en los campos de la oración, de la espiritualidad, de la mística. Y esa misma actitud es la que ha animado y sigue animando a muchas mujeres, a muchos ministerios de nuestras comunidades a asumir su responsabilidad en la Iglesia.
 
Por eso desde las Comunidades de la Iglesia de Sucumbíos queremos rendir hoy un homenaje a esa gran mujer, Teresa de Jesús. Reconocer sus huellas en la Iglesia que han ido imprimiendo primero los Carmelitas, y luego las Carmelitas Misioneras y del Sagrado Corazón y finalmente las Teresianas; huellas que encontramos en las Comunidades, en los Ministerios y en la misma vida del pueblo de Sucumbíos; y agradecerles por esa presencia entre nosotros.

JORNADA MARIANA EN EL AÑO DE LA FE

 
El 12 y 13 de octubre, se ha celebrado la Jornada Mariana convocada por el Papa Francisco, dentro del Año de la Fe que está muy próximo a concluir. En Sucumbíos ya tuvimos nuestra Jornada el pasado 8 de septiembre, en las fiestas de Nuestra Mamita del Cisne, la Patrona de nuestro pueblo, y sí que dimos gracias a lo largo de esos días por toda la provincia. Y nos concedió grandes favores, como la recuperación de la institución de los ministerios laicales, además de seguir levantando la dignidad de la mujer tanto en lo social, como en la vida de la Iglesia que el Papa está muy empeñado en revisar.
 
Con esta ocasión de la Jornada, el Papa Francisco, nos ha dado unas grandes enseñanzas. Así el 12 de octubre en la Plaza de San Pedro nos ha insistido, que María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe. Por eso, el Papa nos plantea la pregunta: ¿Cómo es la fe de María?
 
Esta catequesis sobre la fe de María, el Papa lo desarrolla en tres elementos. Esta reflexión es iluminada por el magisterio del Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen gentium.Es la Mariología renovada que nos presenta a María con ese protagonismo en la historia de salvación, que no suple ni compite con Jesús. Ella ha sido reconocida como la mejor discípula misionera en Aparecida, y es quién inspira nuestra fe. No es aquella que alimenta un devocionalismo ciego y justificador de unas relaciones de poder injusto. Es María, la que ha inspirado la recuperación de la dignidad de la mujer en la familia, en la sociedad, en la vida política, etc. Y de manera especial en la Iglesia, que las mujeres no son de cristianas de segunda clase. Por eso, el Vaticano II irradió las luces en la devoción a María, para que nuestro cariño a ella nos lleve a Jesús.
 
Esta visión va de la mano con lo que en días pasados el Papa dijo que es necesaria una reflexión de toda la Iglesia “para dar mayor valor a la presencia de las mujeres” y que el “sufre” cuando ve que en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales se reduce el papel de las mujeres sólo “a la servidumbre”. “Sufro, y os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio”.
 
Aquí presentamos algunos extractos de la catequesis del Papa:


1. El primer elemento de su fe es éste: La fe de María desata el nudo del pecado

… podemos preguntarnos en nuestro corazón: ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida? «Padre, los míos no se puede desatar». Pero eso es un error. Todos los nudos del corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden deshacer. ¿Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios para deshacerlos, para cambiar? Ella, mujer de fe, sin duda nos dirá: «Vete adelante, ve donde el Señor: Él comprende». Y ella nos lleva de la mano, Madre, Madre, hacia el abrazo del Padre, del Padre de la misericordia.


2. Segundo elemento: la de fe de María da carne humana a Jesús. 

… Dios no ha querido hacerse hombre ignorando nuestra libertad, ha querido pasar a través del libre consentimiento de María, a través de su «sí». Le ha preguntado: «¿Estás dispuesta a esto? Y ella ha dicho: «sí».
 
Pero lo que ha ocurrido en la Virgen Madre de manera única, también nos sucede a nosotros en el plano espiritual cuando acogemos la Palabra de Dios con corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Es como si Dios adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en aquellos que le aman y cumplen su Palabra. No es fácil entender esto, pero, sí, es fácil sentirlo en el corazón.
 
¿Pensamos que la encarnación de Jesús es sólo algo del pasado, que no nos concierne personalmente? Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María, para que él pueda seguir habitando en medio de los hombres; significa ofrecerle nuestras manos para acariciar a los pequeños y a los pobres; nuestros pies para salir al encuentro de los hermanos; nuestros brazos para sostener a quien es débil y para trabajar en la viña del Señor; nuestra mente para pensar y hacer proyectos a la luz del Evangelio; y, sobre todo, nuestro corazón para amar y tomar decisiones según la voluntad de Dios. Todo esto acontece gracias a la acción del Espíritu Santo. Y, así, somos los instrumentos de Dios para que Jesús actúe en el mundo a través de nosotros.
 
3. Y el último elemento es la fe de María como camino:
 
¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue un seguir a su Hijo: él –Jesús– es la vía, él es el camino. Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo, y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies en sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes. Y, ¿cuáles son los sentimientos y actitudes de Jesús?: Humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo de la hipocresía, de la doblez, de la idolatría. La vía de Jesús es la del amor fiel hasta el final, hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz. Por eso, el camino de la fe pasa a través de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido. Pero después, esta cruz se hizo más pesada, cuando Jesús fue rechazado: María siempre estaba con Jesús, seguía a Jesús mezclada con el pueblo, y oía sus chácharas, la odiosidad de aquellos que no querían a Jesús. Y esta cruz, ella la ha llevado. La fe de María afrontó entonces la incomprensión y el desprecio. Cuando llegó la «hora» de Jesús, esto es, la hora de la pasión, la fe de María fue entonces la lamparilla encendida en la noche, esa lamparilla en plena noche. María veló durante la noche del sábado santo. Su llama, pequeña pero clara, estuvo encendida hasta el alba de la Resurrección; y cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedó henchido de la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque la fe siempre nos lleva a la alegría, y ella es la Madre de la alegría. Que ella nos enseñe a caminar por este camino de la alegría y a vivir esta alegría. Este es el punto culminante –esta alegría, este encuentro entre Jesús y María–, pero imaginemos cómo fue... Este encuentro es el punto culminante del camino de la fe de María y de toda la Iglesia. ¿Cómo es nuestra fe? ¿La tenemos encendida, como María, también en los momentos difíciles, los momentos de oscuridad? ¿He sentido la alegría de la fe?
 
Finalmente, el día 13, en la celebración de la Eucaristía la homilía estuvo centrada en tres puntos: Primero, Dios nos sorprende; segundo, Dios nos pide fidelidad; tercero, Dios es nuestra fuerza.
 
Dichosa tú, porque has creído, María.

martes, 15 de octubre de 2013

32 años de presencia de las comunidades COIM en la Iglesia de San Miguel Sucumbíos (1981-2013)

El pasado seis de octubre en la Casa de las COIM (Comunidades para la Iglesia y para el Mundo) del Norte, la familia COIM se reunió para celebrar el 32 aniversario de su presencia en la Iglesia de Sucumbíos. Hubo un derroche de alegría, fe, esperanza y unión entre todos sus miembros y las comunidades, quienes compartieron esta gran festividad e hicieron su compromiso de seguir siendo fermento de la buena nueva de Jesús en cada uno de los lugares donde residen.
 
 
Numerosos ministerios, misioneros-as y miembros de comunidades y familias se unieron a compartir esta fiesta. La celebración Eucarística fue el centro de la programación. Durante la reflexión, se realizó un taller sobre la espiritualidad de Santa Teresita del niño Jesús. Algunas palabras claves fueron: vocación, caminito espiritual y el abandono en las manos de Dios.
 
 
En el momento de los compromisos, nuevos jóvenes, varones y mujeres, se unieron a la familia COIM, para vivir y compartir este carisma y espiritualidad nacidos del caminar de nuestra Iglesia Local. También las familias COIM y los antiguos miembros COIM solteros, renovaron su compromiso anual para seguir desde allí aportando a la vida de nuestra iglesia.
 
La celebración concluyó con un almuerzo comunitario y compartir fraterno.
 
 
Estamos agradecido@s porque Dios se sigue haciendo presente, animando y fortaleciendo a esta familia misionera para que continúe con su testimonio y tarea pastoral de manera más comprometida en estos tiempos de prueba que vive ISAMIS.
 
¿Qué son las COIM?
 
Son comunidades de laic@s (Familias o personas solteras) y presbíteros diocesanos incardinados, nacidas para afirmar y construir, donde estén, las iglesias locales y el desarrollo social e integral del pueblo. Nacieron el primero de octubre de 1981, con el apoyo y el acompañamiento de Monseñor Gonzalo López y bajo la inspiración del espíritu de la Iglesia de América Latina.
 
 
Santa Teresita del Niño Jesús, su patrona, es la fuente de espiritualidad que ha inspirado y sigue inspirando a las Coim. Ella propone un nuevo modelo de santidad, desde lo pequeño, desde la vida y lo cotidiano, para descubrir la vocación de cada cual en la Iglesia y en el mundo. También mueve a que cada miembro construya su caminito desde las posibilidades de su vida y desde su compromiso. Por último el proceso de despojo que ella vivió, lleva a “gustar a Jesús, querer lo que Jesús quiere hasta llegar hasta una alegría no sentida”.
 
La espiritualidad está centrada en descubrir a Dios en la sencillez de la gente pobre y en la cotidianidad de las comunidades, lo que va creando nuevos modelos de vida en el seguimiento al señor Jesús. Mateo pone en boca del Maestro estas inspiradoras palabras:<<Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. >> (Mt 11, 25)
 
Sobre el carisma de las COIM, se lee en la Guía: “Las COIM, son ante todo, COMUNIDADES, comprometidas a vivir y hacer vivir la utopía cristiana sobre la base de los grandes ideales y firmes convicciones”, en pocas palabras, ser sal, luz y fermento para afianzar la iglesia local y el compromiso por la liberación.
 
En la actualidad…
 
Las COIM están en Sucumbíos, Colombia y Paraguay. En Sucumbíos hay 13 familias COIM esparcidas por toda la provincia. En cuanto a los solteros hay 8 personas en dos grupos, uno en la zona campesina de Pacayacu y otro urbano en Nueva Loja, en estos están incluidos los PP. Incardinados Raúl Usca y Santos Maza. En Colombia, las COIM se encuentran en Bogotá y Medellín. Mientras que en Paraguay están en Ayolas.
 
 
Hacia dónde van y se proyectan…
 
Cada uno de los miembros de las COIM desde sus hogares, sus trabajos y su vida cotidiana, tiene la responsabilidad de evangelizar y a la vez trabajar en parte social, en el trabajo con los pobres.
 
Las COIM se proyectan a seguir construyendo una Iglesia y sociedad nuevas, siendo fermento en las realidades locales donde se encuentren. Su mística es estar en el mundo evangelizando las nuevas realidades, las nuevas tendencias y desafíos que el mundo contemporáneo presenta.
 
En Sucumbíos quieren afianzar la pastoral de la Iglesia San Miguel de Sucumbíos - ISAMIS, siendo agentes y gestores de cambio. Su tarea urgente es reforzar las cuatro unidades de pastoral: Negra, Urbana, Campesina e Indígena. Quieren seguir evangelizando y haciendo presente a Dios en medio de esta realidad y de esta historia.
 
Agradecen los gestos de cariño y de amor que han testimoniado todos estos años tanto las comunidades como las organizaciones, l@s misioner@s, l@s amig@s y conocid@s. Pero agradecen especialmente a Dios porque les ha regalado este don y desafío: estar siempre en camino, haciéndose cada día, esforzándose cada vez por adentrarse en el misterio del Dios de la Vida y del Amor en medio de la gente más pobre y sencilla.

domingo, 13 de octubre de 2013

Reconocer la evidencia

Lc 17,11-19
 
A Jesús no le ha paralizado la persecución y la amenaza contra su propia vida. Tanto es así que no huye de un destino y final evidentes. Ha tomado muchas decisiones en su vida. Todas ellas responden al mismo dinamismo: que todos tengan vida abundante.
 
Evidentemente, para mantener esta aspiración y hacerla real, ha tenido que hacer su propio camino. Así, desapropiándose de sí se ha hecho dueño de sí. Y dueño de sí, se ha dado a la humanidad en un gesto de total autenticidad, libertad y gratuidad.
 
Por eso, sigue en camino. En el camino aparecen oportunidades continuas para vivir su desafío de Reino. Una de estas oportunidades se encarna en diez leprosos, diez excluidos y proscritos. Jesús los provoca cuando en el camino  se acercan a Él pidiendo curación. También provoca a quienes le escuchan: ¡vayan a los sacerdotes, ellos les ofrecerán la curación que buscan! Y efectivamente van. Se sienten curados antes de llegar a recibir una pureza acreditada por las autoridades religiosas.
 
El mensaje es claro: el sacerdocio del Templo es incapaz de curar. Un predicador insignificante, que transita los caminos de los excluidos y se mezcla con ellos sí lo es. Lo curioso está en que sólo uno de los que han experimentado la curación se atreve a reconocer algo tan evidente. Es samaritano. No tiene nada que perder. Su estigma social es doblemente contaminante: ser leproso y ser extranjero. Por eso entiende tan rápidamente el mensaje de Jesús. Se identifica con él que también es  una especie de proscrito, perseguido ideológica y realmente por los poderes y autoridades. La fe que hace aparición en este samaritano –considerado impío e increyente- está amasada en la solidaridad con Jesús de Nazaret. No es una fe doctrinal, sino una fe que se basa en la experiencia de haber sido liberado, curado y sanado por un hombre como él. Jesús afirma que es ésta la clase de fe capaz de salvar y la que permite que la gente recobre serenidad y paz.
 
A los ojos de Jesús y desde la experiencia de este pequeño hombre curado queda claro que el sacerdocio del Templo es incapaz de realizar su llamado original: congregar a los hijos de Dios dispersos y ofrecer salvación y curación al pueblo entero. Manteniendo en los márgenes a los leprosos, enfermos, mujeres, pobres, pecadores, extranjeros y prostitutas, lo único que hace es profundizar su lejanía de lo que Dios quiere realmente. Entonces su mensaje se hace hueco, ruidoso, estridente y moralista y no engendra vida.
 
La Iglesia misionera de Sucumbíos debe vigilar continuamente para que no se le cuelen los mecanismos de la opresión. Tiene constantes oportunidades PARA COLABORAR EN LA DESAPARICIÓN DE LAS FRONTERAS Y SALIR A LOS CAMINOS donde se encuentra la gente sufriente y donde se descubren las causas de la injusticia.
 

Ø  Y hacerlo como este Jesús, en medio de la persecución y amenaza por su convicción profunda de que deben desaparecer las fronteras - de la pureza, o de la raza, o de la ideología, o del género, o de la economía -  que inventan los poderosos y mantienen los intransigentes. Y no dejar  que a esta Iglesia se le arrebate el privilegio de la sencillez y la pobreza de medios.

Ø  El reto estará desde luego en nuestra capacidad para seguir saliendo a los caminos de la misma manera que hizo Jesús y ofrecer un tipo de salvación que no puede producirse desde los cálculos del poder, la conformidad con la injusticia, el fanatismo, el moralismo o la ambición religiosa.

 

Quizás se nos conceda poder ver cómo surge una fe en la gente mucho más honda y profética, nacida del encuentro amistoso con ese Jesús que  se enorgullece de quienes intentan hacer con sus vidas lo mismo que Él hizo con la suya y respalda todos los intentos de aquellos y aquellas que son capaces de ver algo mucho mejor y reconocerlo agradecidos, mientras buscan la bendición de la oficialidad religiosa.
 
Mientras, nos podemos preguntar…  

-         Si nuestra creatividad y capacidad de retar se parece a la provocadora palabra de Jesús que evidencia lo que hay: vayan a los sacerdotes y busquen en ellos la curación.

-         Si en función de las respuestas que recibimos, podemos calibrar o no la hondura de la fe en las personas y los grupos y podemos percibir dónde se encuentran las raíces de la exclusión, la discriminación y la tenacidad de las fronteras: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?"

-         Si más allá del poder que podamos ostentar, hay una autoridad evangélica que podemos ejercer para que muchos y muchas puedan levantarse de sus postraciones y seguir caminando en paz: Levántate, vete; tu fe te ha salvado."