jueves, 17 de octubre de 2013

JORNADA MARIANA EN EL AÑO DE LA FE

 
El 12 y 13 de octubre, se ha celebrado la Jornada Mariana convocada por el Papa Francisco, dentro del Año de la Fe que está muy próximo a concluir. En Sucumbíos ya tuvimos nuestra Jornada el pasado 8 de septiembre, en las fiestas de Nuestra Mamita del Cisne, la Patrona de nuestro pueblo, y sí que dimos gracias a lo largo de esos días por toda la provincia. Y nos concedió grandes favores, como la recuperación de la institución de los ministerios laicales, además de seguir levantando la dignidad de la mujer tanto en lo social, como en la vida de la Iglesia que el Papa está muy empeñado en revisar.
 
Con esta ocasión de la Jornada, el Papa Francisco, nos ha dado unas grandes enseñanzas. Así el 12 de octubre en la Plaza de San Pedro nos ha insistido, que María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe. Por eso, el Papa nos plantea la pregunta: ¿Cómo es la fe de María?
 
Esta catequesis sobre la fe de María, el Papa lo desarrolla en tres elementos. Esta reflexión es iluminada por el magisterio del Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen gentium.Es la Mariología renovada que nos presenta a María con ese protagonismo en la historia de salvación, que no suple ni compite con Jesús. Ella ha sido reconocida como la mejor discípula misionera en Aparecida, y es quién inspira nuestra fe. No es aquella que alimenta un devocionalismo ciego y justificador de unas relaciones de poder injusto. Es María, la que ha inspirado la recuperación de la dignidad de la mujer en la familia, en la sociedad, en la vida política, etc. Y de manera especial en la Iglesia, que las mujeres no son de cristianas de segunda clase. Por eso, el Vaticano II irradió las luces en la devoción a María, para que nuestro cariño a ella nos lleve a Jesús.
 
Esta visión va de la mano con lo que en días pasados el Papa dijo que es necesaria una reflexión de toda la Iglesia “para dar mayor valor a la presencia de las mujeres” y que el “sufre” cuando ve que en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales se reduce el papel de las mujeres sólo “a la servidumbre”. “Sufro, y os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio”.
 
Aquí presentamos algunos extractos de la catequesis del Papa:


1. El primer elemento de su fe es éste: La fe de María desata el nudo del pecado

… podemos preguntarnos en nuestro corazón: ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida? «Padre, los míos no se puede desatar». Pero eso es un error. Todos los nudos del corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden deshacer. ¿Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios para deshacerlos, para cambiar? Ella, mujer de fe, sin duda nos dirá: «Vete adelante, ve donde el Señor: Él comprende». Y ella nos lleva de la mano, Madre, Madre, hacia el abrazo del Padre, del Padre de la misericordia.


2. Segundo elemento: la de fe de María da carne humana a Jesús. 

… Dios no ha querido hacerse hombre ignorando nuestra libertad, ha querido pasar a través del libre consentimiento de María, a través de su «sí». Le ha preguntado: «¿Estás dispuesta a esto? Y ella ha dicho: «sí».
 
Pero lo que ha ocurrido en la Virgen Madre de manera única, también nos sucede a nosotros en el plano espiritual cuando acogemos la Palabra de Dios con corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Es como si Dios adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en aquellos que le aman y cumplen su Palabra. No es fácil entender esto, pero, sí, es fácil sentirlo en el corazón.
 
¿Pensamos que la encarnación de Jesús es sólo algo del pasado, que no nos concierne personalmente? Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María, para que él pueda seguir habitando en medio de los hombres; significa ofrecerle nuestras manos para acariciar a los pequeños y a los pobres; nuestros pies para salir al encuentro de los hermanos; nuestros brazos para sostener a quien es débil y para trabajar en la viña del Señor; nuestra mente para pensar y hacer proyectos a la luz del Evangelio; y, sobre todo, nuestro corazón para amar y tomar decisiones según la voluntad de Dios. Todo esto acontece gracias a la acción del Espíritu Santo. Y, así, somos los instrumentos de Dios para que Jesús actúe en el mundo a través de nosotros.
 
3. Y el último elemento es la fe de María como camino:
 
¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue un seguir a su Hijo: él –Jesús– es la vía, él es el camino. Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo, y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies en sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes. Y, ¿cuáles son los sentimientos y actitudes de Jesús?: Humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo de la hipocresía, de la doblez, de la idolatría. La vía de Jesús es la del amor fiel hasta el final, hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz. Por eso, el camino de la fe pasa a través de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido. Pero después, esta cruz se hizo más pesada, cuando Jesús fue rechazado: María siempre estaba con Jesús, seguía a Jesús mezclada con el pueblo, y oía sus chácharas, la odiosidad de aquellos que no querían a Jesús. Y esta cruz, ella la ha llevado. La fe de María afrontó entonces la incomprensión y el desprecio. Cuando llegó la «hora» de Jesús, esto es, la hora de la pasión, la fe de María fue entonces la lamparilla encendida en la noche, esa lamparilla en plena noche. María veló durante la noche del sábado santo. Su llama, pequeña pero clara, estuvo encendida hasta el alba de la Resurrección; y cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedó henchido de la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque la fe siempre nos lleva a la alegría, y ella es la Madre de la alegría. Que ella nos enseñe a caminar por este camino de la alegría y a vivir esta alegría. Este es el punto culminante –esta alegría, este encuentro entre Jesús y María–, pero imaginemos cómo fue... Este encuentro es el punto culminante del camino de la fe de María y de toda la Iglesia. ¿Cómo es nuestra fe? ¿La tenemos encendida, como María, también en los momentos difíciles, los momentos de oscuridad? ¿He sentido la alegría de la fe?
 
Finalmente, el día 13, en la celebración de la Eucaristía la homilía estuvo centrada en tres puntos: Primero, Dios nos sorprende; segundo, Dios nos pide fidelidad; tercero, Dios es nuestra fuerza.
 
Dichosa tú, porque has creído, María.