¿Por qué lo olvidamos?
Marcos 9, 30-37
José Antonio Pagola
Camino de
Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le
espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo
matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que “no le entendieron y les daba
miedo preguntarle”. En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos
de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su
mensaje.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta:
“¿De qué discutíais por el camino?”. Los discípulos se callan. Están
avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el
más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de
cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué
discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a
darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: “Quien
quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. En
el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás,
se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que
necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en
servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino
quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son
los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes
encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un
espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a
quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que
les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo
pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la
Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas
débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de
estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que
los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras
tanto les dice: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí;
y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado”.
La enseñanza de Jesús es clara: el
camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños,
los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto?
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la enseñanza de Jesús. Pásalo.
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