En aquel tiempo, los apóstoles
volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y
enseñado. Él les dijo: - Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar
un poco. Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni
para comer.
Se fueron en barca a un sitio
tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces,
de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les
adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos,
porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Jesús mira de una
forma totalmente nueva. Le hace caso su propio interior y desde ahí, ve las
situaciones y personas. No mira lo que falta, no mira lo que podría mejorarse.
Lo que mira es el desvalimiento de la gente y su pérdida. Los profetas del
pueblo de Israel lo percibieron antes que Él.
Parece que no se ha dado solución a la emergencia, que las autoridades
no han dado solución a la vida. Lo que sigue es que el pueblo paga las
consecuencias con la desorientación, la pérdida y el cansancio. Hay que apostar
fuerte. Hay que pensar mejor. Hay que actuar mejor. Jesús lo sabe, Jesús lo
hace.
El ejercicio de la
compasión da fuerzas. Los apóstoles han tenido oportunidad de echar demonios,
consolar a la gente, comprender los dinamismos de mal… pero vienen cansados. Tienen
tanto reclamo, que no hay tiempo ni para comer. Es porque algo no han aprendido
todavía.
El ejercicio de la
compasión da fuerzas a Jesús. No obstante, percibe y sabe que es necesario
descansar un poco. Y hacerlo juntos, en armonía, para darse la oportunidad de
compartir experiencias en la intimidad de la amistad. Y se quiere llevar a los
apóstoles a un lugar apartado. Pero le sale mal. La gente los sorprende.
Lo interesante es
la reacción de Jesús: acoge incondicionalmente lo que ve en la gente y entonces,
vuelve a su corazón y sus entrañas el sentimiento de la compasión y la
misericordia. Consentir a este sentimiento, le hace creativo. Es cierto, no
pueden descansar, pero su descanso será atender a la gente, darles de comer. Y
se da cuenta de que es precisamente aquí donde los discípulos no han llegado
todavía. Para ellos hay un límite en las cosas y entonces pretenden que la
gente se vaya. Pero desde el punto de
vista de Jesús, se equivocan totalmente.
¿Qué les hará salir de su error? Cambiar la dinámica y dar de comer a la gente
con la fuerza de la solidaridad.
Esa solidaridad es
cada día más importante en Sucumbíos. No importa tanto lo que se emprende, como el “modo y el para qué” se emprende.
Solidaridad que lleva a comprender que los otros y otras son parte de nosotras
y nosotros mismos. ¿Llegaremos a esta conciencia o es una
verdad que nos sigue quedando grande? Ojalá descubramos como Jesús que lo que
nos da fuerzas es el ejercicio desinteresado de la compasión y que lo que nos
mantiene es la solidaridad con las víctimas.