Las calles de Lago
Agrio, esas calles tan transitadas, esas calles tan sufridas, esas calles con
historia de lodo, de petróleo, de violencia y de robo, estallan de alegría el
15 de julio de 2012 por la celebración de los 25 años de la FMS (Federación de
Mujeres de Sucumbíos) y el Grupo Social FEPP (Fondo Ecuatoriano Populorum
Progressio). Y toda persona de buena voluntad estalla también en un profundo
agradecimiento.
¡Cuántas veces las
115 organizaciones de Mujeres han tomado las calles de Lago Agrio para
evidenciar lo imparable: que se están produciendo cambios absolutos e
irreversibles en la relación de varones y mujeres! ¡Cuántas veces han señalado
y denunciado sin miedo las raíces oscuras de la violencia machista que nos
afecta a todos y todas¡ Y aunque esos
cambios se hagan esperar, aunque todavía estemos en plena noche machista,
aunque parezca que no pasa nada, la persistencia de las mujeres es una
esperanza inusual. Y esa esperanza es un
amanecer prematuro de algo que será realidad: que van a caer los muros injustos
de la desigualdad que abandera el patriarcado.
En solidaridad con
ellas, tantas iniciativas, tantas personas: ¡no estamos solas, estamos todas!
Y también con
ellas, solidariamente el GRUPO SOCIAL FEPP, que desde los postulados del
Progreso de los Pueblos, celebra también su aniversario. Un proyecto que busca
el desarrollo de los pueblos, que invierte en humanidad, que acompaña solidariamente los esfuerzos de
gobiernos locales, organizaciones sociales, familias y personas, que promueve
el acceso a nuevas formas de producción y organización social desde el uso
sostenible de los recursos, la formación, la generación de empleo, la atención
a migrantes, etc.
Ambas, son SEMILLAS
DE REINO DE DIOS. Y todo lo que es humano,
y todo lo que promueve el Reino es asunto de la Iglesia. Por eso, la fiesta que
hacen las organizaciones populares es también fiesta de la Iglesia incardinada en San
Miguel de Sucumbíos.
¿Cómo ha sido
posible sentir solidariamente con
quienes trabajan por la justicia y la erradicación de la violencia de género? Por
un camino compartido, por una esperanza única, por un sentir y pensar
unánime, más allá de las fronteras de
sexo, raza, religión o condición social.
Estamos viendo
milagros: el milagro de muchas mujeres campesinas, emigradas, fronterizas,
indígenas, negras, pobres bajo el sol
abrasador de Lago Agrio, con el corazón alegre, soñando un presente mejor para
ellas y sus hijas, y las hijas de sus hijas. Mujeres que también son amenaza a
los poderosos porque dejan de ser invisibles. Han hecho falta veinticinco años
de autoconciencia y de tejer pacientemente las identidades colectivas. De ellas
aprendemos todos y todas. De ellas, de estas mujeres que han sabido cambiar
mientras caminaban, que han sabido redefinirse a sí mismas mientras resistían,
que han sabido alterar el destino mientras se aferraban a lo que intuían, de
todas y cada una de ellas es la imparable vida. ¡Felicidades!