jueves, 19 de julio de 2012

Puerto Libre, lugar de VIDA PERMANENTE


16 de Julio, 2012, Puerto Libre, Sucumbíos, Fiesta del Carmen. Llega la tarde y todas las comunidades del sector nos dimos cita en Puerto Libre. La fiesta está hondamente arraigada en la gente. Una pequeña imagen del Carmen nos da la bienvenida. A su lado, la presencia radiante de nuestro Jesús Arroyo. Hemos celebrado esta fiesta muchas veces. Pero en esta ocasión, todo tiene un sabor distinto porque distintos son los motivos que nos convocan. Tenemos sed de escuchar una Palabra de consuelo y con la acogida propia de quienes saben de batallas, resistencias, cansancios, amenazas y riesgos, nos disponemos a acoger una verdad que nos haga mejores. Empieza la celebración y se unen las dos memorias, la de Jesús de Nazaret y la de Jesús Arroyo. La bondad y misericordia de Dios permite estas cosas: que nos asociemos a su Hijo al pasar por las mismas cosas que Él pasó. Entonces, se nos abre el entendimiento y comenzamos a comprender. Todas las cosas tienen unidad. Y Dios alienta todo lo que es vida y engendra vida. 

Así pasó esta tarde. Mucha gente llegaba del trabajo. Había vecinos y vecinas de Puerto Libre, pero también llegaron ministerios de todas las demás comunidades de la Vía Interoceánica y más allá. La tónica compartida fue una gran apertura, serenidad, confraternización y solidaridad entrañables. Hubo gente que abiertamente no es cristiana, hubo personas alejadas de la Iglesia y hubo gente comprometida con la vida de comunidades. Esta diversidad era en sí misma una manifestación de Dios, que sigue alentando a hacernos hermanos y hermanas, hijos e hijas. 

Se compartieron experiencias de vida, y al calor de ellas, creció la conciencia gozosa de que la vida permanece más allá de la muerte. La zona de Puerto Libre ha estado marcada por la presencia carmelita y eso ha configurado la vida de las personas y las comunidades. Se respira ese aire fresco de misioneros que, como Ramón Medina, dejaron su vida y sueños aquí, cuando en 1969 fue asesinado por defender los derechos de los indios. Se respira la presencia de los últimos carmelitas incomprensiblemente expulsados, y de Jesús Arroyo, con su modo peculiar de acercarse y gozar con la gente. Se respira el aire fresco y el testimonio  de misioneros y misioneras que día a día siguen derramando vida y esfuerzos para que se produzcan los cambios que Dios quiere. 

Y así, Dios dice permanentemente una Palabra de VIDA para esta zona, una palabra que no se extingue.