sábado, 10 de diciembre de 2016

Domingo tercero de Adviento



Lectura orante del Evangelio: Mateo 11,2-11
“Jesús no puede estar en un lugar sin irradiar” (Carlos de Foucauld).
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Con esta pregunta, de un Juan Bautista desconcertado, en la oscuridad de la cárcel, comenzamos a orar: ‘¿Eres tú?’. Es una pregunta honrada, necesaria, inquietante que hacemos en un mundo que ni niega ni cree en Dios: ¿Eres tú, Jesús, nuestro Tú? ¿Es a ti a quien tenemos que esperar? Hacemos la pregunta y nos quedamos en silencio, a la escucha de la palabra de Jesús, sin prisa: ¿Qué tiene que ver tu vida con la nuestra? ¿Eres tú quien puede darnos la alegría? ¿Eres nuestro Salvador? “Cuando descubrí a Jesús, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir para Él” (Carlos de Foucauld).       
Vayan y anuncien a Juan lo que han visto y oído. ¡Qué pedagogía tan sorprendente la de Jesús! Nos regala la mirada de las/os pobres para verles y descubrir en ellas/os la presencia del Reino. Nunca hubiéramos imaginado que esta mirada fuera tan liberadora y que trajera tanto gozo. Jesús nos saca a la calle, como nuevo escenario de la oración itinerante. Nos invita a aprender los nombres de las/os últimos, a conocer sus historias y a mirarlas con ternura. Nos empuja a hacer lo mismo que Él hizo: compartir con las/os perdidos un cariño entrañable. Jesús se manifiesta en signos frágiles y pobres, y ahí debe ser buscado, amado y servido, visto y oído. Las/os pobres son nuestra escuela de oración; junto a ellas/os aprendemos a ser narradores de la alegría del Evangelio. “Mi apostolado debe ser el apostolado de la bondad. Si me preguntan por qué soy manso y bueno, debo decir: ‘Porque soy el servidor de alguien mucho más bueno que yo’” (Carlos de Foucauld).
¡Dichoso el que no se escandalice de mí! ¡Dichosas/os si no nos escandalizamos de la forma de amar de Jesús, tan divina, tan humana! ¡Dichosas/os si creemos en el misterio de la Encarnación y nos dejamos educar por esta nueva sensibilidad del Reino! ¡Dichosas/os si nos descalzamos ante el misterio del Otro, con mayúscula, y de las/os otras/os, con minúscula! ¡Dichosas/os si nos abajamos para ver, en quienes están abajo, el rostro del que se abajó, por amor, hasta nosotras/os! ¡Dichosas/os si nos decidimos a acentuar el Evangelio! ¡Dichosas/os si sabemos conjugar una vida eucarística de adoración con el reconocimiento de Jesús en las/os pequeñitas/os de la tierra! ¡Dichosas/os si preparamos la Navidad con un Adviento de misericordia! “¡Mañana se cumplirán diez años desde que celebro la Santa Misa en la ermita de Tamanrasset! ¡Y ni un solo convertido! Hay que rezar, trabajar y esperar” (Carlos de Foucauld). 
¡Feliz Adviento con todos los Narradores de Vida! Desde el CIPE – diciembre 2016