domingo, 12 de febrero de 2017

Domingo sexto del Tiempo Ordinario



Lectura orante del Evangelio: Mateo 5,17-37
“No a la guerra entre nosotros… A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis… No os dejéis robar el ideal del amor fraterno” (Papa Francisco).
He venido a dar plenitud. Jesús se presenta como un canto de novedad y plenitud, como un proyecto ilusionante capaz de llenar la vida de sentido. Es el Señor. En Él ponemos los ojos. Jesús está en medio de nosotras/os para comunicarnos una experiencia única, una vida más justa y fraterna. El cristianismo, aun con sus dos mil años de vida, está por estrenar. El evangelio es un lujo de alegría para nuestra vida. Jesús, con su propuesta de vida plena, provoca a nuestro tiempo, la era del vacío de valores; provoca nuestra oración, tan anodina y rutinaria; provoca nuestra vida, buscadora de felicidades efímeras pero desconocedora de la alegría que llena el corazón. Ábrenos los ojos, Señor, para que descubramos y gocemos con tu gracia.
El que esté peleado con su hermano será procesado… Deja tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Jesús, Vida plena, nos invita a comunicar vida, no a quitarla; a hacer el bien y no el mal. Estar peleadas/os es un infierno. Vivir insultando y despreciando, instaladas/os en el mundo de la sospecha y de la condena a las/os otras/os, nace de un corazón malo en el que Dios no reina. Jesús nos propone una dinámica radicalmente opuesta. En el diálogo amistoso con Él nos anima a ser constructoras/es de paz. Las obras manifiestan que somos discípulas/os suyas/os. Frente al odio y la violencia, la agresividad y el desprecio al otra/o, el Espíritu de Jesús nos propone estrenar cada día el amor y la paz, la reconciliación y el encuentro. Dios reina en el corazón bueno, de quien sale, como de una fuente de agua limpia, la bondad y la ternura Jesús, haznos entender la ley del amor.
El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. ¡Qué propuesta tan novedosa de Jesús! ¡Qué amor el de Jesús por las/os pequeñas/os, por la mujer, por quienes no cuentan! Jesús no acepta ninguna ley de fuertes contra débiles, del varón contra la mujer, de ricos contra pobres, de sacerdotes contra laicas/. Su grito: Que nadie sea mercancía de un deseo, número sin nombre, rostro tapado por el desprecio y el ninguneo; que todas/os sean personas, con dignidad, libres, con palabra, sitio y tarea en medio, para trabajar por un mundo nuevo, de relaciones más justas entre personas, pueblos, culturas, religiones. Señor! Enséñanos, Señor, los caminos nuevos de tu reino.
A ustedes les basta decir sí o no. Transparencia, sencillez en los gestos, verdad en las palabras, tarea diaria por la paz. No a la mentira, sí a la autenticidad. No se puede apoyar en Dios nuestra mentira. Muchas personas solo tienen su palabra para proclamar su inocencia ante la sociedad y la ley y no les queda más que apoyarse en Dios para fundamentar su verdad. Solo Tú bastas, Señor. Tu verdad nos hace libres.
CIPE – Febrero 2017