domingo, 16 de julio de 2017

Domingo XV del tiempo ordinario



Lectura orante del Evangelio: Mateo 13,1-23
“¿Qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? (Papa Francisco).    
Salió el sembrador a sembrar. Prestamos atención al sembrador y a su modo de sembrar. Lo hace a manos llenas y con una confianza sorprendente. Lo hace cada mañana. Pase lo que pase con la semilla, nunca se cansa de sembrar. Es, y no puede dejar de ser, sembrador de esperanza. Da sin medida. Si él es amigo de dar, a nosotros nos toca aprender a recibir. Si somos amigos del sembrador, a nosotros nos toca sembrar sin desaliento el Evangelio. Cada día es una oportunidad para sembrar con humildad y verdad. La oración, como historia de siembras y cosechas, siempre la comienza Él. Virgen del Carmen, ponnos junto a tu corazón. Cada vez que te miramos, volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño.    
Lo sembrado al borde del camino. Tantas noches sin faro que nos oriente y dé esperanza; la navecilla de nuestra fe perdida entre los mares, a la deriva; semillas perdidas por falta de interioridad. Solo una débil esperanza nos mantiene, una esperanza y una mirada hacia la Madre del Carmen. “Que tú me salvarás, oh Marinera, cuando la escollera parta la nave en dos de mi navío” (Rafael Alberti). No queremos quedar al borde de Jesús, camino siempre abierto. La oración es lucha por dar profundidad a nuestra vida. Santa Madre de Dios, gloria del monte Carmelo, bajo noches oscuras navega el alma, enciende tú los rayos de la esperanza y sé el lucero que lleve nuestra nave segura al puerto.   
Lo sembrado en terreno pedregoso. Los ejercicios de supervivencia no bastan. Si no arropamos con gozo la semilla, no ahondará el misterio de Dios en nuestra carne. ¿De qué sirven nuestros ojos si no ven, nuestros oídos si no oyen, nuestro corazón si no está enamorado? La oración es perseverancia, hasta que el don de la gracia toque nuestra entraña. Flor del Carmelo, enséñanos a dejar entrar la gracia en nuestro corazón.  
Lo sembrado entre zarzas. Nuestras incoherencias y contradicciones hacen que nuestra vivencia y anuncio del evangelio pierdan fuerza. Los miedos nos enredan y paralizan, nos vuelven incapaces de volar al aire del Espíritu. Sin novedad y pasión, ¿dónde queda la creatividad para seguir proponiendo la fuerza salvadora de Jesús? Cuando esto sucede, la oración es una búsqueda de alguien que nos ayude a liberarnos Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.
Lo sembrado en tierra buena. La Virgen María, tierra buena que siempre se dejó guiar por el Espíritu hacia un destino de servicio y fecundidad, va delante de nosotros atrayéndonos con su perfume. La semilla del sembrador no se ha perdido del todo. La interioridad, sembrada de palabra de vida, produce frutos abundantes de alegría y libertad para seguir sembrando de bienaventuranzas los caminos. La tierra ha dado su fruto. La semilla ha roto los silencios con su canto. Todo aclama y canta la gloria del Sembrador. Entonces, la oración es ya un milagro de vida. Blanca flor del Carmelo, vid en racimo, celeste claridad, puro prodigio; al ser, a una, Madre de Dios y Virgen: ¡Virgen fecunda! 
FELIZ FIESTA DEL CARMEN desde el CIPE – julio de 2017