sábado, 31 de octubre de 2015

Domingo de Todos los Santos



Lectura orante del Evangelio: Marcos 10,46-52
“Dichoso el corazón enamorado que en solo Dios ha puesto el pensamiento; por
Él renuncia todo lo criado, y en Él halla su gloria y su contento. Aún de sí mismo vive descuidado, porque en su Dios está todo su intento, y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso” (Teresa de Jesús, Poesía 5). 
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Apoyadas/os en la palabra de Jesús, esperamos un final feliz para todas/os las/os pobres de la tierra. Ya era hora de que la historia diera un vuelco.  
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Confiados en la palabra de Jesús, sabemos que quienes han resistido en el sufrimiento encontrarán una tierra donde danzarán de alegría.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Siguiendo a Jesús, confiamos que quienes han llorado de mil maneras, aquí en la tierra, encontrarán un consuelo pleno y una salud total. Dios es sorprendente y grande en sus designios.     
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Esperando en la promesa de Jesús, creemos que la bondad inagotable del Padre colmará la sed de justicia que se ha quedado sin saciar en tantos corazones. 
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Con los ojos puestos en Jesús, esperamos que quienes han mirado con misericordia las heridas de la humanidad se encontrarán con la mirada misericordiosa y con el abrazo lleno de ternura del Padre de Jesús y de todas/os.   
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Con la transparencia de las/os niñas/os confiamos que quienes han andado en verdad en esta vida contemplarán un día, cara a cara, el rostro de Jesús, la Verdad en quien no hay engaño.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Haciendo nuestra esta palabra de Jesús, esperamos que todas/os quienes que han sido artesanas/os de paz, amando en el anonimato de la vida cotidiana, serán llamadas/os hijas e hijos de Dios.  
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Confiados en Jesús, esperamos que, un día, coronas de triunfo adornen las cabezas de todas/os quienes han sido perseguidas/os, refugiadas/os, abandonadas/os a su suerte.  
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Aunque nos tengan por tontas/os aguardamos que se cumpla la dicha en todas/os quienes han sido menospreciadas/os por ser amigas/os de Jesús.
Estad alegres y contentos. Hacemos fiesta grande al celebrar el triunfo de todas y todos los santos. Con Jesús, y con ellas/os, optamos por vivir alegres y contentas/os, porque esa es nuestra vocación y nuestro futuro. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu.   
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