domingo, 27 de marzo de 2016

Domingo de Resurrección


Lectura orante del Evangelio: Juan 20,1-9
“Vive muy cerca de Jesús, muy dentro de Él… Quien lo mira queda radiante” (Beata Isabel de la Trinidad).
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer. ¡Una mujer: testigo de Jesús! No queremos olvidar esto. En la oscuridad, con la sola luz que lleva en el corazón enamorado, es testigo para nosotros de un amanecer nuevo. Nos dice que la fe en Jesús resucitado comienza con la búsqueda, propia del amor. En su gesto valiente de salir de sí misma, superando la resignación de quedarse en casa, ya se oye la canción de la resurrección. Sin Jesús se siente perdida. Aunque todo esté vacío, si amamos a Jesús, ya estamos viviendo la resurrección. ¿Cómo cerrar las puertas del alma a la alegría que Jesús nos regala en el camino? Gracias, Jesús, por esta mujer que nos anuncia el Evangelio de la vida.  
‘Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto’. En esta mañana de Pascua percibimos el perfume del encuentro de Jesús con esta mujer enamorada. El amor, que siempre tiene prisa para que se dé el encuentro, supera la desorientación. Jesús resucitado nos transforma; nos prepara para anunciar el Evangelio con la bondad y la ternura. Gracias, Jesús. Tu Vida está en nuestra vida.  
Los dos corrían juntos. Buscamos a Jesús en la Iglesia, junto con otros hermanos y hermanas. El que vive está donde hay vida, donde hay amor. Esta búsqueda común es una garantía para nuestra fe. Muchas personas nos han ayudado a encontrarnos con Jesús, ungiéndonos con el óleo de la alegría. Jesús está vivo y obra en nuestra historia. Ningún sepulcro puede retener su presencia. Gracias, Jesús, por los hermanos y hermanas de fe que nos has regalado para hacer el camino en compañía.  
El que había llegado primero al sepulcro: vio y creyó. El discípulo amado llega, ve y cree. Ve y cree con el corazón de Jesús, en el que se recostó en la noche. Ha sido necesario un recorrido interior para percibir la gracia del Amigo. El Padre ha resucitado a Jesús para nosotros y nos lo hace ver en medio de las comunidades vivas, acogedoras, servidoras de los pobres. La presencia de Jesús es ahora de otra manera: más viva, más fraterna, más solidaria. Jesús, estás vivo y operante en nosotros. En Ti se apoya nuestra esperanza.  
Hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Dios estaba de una forma única en la historia de Jesús; el Crucificado tenía razón. Todo lo suyo tiene sentido para nosotros. Su evangelio nos marca el camino. Jesús nos enamora y seduce, nos toca los corazones y nos contagia su libertad. Jesús vive y nos hace vivir. Es la hora de la alegría. No perdamos la esperanza. ¡Qué alegría creer en ti, Jesús!   
¡Feliz Pascua de Resurrección! CIPE – Marzo 2016