La alegría del Evangelio sigue animando nuestros corazones y nuestra fe. Esta vez expresada de la mano de María. Sí, del profundo amor a nuestra Madre Santísima en la advocación de Nuestra Señora del Cisne, más popularmente conocida como la Churonita. El pueblo de Sucumbíos celebró la fiesta a la Madre de Jesús y Madre nuestra.
Un vez más la Mamita del Cisne, nos convocó para encontrarnos y celebrar su fiesta, arraigada en nuestra historia, como parte de nuestra devoción a ella. La Novena de preparación, que hace parte de la vida de las comunidades urbanas especialmente, fue calentando el corazón en espacios comunitarios de fe viva y compromisos liberadores, de manera que una multitud de personas devotas participó en la Romería del día 7 y en la Misa y fiesta del propio día 8, en la que tradicionalmente festejamos el reconocimiento de ministerios o servidores de las comunidades, siendo la Alegría del Evangelio la nota característica en todas las acciones comunitarias.
El día domingo 7 de septiembre está centrado en la romería de 13 kms. desde Santa Cecilia a Lago Agrio, como espacio de preparación comunitaria para la fiesta y como pueblo que camina, que se moviliza en una misma dirección. Caminata que hunde sus raíces históricas en los orígenes de esta ciudad de Nueva Loja, cuando un grupo de lojanos/as excluidos de su tierra por la pobreza, buscaban en medio de la desesperanza de su noche oscura, una tierra nueva “que mane leche y miel”, y fue el amparo de la Churonita, fuente de ese espíritu de lucha, de coraje, lo que ayudó a cristalizar esos profundos sueños, que han hecho de Nueva Loja y de Sucumbíos lo que somos hoy. Y fue también Santa Cecilia, el lugar de referencia, para llegar a lo que hoy es Nueva Loja. Allí se construyó el primer templo de la Iglesia, en la parte central de Sucumbíos y a los pocos años la comunidad asumió la devoción a la Mamita del Cisne. Por eso, la comunidad de esta localidad, celebró alegremente la fiesta de la Churonita desde el día 6 por la tarde, con diferentes actividades, hasta la entrega de la imagen al mediodía del día 7.
La romería fue un desborde de alegría por su estilo animoso, su concurrencia, sus cantos y por la presencia de Mons. Celmo Lazzari, nuestro Obispo, a lo largo de toda ella, que hizo sentir lo que el Papa Francisco pide en el número 31 de “La alegría del Evangelio”:
“El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.
La Romería inició con una motivación general, luego una breve historia de ella y luego un momento penitencial. Enseguida con profunda devoción el pueblo caminante rezaba con devoción el Santo Rosario, y seguidamente el Equipo Animador hacía resonar mensajes y frases de la Alegría del Evangelio de Francisco. La generosidad se hizo presente en la entrega de agua para los caminantes y tuvo su mayor expresión en la distribución del jugo de caña donde Milton Cueva, que ya hace parte como un ritual de la caminata. Lamentablemente la amplificación del sonido prevista para el evento quedó corta ante la muchedumbre. Mientras nos acercábamos más a la ciudad, el ritmo de la romería era creciente, más animoso, más alegre. Y con fervor se intensificaba el canto “Madre de nuestra alegría”. ¡No era para menos!
Ya casi al final, una de las animadoras alentaba a caminar juntos y juntas con la intercesión de María, mientras pedía al Señor por nuestra Iglesia de Sucumbíos en el Año de la Comunión que se está iniciando. Ya hacia las 18:00 h. los/as romeriantes llegaron a la Catedral, donde se habían adelantado las otras pequeñas romerías de la ciudad, sin lograr haber entrado todas juntas a la Catedral Nuestra Señora el Cisne como se había acordado. Allí Mons. Celmo dio su mensaje de alegría e impartió la bendición.
El día lunes 8, celebramos con carácter diocesano la gran fiesta, con la presencia de mujeres y hombres, campesinos, indígenas, negras, gente de la ciudad y de algunas zonas y misioneros y misioneras de diferentes lugares. Lo central fue la tradicional celebración de las 10:30 a.m. Esta vez presidida por su nuevo Obispo titular que por primera vez participaba de estas fiestas. Con la liturgia participativa, la mirada de los devotos se dirigía a María, la llena de Gracia, que impulsa nuestro compromiso y fidelidad. Mons. Celmo nos animó con su palabra a la relación de los ministerios con el servicio, por el testimonio de María. Interpelaba las devociones vacías y sacrificios sin compromiso, y repasaba algunos rasgos de María en la que encontramos la mujer disponible, servidora, misionera, la que nos lleva a Jesús. Sugirió que por la actitud de María de visitar a Isabel podemos inventar el ministerio de la visitación para enriquecer nuestra Iglesia en salida porque surgen nuevas realidades y necesidades. Reconoció a nuestra Iglesia como Iglesia Ministerial. Al terminar unía la idea de los servicios al objetivo de la comunión de nuestra Iglesia y nos insistía: “No nos engañemos, la comunión solo es posible en torno a Jesucristo”.
La celebración, en la Eucaristía tomaba fuerza y se concretaba también el compromiso en el reconocimiento por parte del Obispo de catorce (14) ministerios laicales: 10 de la Pastoral Campesina (Zona Pastoral Vía Colombia - Parroquia San Isidro) y 3 de la Pastoral Indígena; 12 para ministerio de la Palabra y 2 para ministerios de la Eucaristía. De esta manera nuestro Obispo, en esta nueva etapa, ha ratificado que en aquel “gigante dormido”, el laicado, está la fuerza y la riqueza de los carismas, el presente y el futuro de la Iglesia en la nueva etapa evangelizadora. ¡Bendito seas Señor!
Como siempre el compartir la fiesta y la alegría significa también compartir el almuerzo comunitario que disfrutamos juntos/as enseguida.
Recogemos para terminar un texto bíblico que Mons. Celmo, sugirió que sirva como mística en la próxima Asamblea Misionera: “Como Tú Padre estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado”. Buena tarea significa para este “año de la Comunión” que hemos acordado y estamos empezando y una actualizada Mariología ha surgido de esta gran devoción popular que les entregamos en una segunda parte.
Mamita del Cisne, alegría del Evangelio viviente, ruega por nosotros/as.