Lectura
orante del Evangelio en clave teresiana: Mateo 25,31-46
“Dejar esto (estar con Dios) por el
aprovechamiento de los prójimos es regalarle y hacer por Él, dicho por su boca:
‘Lo que hicisteis por uno de estos pequeños, hacéis por mí’” (F 5,3).
Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre…
serán reunidas ante él todas las naciones. Fotografía
impresionante: Todas las naciones reunidas y Jesús, iluminando con su gloria a
los más pobres de la tierra y diciendo que “aquí se ha de ver el amor” (F
5,15). Cuando viene “Jesucristo, Señor
nuestro, Rey verdadero de todo” (F 10,11), siempre
pregunta por el amor. La vida y la oración adquieren su verdad
en el amor. “Si no es naciendo de raíz
del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección el del prójimo” (5M
3,9).
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el
reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. “¡Oh Rey de la
gloria y Señor de todos los reyes, cómo no es vuestro reino armado de palillos,
pues no tiene fin!” (V 37,6). El reino, que comenzó como un granito de mostaza,
muestra aquí toda su plenitud. Los amigos de Dios, caminantes con “los ojos en
el verdadero y perpetuo reino” (V 15,11), ahora “están en el palacio cabe su
Rey y ven que les comienza ya a dar aquí su reino” (C 31,3). Jesús se fija en
los que han amado a los prójimos y los bendice. Hay alegría a raudales. Ha
triunfado el amor. “Cuando en el Credo se
dice ’vuestro reino no tiene fin’, casi siempre me es particular regalo” (C
22,1).
Porque tuve hambre y me disteis de comer. Obras quiere el Señor. “¿Cómo queréis contentarle
con solo palabras?” (7M 4,8). Benditos los pies que van hacia los
pobres, benditos los que oyen su clamor. Benditos los que se dejan enseñar por
el Espíritu de Jesús para entender la vida como servicio. “Paréceme tengo mucha
más piedad de los pobres que antes solía.
Entiendo yo una lástima grande y deseo de remediarlos, que, si mirase a mi
voluntad, les daría lo que traigo vestido. Ningún asco tengo de ellos, aunque
los trate y llegue a las manos. Y este veo es ahora don dado de Dios… Bien
conocida mejoría siento en esto” (R 2,4). La señal de que amamos a Dios es si
amamos a los necesitados. “Si
entendieseis lo que nos importa esta virtud (amor al prójimo), no traeríais
otro estudio” (5M 3,10).
¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos? Diálogo
fascinante, sorprendente, siempre orante de Jesús con los que han compartido el
pan con los pobres. Se han dejado enseñar por Jesús y “aman muy diferentemente
de los que no hemos llegado aquí” (C 6,3). Con muchos gestos anónimos han humanizado
la humanidad. Han sido icono de Jesús por los caminos. “Los verdaderos amantes en toda parte aman y siempre se acuerdan del
amado” (F 5,16).
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno
de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. En la actitud hacia los pobres se muestra creíble el
amor a Jesús. Quien ama a los pobres, ama a Jesús. “Obras quiere el
Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio… te compadezcas
de ella; si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere menester, lo ayunes,
porque ella lo coma” (5M 3,11). “¡Oh
Jesús mío!, cuán grande es el amor que tenéis a los hijos de los hombres, que
el mayor servicio que se os puede hacer es dejaros a Vos por su amor y ganancia
y entonces sois poseído más enteramente” (E 2,2).
Feliz domingo - CIPE
– noviembre 2014