sábado, 6 de diciembre de 2014

“¡Qué de caminos, por qué de maneras, por qué de modos nos mostráis el amor!” (Cp 3,14)



Lectura orante del Evangelio en clave teresiana: Marcos 1,1-8
“¡Qué de caminos, por qué de maneras, por qué de modos nos mostráis el amor!” (Cp 3,14)

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. El Espíritu, con aires de fiesta, nos pone delante el Evangelio de Jesucristo, nos da a conocer el deseo que Dios tiene de comunicarse y tener amistad con nosotros. Poder tener con Cristo “conversación tan continua” (V 37,5) “es una dignidad tan grande que me regalo extrañamente en pensar en ella” (V 11,1). Teresa de Jesús nos invita a quitar de nosotros “el miedo de comenzar tan gran bien” (C 20,3), nos alienta a entrar con ánimo animoso en este tiempo de esperanza, porque “quien comienza a andar con determinación tiene andado gran parte del camino (V 11,13). No hay tiempo que perder, no hay tarea más urgente. “Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor” (F 29,32). 

Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Teresa de Jesús, la mujer andariega de tantos caminos, nos alerta: “No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración. ¡Dios nos libre, por quien Él es! (V 19,12). Nos señala un amigo para recorrer, con él, el camino: “Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo (san José) por maestro y no errará en el camino” (V 6,8). Nos da consignas: “Con libertad se ha de andar este camino, puestos en las manos de Dios” (V 22,12); “la pobreza es el camino, el mismo por donde vino nuestro Emperador al suelo” (P 10), y nada de temores: “No puedo entender qué es lo que temen de ponerse en el camino de la perfección” (V 35,14). Lo resume todo, invitándonos a “poner los ojos en el verdadero camino (Jesús)” (C 16,11), “si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto llegaríamos” (C 16,11). “El que os ama de verdad, Bien mío, seguro va por ancho camino y real; lejos está el despeñadero” (V 35,14).

Detrás de mí viene el que puede más que yo. Teresa de Jesús comparte con nosotros su alegría de caminar con Jesús, el que tiene poder “para que la gran mar se retire y el gran Jordán, y dejen pasar a los hijos de Israel” (6M 6,4). Repite muchas veces la expresión “cabe sí”, “cabe mí” para indicar que Jesús es la mejor compañía del orante. “En veros cabe mí, he visto todos los bienes” (V 22,6). “Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí” (V 22,7). “Si os acostumbráis a traerle cabe vos y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis, como dicen, echar de vos” (C 26,1). Su pista de luz para el Adviento: “Juntaos cabe este buen Maestro muy determinados a deprender lo que os enseña” (C 26,10).  

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. No basta con renunciar al pasado, hay que abrir la puerta al Espíritu, como hace la Virgen María en el misterio de su Concepción Inmaculada. Con “el calor del Espíritu Santo” (5M 2,3)  recibimos y damos vida. “Me dijo el Señor: ‘Mi Padre se deleita contigo y el Espíritu Santo te ama” (R 13,1). Jesús, el Espíritu, María, son los grandes regalos que nos hace el Padre para mostrarnos su amor y despertar el nuestro. “Me dijo el Padre mostrándome lo que quería: ‘Yo te di a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esta Virgen, ¿Qué me puedes tú dar a mí? “ (R 25,2).
 
                                                Maranatha, Ven, Señor, Jesús  CIPE – diciembre 2014