domingo, 20 de mayo de 2012

Vayan a predicar el evangelio a toda creatura


“Vayan a predicar el evangelio a toda creatura”

Cuando Jesús cumplió con su tarea en la tierra se fue al cielo, como nos cuenta San Lucas en el Libro de los Hechos de los Apóstoles. Se fue para enviarnos la fuerza de su Espíritu, el Espíritu Santo. ¿Por qué tanto empeño en dejarnos esta fuerza de su Espíritu?

Jesús es consciente de que a sus amigos los discípulos y a quienes queremos seguirle después de ellos, nos ha dejado la tarea de realizar la misión que él había venido a cumplir. San Marcos la describe con estas palabras: “predicar el evangelio a toda creatura”.

Esta expresión de San Marcos remueve dos ideas importantes de los evangelios:
a.     
a. Entender la importancia de la misión en nuestra condición de bautizados. Toda nuestra vida de seguidoras y seguidores de Jesús tiene sentido para cumplir una misión. Nuestra gente tiene la idea de que el bautismo es para que el/la niño/a vaya al cielo.

Esta idea no permite percibir la belleza del don del bautismo pues la encierra en sus posibilidades. El evangelio de este domingo, con la expresión de San Marcos nos deja claro que hemos sido bautizados para continuar la misión de Jesús. Jesús tenía plena conciencia de que Él era el misionero del Padre, enviado por el Padre a proclamar el Reino.

Nosotros, al unirnos a Él por el bautismo nos convertimos en misioneras y misioneros de Jesús, enviadas/os por Él a seguir haciendo crecer el Reino del Padre Dios en medio del mundo.

b.   b. La necesidad de conocer y vivir el evangelio. La expresión de San Marcos dice que Jesús se fue al cielo pero que dejó a sus discípulos/as para “predicar el evangelio a toda creatura”.

Pero ¿cómo predicar la Buena Noticia del Evangelio si no lo conocemos? ¿Cómo acogerla si no la escuchamos o la leemos? ¿Y cómo vamos a compartirlo si no lo hacemos nuestro?

Para conocer el evangelio no es suficiente la explicación que nos da el catequista o lo que nos dice el Padrecito en la homilía del domingo. Hace falta llegar a un contacto personal con el evangelio de Jesús. Jesús quería que sus palabras permanezcan en nosotros: “Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes…” (Jn 15, 7). Las palabras de Jesús están en los Evangelios, lo que Él dijo, lo que Él hizo.

Cuando una comunidad cristiana se reúne cada domingo para proclamar juntos la lectura del Evangelio, está haciendo algo sagrado, está proclamando, acogiendo y compartiendo a Jesús que se nos da en la Palabra del Evangelio. Solamente este contacto personal en la comunidad, repetido y alimentado en la familia y en momentos personales puede permitirnos hacer vida la propuesta de Jesús que está expresada en la Buena Noticia del Evangelio.