“Vayan a predicar
el evangelio a toda creatura”
Cuando Jesús cumplió con su tarea en
la tierra se fue al cielo, como nos cuenta San Lucas en el Libro de los Hechos
de los Apóstoles. Se fue para enviarnos la fuerza de su Espíritu, el Espíritu
Santo. ¿Por qué tanto empeño en dejarnos esta fuerza de su Espíritu?
Jesús es consciente de que a sus
amigos los discípulos y a quienes queremos seguirle después de ellos, nos ha
dejado la tarea de realizar la misión que él había venido a cumplir. San Marcos
la describe con estas palabras: “predicar
el evangelio a toda creatura”.
Esta expresión de San Marcos remueve dos
ideas importantes de los evangelios:
a.
a. Entender
la importancia de la misión en nuestra condición de bautizados. Toda nuestra
vida de seguidoras y seguidores de Jesús tiene sentido para cumplir una misión.
Nuestra gente tiene la idea de que el bautismo es para que el/la niño/a vaya al
cielo.
Esta idea no permite
percibir la belleza del don del bautismo pues la encierra en sus posibilidades.
El evangelio de este domingo, con la expresión de San Marcos nos deja claro que
hemos sido bautizados para continuar la misión de Jesús. Jesús tenía plena
conciencia de que Él era el misionero del Padre, enviado por el Padre a
proclamar el Reino.
Nosotros, al unirnos a Él
por el bautismo nos convertimos en misioneras y misioneros de Jesús,
enviadas/os por Él a seguir haciendo crecer el Reino del Padre Dios en medio
del mundo.
b. b. La
necesidad de conocer y vivir el evangelio. La expresión de San Marcos dice que
Jesús se fue al cielo pero que dejó a sus discípulos/as para “predicar el evangelio a toda creatura”.
Pero ¿cómo predicar la
Buena Noticia del Evangelio si no lo conocemos? ¿Cómo acogerla si no la
escuchamos o la leemos? ¿Y cómo vamos a compartirlo si no lo hacemos nuestro?
Para conocer el evangelio
no es suficiente la explicación que nos da el catequista o lo que nos dice el
Padrecito en la homilía del domingo. Hace falta llegar a un contacto personal
con el evangelio de Jesús. Jesús quería que sus palabras permanezcan en
nosotros: “Mientras ustedes permanezcan
en mí y mis palabras permanezcan en ustedes…” (Jn 15, 7). Las palabras de
Jesús están en los Evangelios, lo que Él dijo, lo que Él hizo.
Cuando
una comunidad cristiana se reúne cada domingo para proclamar juntos la lectura
del Evangelio, está haciendo algo sagrado, está proclamando, acogiendo y
compartiendo a Jesús que se nos da en la Palabra del Evangelio. Solamente este
contacto personal en la comunidad, repetido y alimentado en la familia y en momentos
personales puede permitirnos hacer vida la propuesta de Jesús que está
expresada en la Buena Noticia del Evangelio.