domingo, 9 de marzo de 2014

Mt 4,1-11 APRENDER LA LIBERTAD DE JESÚS


Utilizamos la palabra tentación en ocasiones con ligereza: el mercado se vale de imágenes que están en la cultura religiosa para atribuir la tentación a lo prohibido o a los placeres ante los que no se puede uno resistir. En el mundo religioso también caemos en ocasiones en la superficialidad y reducimos el ámbito de la tentación al campo moral o a una lucha entre el bien y el mal. Pero los y las místicas nos recuerdan que toca vigilarnos y escuchar con mayor profundidad lo que se mueve dentro de cada quien y de las realidades. Esa escucha desde Jesús puede hacer de nosotr@s personas capaces de analizar y discernir y no sólo de realizar acciones.

Pero, qué es discernir, podemos preguntarnos. Si miramos a Jesús, se trata de un ejercicio cotidiano sobre su “modo” de hacer-estar en la vida y no tanto sobre el hacer mismo. Jesús vivía en contacto con las personas y vivía moviéndose continuamente. Y en ese movimiento, podía analizar lo que pasaba viendo lo que les pasaba a la mayor parte de la gente. También experimentaba en propia carne las consecuencias de esa vida itinerante. Y por supuesto, su mirada no se refería a él mismo, sino que estaba en conexión con su experiencia de un Dios que era ante todo misericordia, compasión, apertura y fiesta plena para tod@s. Podía perfectamente tomar atajos que le llevaran a tener un poco de popularidad o de cierto prestigio y admiración, podía incluso argumentar que esto estaba bien en función de un bien mayor, la extensión del evangelio. Pero no, por ese ejercicio cotidiano sobre su “modo” de hacer-estar en la vida desde Dios se pudo mantener hasta el final.

A nosotr@s, en Sucumbíos se nos abre un mundo de posibilidades si miramos de la misma manera que Él y si nos atrevemos a conocer y conocernos así. Aprenderíamos algo más si nos atrevemos a reflexionar las pequeñas o grandes acciones que nos dan seguridad. ¿Y si empezamos preguntándonos dónde tenemos puestas nuestras seguridades? … No estaría mal después soltarnos un poco en la dirección de lo que está en juego a nivel de mercado, a nivel político o social, cultural y eclesial: ¿qué le da seguridad a nuestros políticos en este momento? ¿En qué fundamentan sus acciones y logros? ¿Qué se dice y no se puede decir en la Iglesia? ¿Hay algún tema cerrado que no admita diálogo en ella? ¿Qué está en juego en el conjunto social de la provincia: el bienestar económico o social? ¿Ambas cosas? ¿Bienestar para quiénes?

La libertad de Jesús es algo que no miramos con suficiente hondura. ¿Cómo pudo este ser humano ser consciente de lo que estaba en juego y desarrollar su autenticidad? ¿Cómo pudo zafarse de las seguridades, los miedos, temores y poderes hasta convertirse en un ser totalmente libre? Quizás la respuesta estuviera en el largo proceso de humanización y maduración que tuvo que realizar por años. Quizás también encontremos respuestas en esa misma disposición a hacer caminos con otros y otras de madurez. Quizás por eso sea fundamental tejer redes, hacer relaciones con horizonte y utopía común.