El lugar desde
donde se ve no es indiferente. No es lo mismo ver la vida desde la ventana de
un palacio que desde una casa indígena en mitad de la selva. Por eso,
necesitamos tantas veces movernos de lugar para poder ampliar la mirada y tener
perspectivas más hondas. En esta parte del mundo las lluvias no terminan y en
la Vía que llega hasta Tulcán hay más de 30 derrumbos. Ahora hay paso, pero las
dificultades para poder conectarse y reunirse son grandes. A pesar de ello, nos
convocamos y agradecemos a Dios todas las posibilidades que nos ofrece cada día
para seguir adelante.
Y leemos este
evangelio desde una pequeña comunidad en
Sucumbíos, comunitariamente desde luego. Nos ha servido de iluminación en la reunión
de ministerios del sector para evaluar el año. Acogemos a quienes llegan, nos
presentamos, están también los voluntarios-as que vienen para el apoyo
educativo con el deseo de intercambiar experiencias y saberes. Compartimos la
vida.
Y descubrimos
que andamos tantas veces con ocupaciones cotidianas que nos distancian de lo
realmente importante. Que debemos hacer ese pequeño esfuerzo que consiste en
enfocar bien la vida y dar importancia a lo que nos da vida, madurez y
profundidad y aprender a relativizar todo aquello que aunque es necesario, no
es la “mejor parte”. Vemos las resistencias a reunirnos para formarnos,
adquirir nuevos horizontes, organizar nuestras solidaridades y comprendemos que
es por esta falta de saber qué es lo realmente importante.
La mujer que a los pies de Jesús quiere romper
con esa tendencia a perderse en preocupaciones y paralizarse en lo que hace nos
enseña hoy a las comunidades. La miramos como una mujer inteligente que sabe de
Dios y de la vida porque ha seguido su intuición interior. Es también una mujer
que se libera de las ataduras que la cultura impone a las mujeres. Miramos a Jesús afirmando su gesto y animando
su actitud y nos sobrecogemos al comprender que este Hijo de hombre también
aplaudirá a todas las mujeres que hoy en el Iglesia sepan despreocuparse y
ocuparse en lo más necesario. Y a todos aquellos que decidan mirar hacia dentro
de ellos mismos y buscar en comunidad lo que les fortalece y anima a crecer.
Jesús sabía
perfectamente dónde estaba lo que nos
engrandece y dignifica y dónde lo que nos empequeñece. Jesús quiere nuestra
completa humanización. Por eso, anima a Marta a enfocarse hacia lo único necesario
y alaba a María por hacer ese camino de aprendizaje que consiste en hacerse
discípula.