Escrito por Fray Marcos
Lc 10,
38-42
Si queremos entender el
verdadero sentido del texto, no debemos olvidar el contexto en el evangelio de
Lucas. Enmarcado dentro del viaje a Jerusalén, este relato intenta determinar
el perfil de aquellos que quieren seguir a Jesús. Durante esa subida,
va formando a sus discípulos.
Lucas es el único que relata
este episodio y no es casualidad que una vez más se sienta interesado en
destacar la importancia de la mujer en la vida pública de
Jesús.
No debemos interpretar el
texto como una condena de la actitud de Marta. Es solo el contrapunto para
resaltar la necesidad que todo cristiano tiene de escuchar al único Maestro.
No tiene ningún sentido haber
sacado de este relato, una distinción entre la vida contemplativa y la vida
activa. Mucho menos si, en vez de distinción, lo que se pretende es una
oposición. Tampoco aparece por ninguna parte la pretendida superioridad de la
vida contemplativa sobre la vida activa. No es correcto el interpretar este
evangelio como proclamación de dos clases de cristianos, unos que se dedican a
la vida activa y otros a la contemplativa. Parece que el primero que levantó
esta falsa liebre fue Orígenes, y durante 18 siglos hemos seguido corriendo
detrás de un señuelo de trapo.
En los primeros siglos del
cristianismo se desarrolló la idea de que no se podía vivir el evangelio en
medio del mundo. Surge así la idea del monacato y de la huída del mundo en el
desierto. Esto no tiene nada de cristiano, porque el evangelio no invita a una
separación de la vida, sino a vivirla en plenitud dentro de las situaciones
normales para la mayoría.
No debemos interpretar la falta
de vocaciones a la vida religiosa como un desastre para la comunidad. Nuestra
verdadera preocupación debería estar en que todos los que somos cristianos por
el bautismo, desarrollemos de verdad esa vida cristiana como decía hoy Pablo.
El domingo pasado terminaba el
evangelio con esta frase: "Anda, haz tú lo mismo". Del evangelio se
deduce que no puede darse un amor a Dios directo, que no se refleje en el amor
a los demás. Aplicado al tema que nos ocupa, no puede haber auténtica
contemplación que no se manifieste en la acción. Puede darse una contemplación
sin acción, pero será siempre una falsa ilusión.
Tampoco puede haber una acción
verdaderamente espiritual que no surja de la contemplación. Claro que puede
haber acciones buenas sin contemplación, pero no son más que programaciones que
no nos enriquecen espiritualmente.
Una vez más debemos superar la
aparente contradicción del evangelio. En otro lugar dice Jesús: "el que
escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre
necio, que edificó su casa sobre arena". Edificar sobre roca es escuchar y
obrar en consecuencia. Por lo tanto, nada más lejos puede estar este relato de
un espiritualismo desencarnado. Eso sí, para actuar con verdadero sentido
espiritual, debemos primero escuchar a Jesús y descubrir en su vida y
enseñanzas los motivos de la acción. Esto, que parece tan sencillo, es la clave
para entrar en la dinámica del mensaje de Jesús. Todo lo que no sea entrar por
este camino, será engañarnos.
Marta, al quejarse, no tiene
en cuenta lo que María está haciendo. Solo tiene en cuanta las consecuencias de
esa actitud que le perjudica. Jesús no critica a Marta por estar ocupada, sino
por estar preocupada e inquieta por realidades materiales, que
tienen muy poca importancia. Tampoco dice que lo que hace sea malo. Fijaos, que
dice: "María ha escogido la parte mejor", lo cual
significa que lo que hacía Marta era también bueno. El mensaje es que toda
acción verdaderamente cristiana debe nacer de la contemplación.
Todos tenemos que ser a
la vez, Marta y María. No es nada fácil mantener el equilibrio. En un árbol
frutal, ¿qué es lo más importante, las raíces o el fruto? La pregunta es
absurda. Sin las raíces es impensable el árbol. Sin los frutos, el árbol sería
completamente inútil. Es muy fácil resbalar hacia una u otra dirección. En
todas las épocas ha habido místicos que despreciaron el trabajo y hombres y
mujeres de acción que despreciaron como inútil la contemplación.
A la luz de este relato, se
abre una nueva perspectiva para la mujer. María, es aceptada por Jesús como
interlocutora válida de su mensaje. A pesar de su apariencia inocua, tal vez
sea el relato más subversivo de todo el evangelio. "Sentada a los
pies de Jesús escuchaba su palabra". Está haciendo referencia a la
postura que adoptaban los discípulos a los pies del maestro. María está
allí como discípula. Esto trastoca todos los valores en que estaba
fundada la sociedad de la época.
Algunos dichos rabínicos nos
dan una pista de lo que pensaban de la mujer: "El que enseña la Torá a una
mujer, le enseña necedades". "Mejor fuera que desapareciera en las
llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer". "Maldito el padre
que enseña a su hija la Torá". Para ellos la mujer era incapaz de
comprender la Ley.
También la mujer tiene que
desarrollar su interior, tiene que buscar el enriquecimiento como ser humano.
Tiene que descubrir que la realización como ser humano, es más importante que
todas las tareas comúnmente asignadas a la mujer. Jesús invita a las mujeres a
desarrollar sus valores espirituales.
La actitud de María ayuda a
Jesús a descubrir todo eso. Vio que había adquirido unos valores espirituales
que a él mismo le servían de referencia. María era para él, una valiosa
interlocutora espiritual. Después de esto, Jesús está en condiciones de
responder a la mujer que le quiso hacer una alabanza diciendo: "Dichoso el
vientre que te llevó y los pechos que te criaron" (tarea femenina). Pero
Jesús responde: "Dichosos más bien todos los que escuchan
la palabra de Dios y la cumplen".
No es el parir a los hijos el
valor fundamental de una mujer, aunque el varón sigue empeñado en mantener esta
valoración. La mujer es un ser humano, no es una criada a la que ni siquiera
hay que pagar.
Esta actitud de Jesús para con
la mujer, se manifiesta también en otros muchos lugares del evangelio. El
comportamiento de Jesús con la mujer está completamente libre de misoginia o
antifeminismo. Ni asomo de miedo al sexo o machismo, ni siquiera paternalismo.
Los evangelios nos dicen que en el grupo de seguidores había también mujeres.
Los relatos de la mujer adúltera, la pecadora, la Magdalena, la Cananea, la
Hemorroisa, nos indican esa preocupación constante por la mujer, que en su
tiempo estaba completamente marginada. Lástima que esa actitud de Jesús haya
quedado relegada al olvido en la Iglesia, que sigue manteniendo después de dos
mil años, su ideología machista.
El Concilio Vaticano II
rechazó toda forma de discriminación por razón de sexo como contraria al plan
de Dios; pero a renglón seguido nos demuestra, en la práctica, que eso no tiene
vigencia en la institución. Las mujeres que se sintieron comprendidas y
liberadas por Jesús, son discriminadas por sus sucesores.
La opresión de las mujeres en
la Iglesia es solo una manifestación externa de la represión de lo femenino en
la jerarquía. Es hora de superar un patriarcado ciego, inconsciente y fanático.
Si la mujer hubiera tenido algo que ver en las decisiones de la Iglesia, no
habría cometido tantas barbaridades.
No es que el cristianismo haya
incrementado la marginación de la mujer, pero sí ha mantenido actitudes
ancestrales que habían sido superadas por Jesús. Lo que los cristianos hemos
hecho con la mujer no es solo mantener una mala costumbre; con el evangelio en
la mano podemos afirmar que es una injusticia en toda regla. Contra esa
injusticia no sólo tienen que luchar las mujeres, tenemos que luchar todos; y
no por hacer un favor a la mujer, sino porque es un despilfarro de energías,
prescindir de un plumazo de más de la mitad de sus miembros a la hora de buscar
soluciones a sus problemas.
Y no se trata solamente del
problema de la ordenación sacerdotal. Desde luego no hay ninguna razón
teológica ni exegética en contra, que tenga un mínimo de consistencia. Pero ese
problema quedaría resuelto en el momento en que la mujer quedara equiparada al
varón en todos los ámbitos de la estructura eclesial. Hay que reconocer con
toda sinceridad, que se trata de una lucha por el poder. ¿Por qué tiene que ser
el varón el que toma decisiones, incluso en temas que afectan exclusivamente a
la mujer?
Meditación-contemplación
"¡Andas
preocupada e inquieta por tantas cosas!"
Hoy se
propone un análisis personal de nuestra vida.
Nadie
puede dar por supuesto el difícil equilibrio.
Como el
volante de un automóvil, siempre tendremos que estar rectificando.
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No hay
parte mejor o peor.
Como en
el frutal, raíz y fruto son igualmente importantes.
En el
tiempo, echar raíces (escuchar a Jesús) es lo primero.
El
objetivo será siempre el fruto (el servicio a todos)
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Intenta
ser cada día más Marta y más María.
Es la
única manera de madurar en la vida cristiana.
Cada día
más enraizado en Cristo
Y más
volcado hacia los demás.
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