lunes, 18 de noviembre de 2013

LA RANCHERITA

Historias de… “Siempre en Camino”
 
 
(Primera entrega)
 
Érase una vez una Rancherita (*) que se aventuró confiada y saltarina por los polvorientos caminos amazónicos recién abiertos en la era del petróleo.
 
A medida que avanzaba por las vueltas, subidas y bajadas del camino, atravesando paisajes de verdor de mil tonalidades de la selva y reflejándose en el espejo negro de las aguas de los ríos y pantanos, se iban subiendo a ella todo tipo de gente venida de diferentes lugares y de variada condición: campesin@s, negr@s e indígenas. La mayoría eran jóvenes que habían llegado a estas tierras con la esperanza de una vida nueva y mejor. Estaban dispuestos y dispuestas a luchar contra todo lo que se presente…pero no sin temores, pues la selva en nada se parecía a sus tierras de origen.
 
La rugiente Rancherita era conducida por una mujer de cierta edad, muy amable y acogedora, que se hacía llamar Doña Espíritu - Ruah (tenía familia que hablaba arameo). Era muy hábil al volante y decía a los que subían que iba rumbo a la “Tierra sin mal”, en dirección al Oriente, por donde nace el sol cada mañana, para que ilumine y guíe siempre el camino. Al llegar a la parada final, se cumplirán todos los sueños de quienes viajaban y, para celebrarlo, habrá una Gran Fiesta de Bodas a la que todos y todas estaban invitadas.
 
Escuchando a Doña Espíritu - Ruah, todos y todas, con mucho ánimo empezaron a compartir sus historias, que tenían mucho en común: sequía, latifundios, pobreza y abandono. Identificadas por una misma situación y por sueños semejantes pronto se fueron haciendo amigas. Y a los nuevos pasajeros, que llegaban cansados y con la expectativa dibujada en sus ojos, les recibían con los brazos abiertos, sin importar su condición, ni si habían sido buena o mala gente, si eran de otra religión o eran prostitutas. Algunos traían en su alforja una estampita de la virgencita del Cisne o del Huayco. Llegaron gente muy trabajadora y solidaria, pero también gente pendenciera o que les gustaba lo ajeno, gente ambiciosa y egoísta; “Suban, hermanos, suban”, les decían, “somos compañeros de camino y aquí hay sitio para todos y todas.
 
Al pasar por el Km 70, se subió un vendedor, era un vendedor poco común pues no traía ni dulces ni medicina natural, era un “vendedor de sueños”. “Hermanos y hermanas”, les dijo con voz cálida y clara, hemos llegado a esta nueva tierra con el corazón lleno de sueños y esperanzas, yo les aseguro que todo eso es posible y puede hacerse realidad. Lo importante es desearlo con todo el corazón y con toda el alma, trabajar mucho y siempre confiar. Dejemos pues atrás tantas experiencias de injusticia, desigualdad y exclusión que nos han hecho sufrir en el pasado y nos han obligado a emigrar de un lado a otro. Aquí tenemos la oportunidad de vivir según el sueño de Dios: con sencillez y dignidad, como una verdadera familia, siendo una comunidad viva, dándonos la mano unos a otros y compartiendo las luchas y las alegrías que nos esperan, en armonía con toda la creación. En esta nueva casa podemos hacer realidad la invitación de Jesús de Nazareth: “Ser hermanas y hermanos, hijos e hijas de un mismo Padre y dueñas de la historia por el Espíritu”. Yo también acabo de llegar desde muy lejos y quiero compartir la suerte con Uds. Ánimo, pues siento en mi corazón fuertes vientos de cambio y esperanza. ¡Sueño que un día nos sentaremos a la Mesa Compartida con el más hermoso mantel!… La gente aplaudió emocionada al vendedor y se abrazaba con quienes estaban al lado, adelante y atrás. Sus rostros se iluminaron con una gran sonrisa mientras ráfagas de aire fresco aliviaban el calor tropical.
 
En vista de tan buena acogida, el vendedor de sueños se quedó en la Ranchera y se puso al lado de Doña Espíritu - Ruah para ser su ayudante. En adelante y por mucho tiempo será el que motiva y aconseja, mira y escucha, consuela y comparte con todos y todas, dando muestras de sencillez y humanidad, siempre atento a que no se duerma Doña Espíritu a lo largo del camino…
 
La Rancherita, jadeando, seguía devorando kilómetros y kilómetros. Estaba cada vez más llena de gente y de su carga hasta en el segundo piso y en la perrera.
 
*Rancherita: Tipo de transporte popular, como un bus abierto, que en otros lugares se conoce con el nombre de escalera o chiva.