La VIII caravana juvenil misionera fue un gran éxito porque
todos los objetivos fueron llevados a cabalidad y porque se logró trascender
más allá de los mismos. Todos los entes que participamos en esta caravana (equipo
motor, los jóvenes, personas y organizaciones que ayudaron, comunidades
cristianas) dieron lo mejor de sí, colaborando y esforzándose al máximo para que este evento tuviera un
final feliz.
En los quince días que duró este evento vivimos muchos momentos fuetes de trabajo, de
alegría, de espiritualidad, de misión y regocijo. Participamos de muchas
actividades, tales como caminatas, fiestas en honor a nuestra Señora del
Carmen, confirmaciones, visita a las
diferentes comunidades cristianas de nuestra provincia, fuimos a la celebración
de aniversario de los mártires Monseñor Labaka y la hermana Inés, estuvimos en
la marcha de la federación de mujeres, etc., en fin participamos en muchas
actividades que fueron gratificantes para cada uno de nosotros. Por eso
queremos hacer un acto de agradecimiento a Ti Dios Padre nuestro.
Gracias Dios porque nos inspiras y te revelas
en nosotros, dándonos fuerzas para crear y recrear tu mensaje. Gracias, porque
tuvimos una experiencia fuerte de Ti y porque te descubrimos caminando en el
rostro de todos los que conocimos.
Gracias Dios por estos jóvenes que Tú mismo
llamaste y animaste para que dieran su
mejor esfuerzo. Ellos visitaron los hogares, formaron grupos de jóvenes y de
niños, visitaron enfermos, reavivaron comunidades cristinas y crearon otras,
celebraron con el pueblo y enseñaron tu palabra a la gente, compartieron el pan
de tu palabra y el alimento.
Gracias
Dios porque en todas esta acciones nos revelas que tu mensaje es mensaje de
alegría y de esperanza. Gracias también porque vamos descubriendo que en los
jóvenes está la esperanza de continuar tu proyecto de construcción de tu Reino.
En ellos no hay intereses y rencores, sino un espíritu de fe, alegría y de entrega que se desborda en los humildes y
sencillos.
Gracias porque nuestros hermanos Monseñor
Labaka y la hermana Inés, que con su ejemplo nos dieron la fuerza espiritual
para ser misioneros llevando el Evangelio a las comunidades cristianas más
recónditas de Sucumbíos. El teatro que
representamos en honor a estos mártires y la visita que
hicimos a la tumba donde están ellos enterrados (Coca), fueron la inspiración y
fuerza para con valentía vencer los miedos y lanzarnos a compartir tu
Evangelio.
Gracias Dios porque Tú estuviste presente en
las comunidades cristianas y en ellas recibiste a los jóvenes. Gracias por la
fe de ese pueblo, que en su sencillez y en su humildad se muestra tu rostro de amor y de bondad.
Gracias también porque tuvimos la oportunidad
de evaluar esta experiencia y porque de ella salieron compromisos valiosos que
servirán para el fortalecimiento de la pastoral juvenil y vocacional.