Redacción Actualidad
Señores:
Diario EL TELÉGRAFO
Diario EL TELÉGRAFO
Quiero iniciar estas líneas presentándome, porque en medio de tantas y tan falsas afirmaciones, todas ellas realizadas a modo de anónimos o a través de mensajes virtuales mal intencionados y sin quien se haga responsable de ellos, yo Padre Jorge Mario Naranjo, superior provincial de los Carmelitas Descalzos de Colombia y Ecuador, quiero hacerme responsable de lo dicho a través de este escrito que está motivado por dos artículos que conocí y que fueron publicados por ese medio informativo los días 29 y 31 de julio del presente año y que llevan por título: “Lago Agrio vive las secuelas del conflicto entre grupos religiosos” y “Puerto Aguarico es el epicentro del conflicto entre religiosos”.
Quiero al respecto hacer algunas
precisiones, nunca con el ánimo de ahondar en un conflicto que entre hombres y
mujeres de fe no puede justificarse, sino con el ánimo de dar claridad a sus
muy respetados lectores.
En primer lugar quiero decirles que el
conflicto presentado en el Vicariato de Sucumbíos no es un conflicto entre
Heraldos y Carmelitas Descalzos sino entre dos modelos diferentes de Iglesia:
una de ellas fundamentada en los movimientos comunitarios, los ministerios
laicales y los procesos de construcción colegial que trata de dar vida al
modelo de Iglesia Pueblo de Dios propuesto por el Concilio Vaticano II (ISAMIS:
Iglesia de San Miguel de Sucumbíos), y el otro fundamentado en prácticas
sacramentales y vivencias devocionales lideradas, animadas y administradas más
desde la jerarquía eclesial que desde las bases laicales.
Estos dos modelos entraron en conflicto
porque aunque ambos están en comunión con la Iglesia Católica, son muy
diferentes y la implementación del segundo implicó para el Vicariato desconocer
y eliminar el modelo que se venía implementando por más de 40 años. Esto
significa que el conflicto va más allá de una comunidad y una congregación que
los encarna y anima. Prueba de ello es que desde hace ya muchos meses ni los
Carmelitas Descalzos ni los Heraldos están en la zona y el conflicto continúa,
como se pudo evidenciar con el episodio violento sucedido el pasado 11 de
julio, que cabe aclarar que no fue un supuesto incidente como ustedes afirman,
fue un hecho real y constatable ya que las autoridades del lugar pueden
confirmarlo.
En este contexto y habiendo leído muy
detalladamente lo que ustedes publican en ese par de artículos, pido muy
respetuosamente que se le informe a sus lectores:
1.
Que desde el mismo día que la Santa Sede, no la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana como ustedes afirman, pidió la salida de los misioneros Carmelitas
de Sucumbíos, los misioneros se encuentran fuera del Vicariato.
2.
Que desde ese momento ningún miembro de nuestra Comunidad de Carmelitas
Descalzos ha pronunciado juicio público alguno contra los Heraldos del
Evangelio ni sus simpatizantes y mucho menos comentarios que los vinculen con
actos delictivos.
3.
Que los Carmelitas Descalzos no “competimos por el control de esa zona
estratégica” como lo afirman en el subtítulo del artículo publicado el día 31,
porque desde que los Carmelitas llegamos a esa región ecuatoriana en 1928, el
único interés que hemos tenido es el de promover integralmente a sus
habitantes.
4.
Que ningún miembro de nuestra Comunidad, ni en el pasado ni en el presente, ha
impartido doctrina alguna a grupos subversivos colombianos o grupos armados de
cualquier índole.
5.
Que nunca la Comunidad de Carmelitas Descalzos se ha lucrado de los dineros
recaudados para la realización de obras civiles o para la ejecución de
proyectos sociales en el Vicariato. Ponemos a disposición nuestros estados
contables y financieros para que una auditoría externa los revise y dé la
claridad requerida al respecto.
6.
Que nunca los Carmelitas, quienes ya no estamos en el Vicariato, hemos
amenazado a ciudadanos del Vicariato o de cualquier otro lugar del territorio
ecuatoriano, es por ello que invitamos a quien tenga pruebas de lo contrario a
que levante una acusación formal ante los entes legales respectivos; de igual
manera rechazamos enfáticamente este tipo de prácticas, vengan de donde vengan,
porque las consideramos delincuenciales y no se pueden admitir por más nobles
que sean los objetivos que se busquen con ellas.
7.
Que nos duele profundamente lo que está sucediendo en el Vicariato y oramos
para que las enemistades desaparezcan y la reconciliación llegue al corazón de
cada uno de los hombres y mujeres de fe que lo integran.
8. Que si bien el modelo de iglesia
liderado por Monseñor Gonzalo López y los misioneros Carmelitas Descalzos
(Isamis), como responsables de la encomienda misionera recibida de la Santa
Sede, y llevado a cabo conjuntamente con los sacerdotes diocesanos, religiosos
y religiosas de varias congregaciones religiosas, los ministerios y comunidades
de la iglesia de Sucumbíos, y algunos movimientos eclesiales, en comunión con
la iglesia ecuatoriana, y por lo mismo en comunión con toda la Iglesia Católica,
como todos los modelos y procesos, es perfectible, seguimos creyendo que es un
modelo que obedece al sentir de la Iglesia expresado en Concilio Vaticano II,
está en comunión con los documentos emanados de las Conferencias Episcopales
Latinoamericanas y tiene su fundamento en el Evangelio.
9. Que apoyamos y respaldamos con nuestra oración el trabajo pastoral que viene liderando Monseñor Paolo Mietto, administrador actual del Vicariato, y hacemos un llamado a todos los que radicalizan sus posturas para que obren conforme a la fe que profesan.
P. Jorge Mario Naranjo M., ocd
9. Que apoyamos y respaldamos con nuestra oración el trabajo pastoral que viene liderando Monseñor Paolo Mietto, administrador actual del Vicariato, y hacemos un llamado a todos los que radicalizan sus posturas para que obren conforme a la fe que profesan.
P. Jorge Mario Naranjo M., ocd
Provincial Colombia – Ecuador
Bogotá Colombia, Agosto 11 de 2012