miércoles, 29 de agosto de 2012

Derecho a la réplica


 Tomada de la edición impresa del Miércoles 29 de Agosto del 2012 (ENLACE)

Redacción Actualidad
Señores:
Diario EL TELÉGRAFO

Quiero iniciar estas líneas presentándome, porque en medio de tantas y tan falsas afirmaciones, todas ellas realizadas a modo de anónimos o a través de mensajes virtuales mal intencionados y sin quien se haga responsable de ellos, yo Padre Jorge Mario Naranjo, superior provincial de los Carmelitas Descalzos de Colombia y Ecuador, quiero hacerme responsable de lo dicho a través de este escrito que está motivado por dos artículos que conocí y que fueron publicados por ese medio informativo los días 29 y 31 de julio del presente año y que llevan por título: “Lago Agrio vive las secuelas del conflicto entre grupos religiosos” y “Puerto Aguarico es el epicentro del conflicto entre religiosos”. 
 Quiero al respecto hacer algunas precisiones, nunca con el ánimo de ahondar en un conflicto que entre hombres y mujeres de fe no puede justificarse, sino con el ánimo de dar claridad a sus muy respetados lectores.
En primer lugar quiero decirles que el conflicto presentado en el Vicariato de Sucumbíos no es un conflicto entre Heraldos y Carmelitas Descalzos sino entre dos modelos diferentes de Iglesia: una de ellas fundamentada en los movimientos comunitarios, los ministerios laicales y los procesos de construcción colegial  que trata de dar vida al modelo de Iglesia Pueblo de Dios propuesto por el Concilio Vaticano II (ISAMIS: Iglesia de San Miguel de Sucumbíos), y el otro fundamentado en prácticas sacramentales y vivencias devocionales lideradas, animadas y administradas más desde la jerarquía eclesial que desde las bases laicales.
 Estos dos modelos entraron en conflicto porque aunque ambos están en comunión con la Iglesia Católica, son muy diferentes y la implementación del segundo implicó para el Vicariato desconocer y eliminar el modelo que se venía implementando por más de 40 años. Esto significa que el conflicto va más allá de una comunidad y una congregación que los encarna y anima. Prueba de ello es que desde hace ya muchos meses ni los Carmelitas Descalzos ni los Heraldos están en la zona y el conflicto continúa, como se pudo evidenciar con el episodio violento sucedido el pasado 11 de julio, que cabe aclarar que no fue un supuesto incidente como ustedes afirman, fue un hecho real y constatable ya que las autoridades del lugar pueden confirmarlo.
En este contexto y habiendo leído muy detalladamente lo que ustedes publican en ese par de artículos, pido muy respetuosamente que se le informe a sus lectores:
1.       Que desde el mismo día que  la Santa Sede, no la Conferencia Episcopal Ecuatoriana como ustedes afirman, pidió la salida de los misioneros Carmelitas de Sucumbíos, los misioneros se encuentran fuera del Vicariato.
2.       Que desde ese momento ningún miembro de nuestra Comunidad de Carmelitas Descalzos ha pronunciado juicio público alguno contra los Heraldos del Evangelio ni sus simpatizantes y mucho menos comentarios que los vinculen con actos delictivos.
3.       Que los Carmelitas Descalzos no “competimos por el control de esa zona estratégica” como lo afirman en el subtítulo del artículo publicado el día 31, porque desde que los Carmelitas llegamos a esa región ecuatoriana en 1928, el único interés que hemos tenido es el de promover integralmente a sus habitantes.
4.       Que ningún miembro de nuestra Comunidad, ni en el pasado ni en el presente, ha impartido doctrina alguna a grupos subversivos colombianos o grupos armados de cualquier índole.
5.       Que nunca la Comunidad de Carmelitas Descalzos se ha lucrado de los dineros recaudados para la realización de obras civiles o para la ejecución de proyectos sociales en el Vicariato. Ponemos a disposición nuestros estados contables y financieros  para que una auditoría externa los revise y dé la claridad requerida al respecto.
6.       Que nunca los Carmelitas, quienes ya no estamos en el Vicariato, hemos amenazado a ciudadanos del Vicariato o de cualquier otro lugar del territorio ecuatoriano, es por ello que invitamos a quien tenga pruebas de lo contrario a que levante una acusación formal ante los entes legales respectivos; de igual manera rechazamos enfáticamente este tipo de prácticas, vengan de donde vengan, porque las consideramos delincuenciales y no se pueden admitir por más nobles que sean los objetivos que se busquen con ellas.
7.       Que nos duele profundamente lo que está sucediendo en el Vicariato y oramos para que las enemistades desaparezcan y la reconciliación llegue al corazón de cada uno de los hombres y mujeres de fe que lo integran.
8.       Que si bien el modelo de iglesia liderado por Monseñor Gonzalo López y los misioneros Carmelitas Descalzos (Isamis), como responsables de la encomienda misionera recibida de la Santa Sede, y llevado a cabo conjuntamente con los sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas de varias congregaciones religiosas, los ministerios y comunidades de la iglesia de Sucumbíos, y algunos movimientos eclesiales, en comunión con la iglesia ecuatoriana, y por lo mismo en comunión con toda la Iglesia Católica, como todos los modelos y procesos, es perfectible, seguimos creyendo que es un modelo que obedece al sentir de la Iglesia expresado en Concilio Vaticano II, está en comunión con los documentos emanados de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas y tiene su fundamento en el Evangelio. 

9.       Que apoyamos y respaldamos con nuestra oración el trabajo pastoral que viene liderando Monseñor Paolo Mietto, administrador actual del Vicariato, y hacemos un llamado a todos los que radicalizan sus posturas para que obren conforme a la fe que profesan.


P. Jorge Mario Naranjo M., ocd
Provincial Colombia – Ecuador
Bogotá Colombia, Agosto 11 de 2012