sábado, 16 de marzo de 2013

CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN


A un año de la posesión de Mons. Paolo Mietto como Administrador Apostólico en Sucumbíos

El 7 de marzo del 2012, Mons. Paolo Mietto tomo posesión como Administrador Apostólico del Vicariato Apostólico de San Miguel de Sucumbíos. Una Misa muy solemne preparada desde la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, contrastaba de manera impresionante con la abrupta ceremonia privada de la posesión del P. Rafael Ibarguren de los Heraldos del Evangelio y la salida de Mons. Gonzalo López del 30 de octubre del 2010. En esta ceremonia, hace un año, se oficializó la sucesión apostólica, propia de la Iglesia Católica, pero sin el legítimo Obispo saliente (Mons. Gonzalo López Marañón), que entregaba la conducción de la grey temporalmente a Monseñor Mietto. De esta manera quedó evidentemente desconocida la situación de shock creada por Roma y el tiempo de facto del 30 de octubre del 2010 al 7 de marzo del 2012, tiempo de decisiones eclesiásticas arbitrarias y extrañas, que han significado hasta ahora mucho dolor y sufrimiento para la Iglesia especialmente en Sucumbíos.

Para celebrar este aniversario de posesión de Mons. Mietto, para agradecer y afirmar nuestra memoria histórica, de parte de la Vigilia Permanente, el 7 marzo pasado invitamos a Mons. Paolo Mietto a la Eucaristía en la Iglesia de la Parroquia del Divino Niño en Lago Agrio.

Como es de costumbre desde hace más de cinco meses, nos fuimos encontrando en la Iglesia del Divino Niño, a la hora habitual, con la concurrencia de unas 70 personas. Con sencillez, pero muy significativamente celebramos la Eucaristía, presidida por Mons. Mietto junto a los sacerdotes incardinados Pablo Torres y Raúl Usca, para luego homenajear al cumpleañero, quienes compartimos también nuestra esperanza con alegría, felicitaciones, cantos, torta  y cafecito.

En la Eucaristía tuvo mucho relevancia la liturgia de la Palabra de Dios, que fue enriquecida por el compartir de los/as presentes. En su homilía Mons. Mietto nos confesó un sueño real que tuvo hace unos días con lo que nos refrescó su valiente propuesta de la posesión de hacer que Sucumbíos vuelva a ser Casa y Escuela de Comunión.  

Este lema asumido por Mons. Mietto, recordamos que es original del numeral 43, de la Carta Apostólica “Al comienzo del nuevo milenio” (Novo Milenium Ineunte) de Juan Pablo II en el año 2000, que se refiere a la espiritualidad de comunión y nos insiste en la importancia de la formación de la comunidad. Jesús nos llevó a la comunión con el Padre, formó la primera comunidad, y luego “acudían asiduamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la oración, a la convivencia y a la fracción del pan”. Mons. Mietto nos animó a esta meta. ¡¡¡Qué valor!!! La madurez de la vida y su sentimiento de corresponsabilidad en la Iglesia, sin importar las limitaciones de sus años, le han llevado a la disponibilidad generosa de aceptar Administrar nuestro Vicariato, en la tan difícil situación de nuestra Iglesia local, colaborando para intentar arreglar lo que otros desarreglaron.

¡Qué importante es soñar! Más aun en un tiempo en el que los profetas de la desesperanza nos dicen que no hay nada que hacer, no hay que pensar, porque otros ya nos han dado pensando; menos aún tener grandes ideales, cuando predican el fin de las utopías y se acomodan a la globalización neoliberal. ¡Qué valor que alguien con esa edad nos invite a soñar y no a ser piezas de un sistema injusto! Nos han querido robar nuestra capacidad de soñar, de ilusionarnos, de querer caminar juntos/as hacia nuestros ideales. Sin embargo seguimos empeñados/as en que nuestro sueño no puede ser egoísta o arribista, eso sería egolatría. Como cristianos/as, nuestro sueño se inspira en el sueño de Jesús de Nazaret, que es el Reino de la Vida. En el caminar de ISAMIS, desde décadas atrás construimos comunitariamente nuestro sueño y gran utopía, que fue formulada en la “Liberación integral del hombre y la mujer, desde los/as pobres, por la causa del Reino”. Así el sueño temporal de Mons. Mietto ya hace parte de la historia de nuestro Pueblo de Dios. Por eso, seguimos soñando que luego de este destierro, la LUZ brillará, más temprano que tarde.

Una linda letra de una canción nos puede ayudar a crecer en nuestra inspiración: “Sueño que se sueña sólo, puede ser una ilusión, sueño que se sueña juntos es señal de solución. Por eso, vamos a soñar compañeras/os, vamos  a soñar en minga”.

Fácil es tener sueños, difícil es realizarlos, porque ahí está en juego la dinámica de la vida donde se mueven los diversos intereses. Por eso, Mons. Paolo no lo ha tenido fácil. Por nuestra responsabilidad eclesial es importante que hagamos una valoración para ver resultados y medir si estamos caminando en ese propósito. Nos preguntamos ¿cuánto estamos contribuyendo para que se realice este sueño? ¿Cuánto están contribuyendo quienes causaron, -los de aquí y los de allá-, este rompimiento de la comunión en nuestra Iglesia de Sucumbíos? Ciertamente, ¿hay voluntad para vivir en comunión? La respuesta estará en revisar nuestra práctica de las decisiones, de las acciones pastorales y cómo se quiere ir organizando nuestra Iglesia. Con nuestros pies bien puestos en la tierra, nuestros ojos vigilantes para seguir descubriendo las fuerzas oscuras y pidiendo la Luz para ir discerniendo nuestro camino personal y comunitario de seguimiento de Jesús, seguimos soñando, avanzando, gestando esperanza. Ratificamos nuestro compromiso, seguimos apostando por el sueño de nuestro Obispo, que es el sueño que ya veníamos gestando, y al que él le puso nombre y mística. Seamos el Sucumbíos puesto en pie, con la fe, la esperanza y el Amor que nos da la capacidad de reconciliación personal y comunitaria.

Nota: “Minga” significa trabajo comunitario.