Jesús está en plena acción por los caminos de Israel. Su tarea: curar, sanar y liberar. En un clima de persecución contra él y de amenaza de muerte. Ante sí se le presentan dos posibilidades: una, seguir adelante con su tarea pero con mucho cuidado de ponerse en riesgo y la otra, continuar curando en plena libertad aun sabiendo que se enfrenta con gente poderosa que no va a parar hasta eliminarle. Lázaro es la oportunidad de afianzarse en la segunda posibilidad. Esta decisión suya choca con la racionalidad de sus discípulos que no han descubierto todavía qué significa amar al prójimo como a uno mismo.
La decisión va precedida de una atención y una escucha al clamor del amigo que sufre y padece, a quien lo está considerando un “uno consigo” (cf. Evangelii Gaudium, 199). Por lo tanto, Jesús que está despierto y en vida plena, considera que debe despertar al amigo de la muerte. Desanda el camino que sigue y cambia de planes.
Despertar de la muerte ha sido su misión y es la misión de quienes queremos seguirle. Pero este poder para despertar de situaciones de muerte no se improvisa. Parte de un aprendizaje lento y costoso que implica profundizar y desarrollar sus mismas actitudes:
- Estar en los caminos, involucrad@s con el dolor de las personas, compartiendo sus vidas, participando de sus alegrías, en plena cercanía.
- Establecer relaciones de amistad, lejos del dominio y del poder que ejercen quienes se sitúan a distancia y se presentan como sabios y gente con vocación especial y sagrada.
- Despertar cotidianamente la atención para dedicarla al prójimo excluido, contemplarle y escucharle porque a nosotros-as ya nos han contemplado y escuchado suficientemente en la vida.
- Sostener el sufrimiento en el lugar donde se produce la muerte, acompañando la pérdida sin palabras, discursos o doctrinas, sino con la presencia humilde.
- Devolver a la vida digna, en búsqueda permanente con las personas, en proceso con ellas, hasta que saquen de sí y recuperen la vida y la dignidad de la que son portadoras.
Que este Jesús Amigo que no duda vivir arriesgado en medio del conflicto y la persecución por amor a quienes consideró sus amigos, nos ayude a despertarnos mutuamente para despertar a otros-as a la Vida.