lunes, 8 de abril de 2013

Primer domingo de Pascua



Jn 20,19-31
LAS PUERTAS BIEN CERRADAS POR MIEDO
           
El miedo no es buen compañero de las comunidades cristianas porque no permite que la paz del resucitado fluya y se produzca la reconciliación que hace falta para seguir viviendo el evangelio. Pero la comunidad cierra sus puertas. Es lógico. Jesús ha muerto como un proscrito de la ley, expulsado de la alianza de Israel. Quienes testimonien algo en su favor pueden ser tratados de la misma manera. Así que lo mejor es cerrar las puertas para evitar la persecución.
JESÚS EN MEDIO DE LA COMUNIDAD TRAE PAZ
           
Parece que este camino que escoge la comunidad no es acertado. Jesús atraviesa las puertas del miedo y da la paz. Esa paz que no nace del esfuerzo ni de un convencimiento ideológico. Es don de Jesús, por lo tanto va más allá de todo voluntarismo o cumplimiento. Jesús de la paz a la comunidad como camino previo para llegar a la fe en su resurrección.
JESÚS DEJA SU ESPÍRITU A LA COMUNIDAD
           
El Resucitado está permanentemente presente en la comunidad. Ha sido muy dura la pérdida de Jesús para esos discípulos y discípulas. Tienen que elaborar todo lo que ha sucedido. Pero no pueden hacer una lectura creyente si no es desde la invitación que el mismo Jesús les hace: recuerden, hacia atrás, fortalézcanse en lo que vieron y oyeron  y mi Espíritu estará con ustedes alentándoles de forma permanente a seguir mi camino.
JESÚS INVITA A TOCAR LAS HERIDAS PARA LLEGAR A LA FE
           
Pero la experiencia del Resucitado no es posible si es que no se tocan sus llagas, las heridas que como víctima inocente tiene. La fe no es una cuestión de dogmas que se recitan o de normas que se aplican. Se llega a la fe gracias al contacto directo con las víctimas de la injusticia. Pero este camino no se puede improvisar y todo el mundo no puede hacerlo. La mirada sobre lo que ocurre se tiene que hacer más profunda, así  todos los crucificados de la historia, todas las personas que padecen y mueren como consecuencia de la injusticia, de la opresión o de la corrupción política, se podrán identificar con Jesús.

LOS SIGNOS DE JESÚS SON CAMINO PARA LA FE EN EL RESUCITADO
           
Y si el contacto con el sufrimiento no da lugar a la fe de la comunidad, hay que seguir rastreando y buscando los signos que Jesús sigue haciendo en ella y en toda la realidad. Signos diversos que se darán mientras se realiza el camino del discipulado, no en lo estático y en lo conocido, sino en el dinamismo de la vida.
           
Algunas preguntas nos tocan de lleno a quienes queremos escuchar esta Palabra en nuestras comunidades cristianas:

  • cuáles son los miedos que nos mantienen encerrados y estáticos; 
  • qué experiencias de paz en medio de las persecuciones y sufrimientos hemos recibido, 
  •  qué señales del Espíritu de Jesús vemos en medio de nuestras comunidades. 
  • qué heridas estamos tocando en este momento 
  • qué signos de Jesús: gestos, palabras, acciones… estamos reproduciendo en nuestras vidas cotidianas.

Sigamos pues mirando al Crucificado- Resucitado para comprender el momento presente y venciendo los miedos, podamos generar vida y vida abundante.