¿DONDE ESTA, OH MUERTE, TU VICTORIA?
Hemos vivido un camino espiritual iniciado desde el Miércoles de Ceniza marcando el tiempo de Cuaresma, que bajo la enseñanza de Jesús nos invitaba a la conversión personal y comunitaria. Fue un tiempo de preparación para llegar a celebrar el Misterio Pascual del Señor.
La conversión planteada por Jesús es para enfrentar el mundo de pecado manifestado en un sistema de vida que nace la ambición egoísta y oscura del ser humano. Es un sistema de hipocresía, por eso Jesús se refiere reiteradamente a sus discípulos/as: “ustedes en cambio no hagan como los hipócritas”. Las prácticas de la limosna, ayuno y oración desde Jesús, entre otras prácticas, nos invitaban a ejercitarnos para prepararnos para vivir el misterio pascual. Este misterio, es consecuencia de esa confrontación librada por Jesús con las fuerzas oscuras organizadas en el sistema de poder. El Misterio Pascual del Señor no fue casual, ni sentimentalismo religioso de un dualismo desencarnado de su tiempo, ni el cumplimiento legalista de una doctrina sesgada que no se inspira en el Evangelio donde está la fuente dinamizadora de este misterio. Fue un hecho histórico, de la única historia que tenemos.
El misterio pascual es la consecuencia de la misión de Jesús en la tierra, por lo que termina en la cruz. Por eso, la conmemoración del Misterio Pascual del Señor en el Triduo Pascual, es la gran ocasión que tenemos nosotros que vivimos hoy para actualizar nuestra fe el Señor. Nosotros cristianos y cristianas continuadores de la misión del Señor tenemos que enfrentar el sistema global de hipocresía que dirige este mundo que requiere conversión para que sea historia santa. Por eso, estos días, hemos vivido el misterio pascual en nuestras comunidades, comunas, zonas, recintos y ciudades, y vamos a compartir las experiencias de fe que hemos vivido. Compartimos la LUZ que siguen irradiando “para iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la PAZ” Lc. 1, 79. Para otros queda maquinar desde la oscuridad, romperse las vestiduras, condenar, crucificar. Nosotros/as, luego de la intensa jornada misionera de estos día compartimos con ustedes “lo que hemos visto y oído”.
“ESTA ES LA LUZ DE CRISTO, YO LA HARÉ BRILLAR”