Aires de
fiesta, viento que trae vida, agua que riega lo seco, fuego de amor que quema,
intimidad que enamora, comunión creativa, don de dones. ¡El Espíritu! Un abrazo
en Él.
Domingo de Pentecostés 18 mayo
2013
Lectura orante del Evangelio: Juan 19,20-23
“El
amor jamás está ocioso… Puestos los ojos en la grandeza (del Espíritu Santo),
corramos encendidas en su amor” (5Moradas 4,10).
‘Estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas por miedo a los judíos’. Tenemos
miedo, nuestra vida está encerrada, apagado el fuego. ¡Ven, Espíritu Santo! Tú
alientas lo que parece imposible, levantas la vida cansada, reavivas el fuego
del amor. Tu palabra creadora ¡cuán delicadamente nos enamora! En nuestra
oscuridad, donde secretamente moras, nos llamas a la fe y a la esperanza. ¡Ven, Espíritu Santo!
Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: ‘Paz’. Estamos
solos y tú, Espíritu Santo, orientas nuestra mirada hacia Jesús, que pone en
medio de nosotros su gratuidad amorosa. Somos distintos y, a menudo distantes,
pero tú haces que nos abrace a todos la paz de Jesús y surja, bella, la
Iglesia. Estamos decaídos y tú, Espíritu Santo, nos levantas, nos sacas fuera,
a la calle, y nos empujas con tu viento para crear humanidad. En nuestras
mentiras, tú nos regalas gestos sencillos y palabras de verdad. Cuando todo
parece perdido, tú abres caminos de esperanza. ¡Ven, Espíritu Santo!
‘Como el
Padre me ha enviado, así también os envío yo’. Llevamos
la cobardía metida en el cuerpo, nos da vergüenza hablar de Dios y de su
grandeza. Pero vienes tú, Espíritu Santo, y pones en nuestros labios el nombre
de Jesús. Eres esa fuerza íntima en lo más hondo de nuestro ser que nos abre,
como testigos, a todos los pueblos. Nos haces ver paisajes que todavía no
existen. De ti se alimenta todo envío misionero, nos haces “experimentar la
dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Papa Francisco). Tú eres, en
nosotros, la música que ansía oír la humanidad para vivir la libertad de los
hijos e hijas de Dios. Eres el no va más. ¡Ven,
Espíritu Santo!
‘Recibid el Espíritu Santo’. Con
toda la Iglesia, te recibimos a ti, Espíritu Santo, nuestro don por excelencia,
nuestra alegría. Tú haces posible en nosotros la nueva creación. Con tu fuego
de amor en las entrañas nos conviertes en seres vivos, que alaban y de todo
sacan bendición para bendecir. Las diferencias que tú has suscitado con tus
dones ya no nos molestan, son nuestra gloria; nos alegramos con todos los
pueblos de la tierra; intercambiamos entre todos tus mensajes de alegría. Te queremos,
te damos gracias, te escuchamos, te seguimos. ¡Ven, Espíritu Santo!
A quienes
les perdonéis los pecados, les quedan perdonados. Muchas
veces hemos querido ser al margen de Dios, hemos pretendido tener vida sin su
vida, cantar sin escuchar sus canciones de amor. Tú, Espíritu Santo, nos
regalas el perdón y acaricias nuestras heridas con tu dulzura. Eres fuego que
quema, viento que juega en nuestra espalda, invitándonos a entrar en el
proyecto de Dios, que es el de todos. Todo mal, de cualquiera, nos afecta. Nos
enseñas las mil lenguas de todos los necesitados de la tierra, porque tu
imaginación para el bien nunca se agota. ¡Ven,
Espíritu Santo!
¡FELIZ FIESTA DE PENTECOSTÉS! Desde el CIPE – mayo 2013