Mayo 18, 2013
Los
Movimientos eclesiales se reunieron el sábado 18 de mayo en la Plaza de San
Pedro para comenzar la Vigilia de Pentecostés, y en diálogo con el Papa, cuatro
representantes de los Movimientos plantearon diversas cuestiones al Obispo de
Roma.
Traducción de las respuestas del Santo Padre a las cuatro
preguntas de los Movimientos Eclesiales:
Buenas tardes a todos.
Estoy contento de encontrarlos, todos nosotros nos
encontramos en esta plaza para rezar, para hacerlo unidos y para esperar el don
del Espíritu.
Conocía las preguntas y las he pensado, esto no es
improvisado, primero la verdad, las tenía acá escritas.
La primera: ¿cómo usted ha
podido alcanzar la certeza sobre la Fe y que camino nos indica para que cada
uno de nosotros pueda afrontar la fragilidad de la Fe?
Es una pregunta histórica y tiene relación con mi
historia personal. He tenido la gracia de crecer en una familia en la que la Fe
se veía de un modo simple y concreto, pero sobre todo estuvo mi abuela,
la madre de mi padre que ha marcado mi camino de Fe. Una mujer que nos
explicaba, nos hablaba de Jesús, nos enseñaba el catecismo y recuerdo siempre
que los Viernes Santos, nos llevaba siempre a la tarde a la procesión de
las velas, de las candelas. Y al terminar la procesión llegaba el Cristo
yacente y mi abuela nos hacía arrodillar y nos decía: - está muerto pero mañana
resucitara- he recibido mi primer anuncio cristiano propiamente de mi abuela,
esto es bellísimo, el primer anuncio en mi casa, con mi familia.
Esto me hace pensar en el amor de tantas madres,
de tantas abuelas en la transmisión de la Fe. Son ellas las que
transmiten la Fe; San Pablo decía ya a Timoteo, - yo recuerdo la Fe de tu mama
y de tu abuela- porque Dios nos pone cerca a las personas que nos ayudan en
nuestro camino de Fe, nosotros no encontramos la Fe en abstracto, es siempre
una persona que predica, que nos dice quien es Jesús, que comparte la Fe, que
nos hace el primer anuncio, y así fue mi primera experiencia de Fe. Pero hay
para mí un día muy importante, el 21 de septiembre del 53, tenía casi
diecisiete años, era el día del estudiante, para nosotros el día de la
primavera, para ustedes es el día del otoño. Antes de ir a la fiesta pasé por
mi parroquia y encontré un sacerdote que yo no conocía y sentí la necesidad de
confesarme. Esta fue para mí una experiencia, porque encontré que me esperaban,
no se por qué estaba ese sacerdote que no conocía, por qué sentí ese deseo de
confesarme…
La verdad era que me estaban esperando. Después de la confesión
sentí que algo había cambiado, yo no era el mismo Había sentido como una voz,
una llamada y estaba convencido que yo tenía que ser sacerdote. Esta
experiencia en la Fe es importante. Nosotros decimos que tenemos que buscar a
Dios, ir a Él a pedir perdón, pero cuando nosotros vamos el nos está esperando
primero; en español tenemos una palabra que explica bien esto: “El Señor
siempre nos primerea”. Él es primero, encontrar a alguien que te está esperando
es una gracia grande. Es la experiencia que los profetas de Israel decían: - El
Señor es como la flor de la primavera, antes que vengan las otras flores
el viene antes, el Señor nos espera.
Cuando nosotros lo buscamos, encontramos esta
realidad, que Él nos espera para recibirnos, darnos su amor y esto crea un
estupor tal que uno no puede creer y es así como va creciendo la Fe, con el
encuentro con una persona, con el encuentro con el Señor. Alguno dirá yo
prefiero estudiar la Fe en los libros, eso es importante, pero con esto sólo no
es suficiente, lo importante es el encuentro con Él, porque es propiamente Él
el que te da la Fe.
También ustedes hablaban de la fragilidad de la Fe
para vencerla, el enemigo es el miedo, no tengas miedo, somos frágiles pero lo
sabemos, pero Él es más fuerte, si tu vas con Él no hay problemas. Un niño es
fragilísimo pero con su padre está seguro. Con el Señor estamos seguros, la Fe
crece con el Señor, de la mano del Señor, esto nos hace crecer. Si pensamos que
nos la podemos arreglar sólo, recordemos a Pedro que negó tres veces antes de
que cantara el gallo. Cuando tenemos demasiada confianza, nos volvemos más
frágiles. Siempre debemos ir con el Señor y decir con el Señor es decir con la
Eucarística, con la biblia, con la oración. Pero también en la familia, con la
madre, con María, ella es la madre que nos lleva al Señor. Acerquémonos a la
Virgen María y pidámosle que como madre nos haga fuerte, esta es mi
experiencia, algo que me hace fuerte es rezar el rosario todos los días; siento
una fortaleza tan grande, porque voy a ella y me siento fuerte.
Pasamos a la segunda
pregunta: Todos nosotros sentimos fuertemente el desafío de la
evangelización, está en nuestro corazón, por eso le pido nos ayude a entender
como vivir este desafío en nuestro tiempo, cuál es para usted lo más importante
que nosotros tenemos que mirar para cumplir este trabajo al que estamos
llamados.
Yo diré tres palabras, primero Jesús, qué es lo más
importante Jesús. Si vamos adelante con la organización, con cosas lindas
pero sin Jesús, no vamos, la cosa no va. Jesús es lo más importante. Pero ahora
yo quisiera hacer un llamado de atención fraternal, una corrección. Ustedes han
gritado en la plaza, Francisco, Francisco, Papa Francisco, y Jesús dónde
estaba, yo hubiera querido que ustedes gritaran Jesús, Jesús está entre
nosotros. De ahora en adelante nunca Francisco, sino Jesús.
La siguiente palabra es la oración, mirar el rostro de
Dios pero sobre todo sentirse mirados, el Señor nos mira, nos mira primero. Mi
experiencia es lo que yo experimento delante del sagrario, algunas veces
me duermo un poco por el cansancio de la jornada, ustedes me entienden, yo
siento fortaleza cuando pienso que Él me mira, nosotros pensamos que tenemos
que hablar, pero tenemos que dejar que Él nos mire, cuando Él nos mira
nos da fuerzas, nos ayuda a dar testimonio, primero Jesús después la oración.
Uno siente que Dios nos lleva de la mano. Y la importancia de esto es dejarse
guiar por Él y esto es más importante que todo, somos verdaderos
evangelizadores si nos dejamos guiar por Él. Fijémonos en Pedro, estaba
haciendo la siesta después del almuerzo y tuvo esa visión del mantel, y Jesús
le dice algo pero el no entendía. El Espíritu Santo estaba allá, Pedro se dejó
guiar por el Espíritu Santo para llegar a esta primera evangelización, a los
gentiles que no eran hebreos, algo inimaginable en aquel tiempo y así toda la
historia. Déjense guiar por Jesús. Nuestro líder es Jesús.
Y lo tercero el testimonio, yo quisiera agregar una
cosa, este dejarse guiar por Jesús nos lleva a las sorpresas de Jesús, a veces
pensamos que la evangelización tenemos que pensarla en una mesa, en un
escritorio, creando planes, pero eso es un pequeño instrumento, lo importante
es dejarse guiar por Jesús, después hagamos la estrategia, pero eso es
secundario. El testimonio, la transmisión de la Fe solo se puede hacer con el
testimonio, y eso es el amor, no con nuestras ideas, con el Evangelio que se
vive en la propia vida y que el Espíritu Santo es como una sinergia, a la
Iglesia la llevan adelante los Santos, que son aquellos que realmente dan este
testimonio. Ha dicho Juan pablo II y también Benedicto XVI- Tenemos tanta
necesidad de testigos, no tanto de maestros, sino de testigos- No hablar tanto,
sino hablar con la vida, con la coherencia de vida, una coherencia de vida que
vive el cristianismo como un encuentro con Jesús que nos lleva a los otros y no
como un hecho social, socialmente somos así, somos cristianos cerrados,
cerrados entre nosotros y así no damos testimonio.
La tercera pregunta: ¿Cómo
podemos vivir una Iglesia pobre para los pobres y en qué modo el hombre
sufriente es una pregunta para nuestra Fe?
Retomo el testimonio, primero que todo vivir el
Evangelio, es la principal contribución que podemos dar, la Iglesia no es un
movimiento político, ni una estructura bien organizada, no es eso. Nosotros no
somos una ONG y cuando la Iglesia se transforma en una ONG, no tiene sal, está
vacía. Sean vivos, una cosa es predicar a Jesús y otra cosa es la eficacia. Ser
eficiente, esta es otra palabra.
La gloria de la Iglesia es vivir el Evangelio y dar el
testimonio de Fe. Es sal de la tierra luz del mundo, llamada a ser presente en
la sociedad como la levadura del Reino de Dios, primero con el testimonio del
amor fraterno, la solidaridad, el compartir. Momentos de crisis como los que
estamos viviendo, has hablado primero que estamos en un mundo de mentiras,
propiamente la mentira es una crisis, estemos atentos, no es una crisis
solamente económica, cultural, es una crisis del hombre, el que está en crisis
es el hombre y el que puede terminar destruido es el hombre, y el hombre es una
imagen de Dios, por eso es una crisis profunda. En este momento de crisis no
podemos dedicarnos solamente de nosotros, cerrarnos en la soledad, en el
sentido de impotencia, no nos cerremos por favor, esto es un peligro. Si nos
cerramos en la parroquia con los amigos, con el movimiento, con aquellos que
pensamos lo mismo, ¿saben qué sucede? Cuando la Iglesia se cierra se enferma.
Piensen en una habitación cerrada, cerrada por un año, cuando vas hay olor a
humedad, a cosas cerradas.
Una Iglesia cerrada es lo mismo, es una iglesia
enferma. La iglesia debe salir de sí misma hacia las periferia existenciales,
Jesús nos dicen vayan a todo el mundo, prediquen, den testimonio del evangelio.
Pero que sucede, si uno va fuera de si mismo, puede pasarle un accidente, como
a cualquiera que sale de su casa. Prefiero mil veces una iglesia accidentada
que una iglesia enferma por estar cerrada. Piensen también en aquello que dice
la apocalipsis, es una cosa linda que Jesús está a la puerta y llama para entra
en nuestro corazón. Pregúntense cuántas veces Jesús está dentro, toca la puerta
para salir fuera y nosotros no le dejamos salir por nuestra seguridad, porque
estamos cerrados en estructuras caducas que solamente nos sirven para hacernos
esclavos y no hijos libres de Dios.
Es muy importante ir al encuentro, el encuentro con
los otros, porque la Fe es un encuentro con Jesús y tenemos que hacer lo mismo
encontrar a los otros. Vivimos en una cultura del desencuentro, de la fragmentación,
una cultura del no me sirve, del descarte. Tenemos que ir al encuentro y
tenemos que hacer con la Fe una cultura del encuentro, una cultura de la
amistad, una cultura en la que encontramos hermanos y podemos hablar con
aquellos que no piensan como nosotros, que tienen otra Fe. Pero no se les
olvide que todos son hijos de Dios, hacer el encuentro con ellos sin negociar
nuestra pertenencia.
Y si salimos de nosotros mismos encontramos la
pobreza, hoy esto hace mal al corazón encontrar un pobre muerto de frío no es
noticia, hoy es noticia un escándalo, eso sí es noticia. Hoy pensar que tantos
niños no tienen para comer no es noticia. Esto es grave, no podemos quedarnos
tranquilos, porque las cosas sean así. No podemos ser cristianos almidonados,
muy educados, que toman el té, tranquilos hablando de cosas teológicas. Tenemos
que ser cristianos con coraje, valientes, e ir a buscar aquello que son la
carne de Cristo. Cuando voy a confesar, todavía no he podido porque de aquí no
se puede salir, “je je”. Cuando yo iba a confesar en la diócesis anterior
venían algunos: ¿usted da limosna? -si Padre-. ¿Cuándo da la limosna mira
a los ojos de aquel al que le da la limosna? -No sé no me doy cuenta- ¿y toca
la mano o le tira la moneda?
Tocar la carne de Cristo, tomar sobre nosotros el
dolor de los pobres, no es la pobreza una categoría filosófica o cultural, es
una categoría teologal, diría la primera categoría. Porque el Hijo de Dios se
hizo pobre para caminar con nosotros por la calle. Esta es nuestra pobreza, la
que nos ha traído el hijo de Dios con su encarnación. Una iglesia pobre para
los pobres y así comenzamos a entender que es la pobreza del Señor y esto no es
fácil y también hay un problema que no hace bien a los cristianos, el espíritu
del mundo, que nos lleva a una suficiencia, a vivir el espíritu del mundo y no
el de Jesús. La pregunta que hacían ustedes, ¿cómo se debe vivir para afrontar
esta crisis que toca la ética pública, la política?
Como esta es una crisis del hombre, que destruye al
hombre, que despoja al hombre de la ética, todo es posible, todo se puede
hacer, y vemos como la falta de ética en la vida pública hace tanto mal a toda
la humanidad. Yo quisiera contarles una historia, es la historia que cuenta de
un rabino del siglo XII. Cuenta la historia de la construcción de la Torre de
Babel. Él dice que para construirla era necesario hacer los ladrillos del
barro, ponerle la paja, después llevarlos al horno y cuando el ladrillo estaba
hecho había que llevarlo arriba para la construcción de la Torre. Cada ladrillo
era un tesoro por todo el trabajo que tenía hacerlo, cuando caía un ladrillo
era una tragedia nacional, se castigaba al obrero, era tan precioso un ladrillo
que si caía era un drama, pero si caía un operario no pasaba nada, a otra cosa.
Esto pasa hoy, si las inversiones en los bancos caen, tragedia, pero si la
gente se muere de hambre, no tiene para comer, no tiene salud, no pasa nada.
Esta es la crisis de hoy. El testimonio de una iglesia pobre para los pobres va
contra esta mentalidad.
La cuarta pregunta: ¿Cómo
ayudar a nuestros hermanos que sufren la persecución por ser cristiano?
Para anunciar el Evangelio son necesarias dos virtudes,
el coraje y la paciencia. Ellos están en la iglesia de la paciencia, sufren,
son más mártires hoy que en los primeros siglos de la iglesia, hermanos y
hermanas nuestras, sufren.
Ellos llevan la Fe hasta el martirio, pero el martirio
no es un fracaso, es el grado más alto del testimonio que nosotros debemos de
dar. Tenemos que sufrir pequeños martirios renunciando a algunas cosas. Aquella
situación de Pakistán donde dan la vida dando testimonio del amor de Jesús… Un
cristiano debe tener esta virtud de humildad, de mansedumbre, actitudes que
tienen ellos confiándose en Jesús. ES necesario precisar que muchas veces estos
conflictos no tienen un origen religioso, muchas veces son otras realidades de
tipo social o político y desgraciadamente las pertenencias religiosas vienen utilizadas.
Un cristiano debe siempre saber responder al mal con el bien y esto es difícil.
Nosotros buscamos de hacerles sentir que estamos unidos a sus situaciones, que
sabemos que son cristianos que han entrado con paciencia. Yo les devuelvo la
pregunta, rezan por ellos, en la oración de todos los días, no quiero que alcen
la mano los que lo hagan, pero piénsenlo, piensen en la oración de todos los
días le decimos al Señor mira a este hermano, al que sufre tanto. Ellos hacen
la experiencia del límite, y esta experiencia nos debe llevar a promover la
libertad religiosa para todos. Cada hombre, cada mujer debe ser libre en su
confesión religiosa, cualquiera sea, porque aquel hombre y esa mujer son hijos
de Dios.
Así creo haber respondido a vuestras preguntas, perdón
si he estado muy largo.
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