martes, 13 de marzo de 2012

EL BUEN PASTOR Y LAS BUENAS OVEJAS



Todos/as conocemos la parábola del Buen Pastor (Lucas, 15, 4-7) y su referencia en el Evangelio de Juan (Jn., 10,1-17). Creemos firmemente que el Señor es el Buen Pastor que busca a la oveja perdida, el que entra por la puerta, nos llama por nuestro nombre, nos conoce y le conocemos, entrega su vida por nosotros/as y sabemos que al final logrará la unidad de todos/as en un solo rebaño con un solo pastor.

Sin embargo, en los tiempos actuales algunas ovejas seguimos buscando a los buenos pastores de nuestra tierra.  Lamentablemente, hemos visto y sufrido a muchos pastores prepotentes, imbuidos de la verdad absoluta, que se saltan el Evangelio, cuando les conviene, que filtran el mosquito y se tragan el camello como si tal cosa y, por si fuera poco, exigen sumisión total. Pareciera que algunos de ellos quieren convertirse ellos mismos en el centro del Reino de Dios, olvidando y marginando al auténtico Señor que nos guía.

Afortunadamente, el espíritu crítico de algunas ovejas nos hace buscar de forma constante al Buen Pastor y no conformarnos con cualquier falsificación o asalariado que destruye al rebaño y huye. En la Iglesia San Miguel de Sucumbíos hemos vivido con Mons. Gonzalo López Marañón, los carmelitas descalzos, los sacerdotes diocesanos, los/as otros/as religiosos/as y laicos/as comprometidos/as un período en el que hemos podido sentir la promesa y nuestra pequeña realidad de los verdes pastos evangélicos. Quizás nos habían acostumbrado mal, pero con su entrega y ejemplo habíamos entendido que el pastoreo es un servicio y no una imposición, que  no creían que evangelizar sea mandar y, mucho menos, dominar, sino "dar la vida por las ovejas" (Jn 10,11). Quizás estábamos mal enseñados/as.

Es por eso que no nos pudimos enseñar a los modos y maneras de los Heraldos del Evangelio, nos dolían enormemente sus ademanes rígidos, sectarios y prepotentes; no podíamos aguantar su talante para-militar, su lucimiento de capas, trono, cetro y corona, en vez de sandalias, amor, sudor y cayado. No creemos que una forma de vivir la religión deba IMPONERSE sino PROPONERSE y MOSTRARSE con simplicidad y sobriedad. Porque instrumentalizaban la Escritura y hasta al papa para defender inamovibles barricadas, en vez de ESCUCHAR para descubrir los caminos del Espíritu, siempre nuevos. Era demasiado.

Es por ello que nos opusimos a ellos, no podíamos aceptar sin más el silencio que se nos quería imponer. Por eso los combatimos y les enfrentamos. Quizás no seamos las mejores ovejas, es posible que hasta hayamos pecado un poco de soberbia, pero no reconocimos la voz, entraron por la ventana y no por la puerta y en el poco tiempo que estuvieron entre nosotros actuaron como lobos rapaces.

Ahora que ya no están entre nosotros/as seguimos esperando a un buen pastor como administrador apostólico u obispo,  esperamos de él compromiso, entrega y amor, que sepa curar las heridas causadas por la confrontación y nos conduzca a la reconciliación y la paz.

Es nuestra esperanza y, si la persona designada es seguidor del Buen Pastor, contará con nuestro firme apoyo.