4.
El profundo malestar existencial
La sensación de
inquietud y pesadumbre de muchos se expresa tal vez en pocas cosas más
fuertemente que en el desordenado uso del alcohol y sobre todo en las drogas.
Quienes ven imposible alcanzar su realización en los medios que la sociedad
considera como signo de éxito, fácilmente se refugian en la droga. Pero
curiosamente muchos que aparentemente lo tienen todo experimentan también un
vacío del cual tratan de huir. En torno a la droga se ha desarrollado un mundo
de violencia y corrupción muy difícil de controlar por las ingentes cantidades
de dinero que mueve.
5.
Deficiencias en el rol del Estado
En esta
concepción del desarrollo tan fuertemente orientada por el mercado, es natural
que el Estado vaya cediendo muchas de sus funciones y pierda sus instrumentos
de intervención hasta convertirse sólo en un ente regulador. Incluso esta misma
función reguladora se ve disminuida porque se considera finalmente que toda
regulación imposibilita la eficiencia y la libertad del mercado. El Estado ha
quedado con las manos atadas para la prosecución del bien común y sobre todo
para la defensa de los más débiles.
Con eso, la
subsidiariedad que puede focalizar adecuadamente la acción estatal se entiende
mal y se desarticula así la correcta relación entre lo privado y lo público. En
todas las esferas de la vida se ha privilegiado excesivamente lo privado por
sobre lo público. Quienes están más desfavorecidos en el mercado quedan
desamparados y padecen esta ausencia del ente que debe velar por el bien común.
La carencia de adecuados controles en un mundo competitivo se ha prestado a
fuertes abusos, tal como lo hemos podido experimentar en nuestro medio.
En un país
marcado por profundas desigualdades resulta extremadamente injusto poner al
mercado como centro de asignación de todos los recursos, porque de partida
participamos en ese mercado con desigualdades flagrantes. El barrio en que
vivimos, el colegio y la universidad en que estudiamos, la redes sociales que
tenemos, el apellido que heredamos, distorsionan radicalmente lo que en teoría
debería ser un escenario donde todos tengamos las mismas oportunidades. La
partida desigual y la competencia descontrolada no hacen sino ampliar la brecha
cuando se llega a la meta. El resultado final es que nos encontramos en un país
marcado por la inequidad.
6.
Desigualdad social
En Chile el
nivel de desarrollo económico alcanzado convierte a la realidad desigual en
algo explosivo.
Las
movilizaciones sociales justas en sus demandas pueden poner en peligro la
gobernabilidad si no existen adecuados canales de expresión, participación y
pronta solución. Ya no se acepta más que se prolonguen las diferencias
injustificadas. La desigualdad se hace particularmente inmoral e inicua cuando
los más pobres, aunque tengan trabajo, no reciben los salarios que les permitan
vivir y mantener dignamente a sus familias.
7.
El “lucro” desregulado
En este contexto
social, el “lucro” desregulado, que adquiere connotaciones de usura, aparece
como la raíz misma de la iniquidad, de la voracidad, del abuso, de la
corrupción y en cierto modo del desgobierno.
No es extraño
que esta concepción marque profundamente la educación, uno de los ámbitos de
nuestra sociedad donde se manifiesta más claramente la inequidad. La amplia
cobertura alcanzada por nuestro país en este campo ha puesto sobre el tapete
las diferencias infranqueables en calidad. Por eso mismo, la educación es el
ámbito donde el "lucro" es rechazado con mayor vehemencia. No
podemos, sin embargo, tranquilizar la conciencia centrándonos sólo en el lucro
o echándole la culpa de los males a la calidad de los profesores, que
ciertamente tiene que mejorar. La más elemental honradez y justicia nos obliga
a ir más a fondo en el análisis hasta llegar a la raíz del problema.
Preocupa que en
nuestras universidades la formación de las élites esté centrada en su aporte a
la productividad y en la eficiencia económica, y no en el sentido ético y en la
preocupación por la calidad de la existencia humana. En la actual cultura se
hace indispensable repensar al ser humano y su destino para que él pueda desempeñar
su papel como sujeto de la historia y como destinatario del progreso, dando
espacio al sentido más profundo de la vida humana.
8.
Efectos en la naturaleza
A todo lo
anterior habría que añadir que una avanzada tecnología manejada por el mercado
y orientada primordialmente al crecimiento económico, puede tener efectos
gravísimos para la conservación de la naturaleza que es nuestro hábitat. Esto
no sólo es grave en sí mismo sino que destruye el futuro y es muy doloroso para
las culturas ligadas a la tierra, como son las de los pueblos originarios de
nuestro país, que consideran a la tierra como a una madre.
9.
Consecuencias en la vida familiar
Los cambios
actuales han tenido consecuencias serias en la vida familiar. El rol educador
de la familia está afectado. Preocupa la dificultad para mantener la
estabilidad de la familia.