martes, 18 de diciembre de 2012

MONSEÑOR MIETTO ACOMPAÑÓ LA VIGILIA PERMANENTE



El pasado viernes  14 de diciembre 2012, día de San Juan de la Cruz, en  el día Nº 73 de la Vigilia Permanente de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, Ecuador, compartimos nuestra oración con un invitado especial, nuestro Obispo, Monseñor Paolo Mietto, quien aceptando la invitación a orar con nosotras/os, de 7 a 8h30 de la noche, con los símbolos de la luz y de la cruz como lo hacemos cotidianamente, estuvo presente y compartió la celebración de la Palabra de Dios con un grupo de aproximadamente 80 personas. 


Cantando juntos/as, alabando y pidiendo al Señor con cantos como “Pon aceite en mi lámpara Señor”, “Llegará con la luz…” y con la esperanza que nos alienta en este tiempo de Adviento, reflexionamos el texto del Evangelio de Mateo 25, 1-13, que nos recuerda que debemos tener nuestra lámpara llena de aceite y lista siempre para que cuando el Señor venga podamos entrar a la fiesta con Él. Monseñor Mietto compartió su reflexión y también otras personas, como es usual, desde su entender, su escucha del Señor y su experiencia de fe.


Asumiendo el cuestionamiento de la Palabra, para mantener encendidas nuestras lámparas, nos centramos en el aceite que requerimos para que el Señor nos encuentre despiertos/as. Este aceite es el ser fieles al testimonio de Jesús, a su Palabra, a su invitación a ser comunidad y a estar atentos/as a las necesidades de quienes están necesitados/as y con ellas/os el Señor nos quiere hermanos/as. La fuerza de la oración, la experiencia comunitaria de la Eucaristía y los Sacramentos nos ayudan a descubrir la voluntad de Dios, nos dan su gracia para actuar, para trabajar y para hacer presente el Reino de Dios a sus preferidos/as, los/as pobres, para mejorar nuestras relaciones de familia, de vecinos/as, de comunidad, de compañeros/as, para buscar la paz y la justicia para todos/as, desde nuestro compromiso como cristianos/as. El Año de la Fe, el Concilio Vaticano II, la trasmisión de la fe de los padres a sus hijos, y todo gesto de Vida, de solidaridad que nos humaniza, son el aceite para nuestro tiempo. Desde luego que no es fácil, porque tenemos muchas distracciones, muchas tentaciones, el facilismo, la pereza, la soberbia, la indiferencia… muchas cosas que nos hacen distraernos de lo esencial y descuidar nuestro compromiso. Sin embargo la fuerza de la comunidad nos lo recuerda y nos ayuda a mantenernos fieles al Señor  que siempre está viviendo.


La oración comunitaria fue el grito de confianza al Niño Jesús por la luz que necesitamos y especialmente nuestro Obispo, por caminos reales de reconciliación, por respeto para nuestro proceso y práctica de Iglesia Comunidad, Ministerial y para nuestros sacerdotes incardinados, por los sacerdotes colaboradores, por apertura y sabiduría para poder volver a hacer de nuestra Iglesia, Casa y Escuela de Comunión.


Luego del momento del compartir, recordando que las necesidades de nuestra Iglesia son nuestras necesidades y de darnos la paz, antes de recibir la bendición de Monseñor Mietto, como cada noche se hace con las comunidades o las personas que vienen por primera vez, una de las feligresas más fieles de la vigilia, Rosita Cabezas, entregó la luz a Monseñor Mietto, para que la guarde también en su corazón y la extienda donde vaya, uniéndose a tantas personas y comunidades que cada noche, en diferentes lugares de Sucumbíos, de Ecuador y muchos otros países del mundo, oramos para que podamos multiplicar esa luz del Señor en una convivencia pacífica, en permanentes gestos de solidaridad, en compromiso colectivo con la paz y la justicia social y los derechos de todas/os.  Acompañamos cantando “Esta es la luz de Cristo Yo la haré brillar. Brillará, brillará sin cesar…”


Agradecemos a Monseñor Paolo Mietto, el gesto de hacerse presente también en este importante espacio de oración personal y comunitaria de esta Iglesia Pueblo de Dios de Sucumbíos y que pueda tener por sí mismo una idea del sentir y orar de nuestras comunidades y de nuestras preocupaciones y aspiraciones. Dios le guarde y su Espíritu le bendiga con sus dones.


Nueva Loja, 17 de diciembre de 2012