El pasado viernes 14 de diciembre
2012, día de San Juan de la Cruz, en el
día Nº 73 de la Vigilia Permanente de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos, Ecuador,
compartimos nuestra oración con un
invitado especial, nuestro Obispo, Monseñor Paolo Mietto, quien aceptando la
invitación a orar con nosotras/os, de 7 a 8h30 de la noche, con los símbolos de la
luz y de la cruz como lo hacemos cotidianamente, estuvo presente y compartió la
celebración de la Palabra de Dios con un grupo de aproximadamente 80 personas.
Cantando juntos/as, alabando y pidiendo al Señor con cantos como “Pon
aceite en mi lámpara Señor”, “Llegará con la luz…” y con la esperanza que nos
alienta en este tiempo de Adviento, reflexionamos el texto del Evangelio de
Mateo 25, 1-13, que nos recuerda que debemos tener nuestra lámpara llena de
aceite y lista siempre para que cuando el Señor venga podamos entrar a la
fiesta con Él. Monseñor Mietto compartió su reflexión y también otras personas,
como es usual, desde su entender, su escucha del Señor y su experiencia de fe.
Asumiendo el cuestionamiento de la Palabra, para mantener encendidas
nuestras lámparas, nos centramos en el aceite que requerimos para que el Señor
nos encuentre despiertos/as. Este aceite es el ser fieles al testimonio de
Jesús, a su Palabra, a su invitación a ser comunidad y a estar atentos/as a las
necesidades de quienes están necesitados/as y con ellas/os el Señor nos quiere
hermanos/as. La fuerza de la oración, la experiencia comunitaria de la Eucaristía
y los Sacramentos nos ayudan a descubrir la voluntad de Dios, nos dan su gracia
para actuar, para trabajar y para hacer presente el Reino de Dios a sus
preferidos/as, los/as pobres, para mejorar nuestras relaciones de familia, de
vecinos/as, de comunidad, de compañeros/as, para buscar la paz y la justicia
para todos/as, desde nuestro compromiso como cristianos/as. El Año de la Fe, el
Concilio Vaticano II, la trasmisión de la fe de los padres a sus hijos, y todo
gesto de Vida, de solidaridad que nos humaniza, son el aceite para nuestro
tiempo. Desde luego que no es fácil, porque tenemos muchas distracciones,
muchas tentaciones, el facilismo, la pereza, la soberbia, la indiferencia…
muchas cosas que nos hacen distraernos de lo esencial y descuidar nuestro
compromiso. Sin embargo la fuerza de la comunidad nos lo recuerda y nos ayuda a
mantenernos fieles al Señor que siempre
está viviendo.
La oración comunitaria fue el grito de confianza al Niño Jesús por la luz
que necesitamos y especialmente nuestro Obispo, por caminos reales de
reconciliación, por respeto para nuestro proceso y práctica de Iglesia
Comunidad, Ministerial y para nuestros sacerdotes incardinados, por los
sacerdotes colaboradores, por apertura y sabiduría para poder volver a hacer de
nuestra Iglesia, Casa y Escuela de Comunión.
Luego del momento del compartir, recordando que las necesidades de
nuestra Iglesia son nuestras necesidades y de darnos la paz, antes de recibir
la bendición de Monseñor Mietto, como cada noche se hace con las comunidades o
las personas que vienen por primera vez, una de las feligresas más fieles de la
vigilia, Rosita Cabezas, entregó la luz a Monseñor Mietto, para que la guarde
también en su corazón y la extienda donde vaya, uniéndose a tantas personas y
comunidades que cada noche, en diferentes lugares de Sucumbíos, de Ecuador y
muchos otros países del mundo, oramos para que podamos multiplicar esa luz del
Señor en una convivencia pacífica, en permanentes gestos de solidaridad, en
compromiso colectivo con la paz y la justicia social y los derechos de
todas/os. Acompañamos cantando “Esta es
la luz de Cristo Yo la haré brillar. Brillará, brillará sin cesar…”
Agradecemos a Monseñor Paolo Mietto, el gesto de hacerse presente
también en este importante espacio de oración personal y comunitaria de esta
Iglesia Pueblo de Dios de Sucumbíos y que pueda tener por sí mismo una idea del
sentir y orar de nuestras comunidades y de nuestras preocupaciones y
aspiraciones. Dios le guarde y su Espíritu le bendiga con sus dones.