Los
ministerios de las Comunidades son hoy esos mensajeros de Paz y de Buenas
Noticias. Esas mujeres y esos hombres sencillos, como nos presentaba la
liturgia a María y a Isabel unos días antes de la Navidad. Esos hombres y
mujeres que, como María cuando le visitó el Ángel, no comprenden muy bien todo
lo que significa ese gran misterio del Reino y de la Iglesia, pero que tienen
una disponibilidad total para ponerse al servicio de la Comunidad.
El día
23 celebraban la Navidad las Comunidades de la zona de Puerto Libre (La
Barquilla, Puerto Libre, El Cabeno, La Amarilla, Flor del Valle). La Comunidad
de la Flor del Valle era este año la anfitriona. Su Capilla casi terminada,
hecha a base de esfuerzo y de lucha de la misma Comunidad con sus Ministerios
al frente, nos cobijaba de ese fuerte aguacero que no fue impedimento para que
todas las comunidades del sector se hicieran presentes en la celebración.
Fue
una linda celebración llena de vida, llena de alegría, de villancicos, de
panderetas… José y María; los ángeles, los pastores; los tres reyes magos
(Abel, Damaris y Esmeralda…) dando vueltas por la capilla buscando al Niño; el
coro de niñas, niños y personas mayores que ponían la alegría de los
villancicos. Y toda la Comunidad celebrando con alegría, con fe y con esperanza
la venida del Niño lleno de ternura y de cariño, que nos traía el amor del
Padre; y el “pasmo de la Madre… que tal trueque veía: el llanto del hombre en
Dios y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro tan ajeno ser solía”
(Juan de la Cruz).
Era de
admirar la alegría de los niños y las niñas presentes en la celebración, que
eran los que más disfrutaban del acontecimiento. Compartiendo la alegría, la
fraternidad de los jóvenes de Quito y del Grupo de Caritas que se hacían
presentes una vez más para aumentar la alegría de los niños y las niñas con los
juguetes y los dulces navideños. Una linda experiencia también para los jóvenes
de tener nuevas familias que les acogen con enorme cariño y entusiasmo, y que
nos recuerdan el ciento por uno prometido por Jesús a sus amigos y amigas.
Todo
esto como signo y expresión de esa Paz y Alegría que el Señor nos trae en la
Navidad. Signos de la presencia del Reino que Jesús inicia con su Encarnación
en nuestro mundo, desde la sencillez, la ternura y el no-poder del Niño en el
pesebre, rodeado de todos los animales, de los pastores y de los ángeles.
Realmente una experiencia llena de vida y de esperanza de que el Reino de Dios
todavía es posible.